Mi amante el villano (libro 3)

El pueblo maldito.

 

Los pueblerinos de Pisbell murmuraban entre ellos cuando los veían pasar, aun con la lluvia, seguían en el campo, empapados con el semblante endurecido, los únicos colores que vestían eran café, blanco, azul oscuro y gris con negro, las mujeres veían a Lía como si hubiese hecho algo malo.

—No puede usar colores tan llamativos mujer, cúbrete la cabeza. —le dijo una anciana del mercado que vendía gorros, ni si quiera le preguntó si quería comprarlo, se lo aventó a las manos tomándola por sorpresa.

—Y tú eres demasiado lindo como para estar caminando en plana plaza, vas alborotar a todas las mujeres.

 —Lía y Eira se quedaron extrañados y mientras él la ayudaba a ponerse el gorro Lía le preguntó a la mujer si conocía de alguna posada donde pudieran pasar la noche.

—¿Están seguros de que quieren pasar la noche en este lugar? Sería mejor para ustedes si durmieran a las afueras en plena lluvia y a merced de los lobos.

—Este es el pueblo más cercano, pasaremos solo una noche y antes del amanecer partiremos, como ve, el clima es bastante frio ahora, no queremos enfermarnos.

—¿Son esposos? —les preguntó la señora malhumorada.

—¿Qué? —Lía y Eira no supieron que contestar y ambos se pusieron rojos.

—Este pueblo es muy religioso, no toleramos la inmoralidad, solo si son marido y mujer les rentaran una habitación, si son amantes la gente no reparará en aventarle piedras, incluyéndome a mí, hace unos días apedrearon a una mujer que se encontraba besándose con un jovencito, aun se puede ver su cadáver pudriéndose como una pecadora. 

—¡Murriel! ¿Qué tonterias les estas contando a estos jóvenes? ¿Qué no ves que los estas incomodando? —le dijo su esposo, el señor Boguenar quien acababa de incorporarse y añadió. —no le hagan caso a mi mujer, ya es muy vieja y dice cosas sin pensar, este lugar no es el más hermoso del mundo, pero podrán pasar la noche tranquilos, como ven, la lluvia es cada vez más fuerte y dudo que se quite pronto, si no les molesta, yo puedo llevarlos hasta la pensión donde podrán rentar una habitación.

—Si gracias.

Lía y Eira tenían un extraño presentimiento, no había una sola persona que no los viera de manera profunda y misteriosa, incluyendo los niños que no jugaban como infantes normales, solo estaban parados ahí siguiéndolos con la mirada.

—¿Y que los trajo a Pisbell? Es raro ver visitantes en nuestro pueblo, estamos bastante aislados de la civilización jaja, por eso es que todos los miran con curiosidad. —les dijo el señor Boguenar mientras sonreía.

—Solo estamos de paso, somos recién casados, mi esposa y yo estamos de luna de miel, pero nos desviamos un poco. —externó Eira mientras abrazaba de lado a Lía.

—El amor de los jóvenes es muy intenso, deben estar muy felices.

—Si, es…una etapa maravillosa. —expresó Lía con una sonrisa forzada, el aura de aquel lugar era oscura y también el de las personas que vivían en el.

—Lamento que tenga que cubrirse el cabello, consideramos los colores fuertes como indecentes, especialmente el color rojo.

Cuando el señor Boguenar dijo esto, Eira lo fulminó con la mirada y rápidamente añadió.

—¡Hemos llegado! Esta es la posada, esta algo descuidada pero las camas son cómodas.

Todo en el pueblo se veía descuidado, si no fuera por las personas, parecería un pueblo fantasma, al poner más atención, se dieron cuenta de que había arañones en el suelo y en las paredes de las casas, como si una noche antes hubiesen sido atacados por lobos feroces, Eira y Lía se miraron fijamente y después le dieron las gracias al señor Boguenar y en cuanto este les dio la espalda, su sonrisa se apagó y su rostro se puso sombrío.

—Bienvenidos a Pisbell visitantes tenemos la habitación perfecta para ustedes. —les dijo una mujer corpulenta y de dientes amarillos, las ropas de las personas de ese lugar eran viejas y estaban desgastadas, la mujer media como dos metros y los guio hasta la habitación, cabe mencionar que nuestros amigos eran los únicos huéspedes.

—Gracias señorita, dejaremos el pago por adelantado, pues nos iremos en cuanto amanezca. —Eira le dio una moneda de oro y sonrió amablemente.

—Usted es muy generoso, se ve que son de familia noble. —manifestó la mujer sonriendo de oreja a oreja, su aliento era desagradable, putrefacto y su aspecto era muy desaliñado, la mujer no se movió de ahí hasta que Lía y Eira entraron a la habitación, después de que ellos cerraron la puerta, se lamió los labios y dijo en voz baja.

—La carne de los nobles es la más deliciosa… expresó la horrible mujer mientras bajaba las escaleras.

—¿Lo notaste? —le preguntó Eira con seriedad.

—Si, este lugar irradia energía maldita ¿estará bajo una maldición? ¿o algún demonio los habrá poseído?

—Parece un poco de ambos, no se ve que algún demonio haya poseído al pueblo entero, es más como si ellos hubiesen engendrado algo similar, de ser algún demonio del inframundo, lo habría reconocido de inmediato, pero no es el caso. —expresó Eira con seriedad.

—No son humanos, ya no. —dijo Lía con el ceño fruncido.

—¿Cómo quieres proceder?  —le preguntó el cuervo esperando su respuesta.

—Debemos indagar más, son un peligro para los viajeros, no vi comida por ninguna parte y estoy segura de que a los visitantes les espera un destino violento, solo hay una manera en la que un humano se convierta en un hibrido y es comiendo carne humana en exceso. —expresó Lía con seriedad.

Un hibrido era aquel que siendo humano adquiría cambios demoniacos en su cuerpo, caían bajo maldición por así decirlo, un castigo por devorar a su propia raza, algunos se convertían en wendigos y otras veces, en criaturas demoniacas.

—Si son lo que sospechamos, esperaran a que llegue la noche para atacarnos, su transformación ocurrirá una vez que el cielo oscurezca, para entonces, estaremos rodeados por hambrientas criaturas. —manifestó Eira mientras se asomaba discretamente por la ventana, recorrió lentamente la cortina y sus ojos se abrieron cuando en la calle, vio a una cabra bailando en dos pies bajo la lluvia, era como un hombre que reía de manera burlona frente a su ventana.




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