Mi amante el villano (libro 3)

El distrito rojo de Vanhelsey.

 

Desde aquella colina podía verse aquel distrito llamativo, con colores rojizos, vividos y brillantes, Magnolia, Babani y Lucia idearon un plan para pasar lo más desapercibidas posible, pues aquel lugar era el centro de placer y diversión para los humanos, las mujeres que vivían ahí eran educadas y formadas para ofrecer diversión y consentir a sus visitantes, mujeres bellas y atrapantes, seductoras y con el don de endulzar los oídos de sus clientes, eran quienes llenaban de riqueza a su cuidador y jefe a quien llamaban “El conde”.

—Muy bien, tenemos que vestirnos de acuerdo a la ocasión, así como las damas de este distrito, principalmente debemos ocultar sus brillantes ojos señorita Magnolia, con este hechizo se tornaran de un color más humano, así nadie sospechará que es una vampiresa. —propuso Babani con una sonrisa en el rostro.

—¿Piensas vestirnos como a unas prostitutas? —le preguntó Lucia indignada.

—Es por la misión niña, debemos usar un camuflaje para que la señorita Magnolia encuentre a sus víctimas y tu y yo podamos tener intactos nuestros cuellos.

—Pero… no me digas que tu también piensas disfrazarte abuela… —exclamó Magnolia con repulsión.

—¡Por supuesto! A pesar de mis años, sigo siendo una mujer atractiva, aunque no lo crean hay gustos para todo y aun provoco los bajos instintos de los caballeros jaja.

—Por que presiento que esto será una mala idea…

Babani lanzó un hechizo para cambiar sus ropas y convertirlas en damas del distrito rojo, grandes escotes y vestidos sedosos y llamativos, además de un maquillaje cargado y peinados exuberantes.

—¡Listo! ya están listas, se ven como una mina de oro, seguro que muchos hombres las buscaran, ay ojalá yo fuera su cuidadora, seria muy rica gracias a ustedes, ahora me toca a mí.

—¿Qué es esta ropa? Vieja astuta, por lo menos nos hubiera cubierto la espalda. —exclamó Lucia avergonzada y añadió. —me veo tan vulgar…ay no.

—Con tal de comer, no me importa vestirme así por un rato. —dijo Magnolia mirando su vestido.

—¿Cómo me veo señoritas? —les preguntó Babani entusiasmada.

Al momento de verla, Lucia y Magnolia hicieron un gesto de incomodidad y muchos sentimientos encontrados, a Babani le colgaba todo y sus movimientos hacían que el bailara toda la piel sobrante.

—¡Por Dios abuela tápese! ¿acaso no le da vergüenza? —añadió Lucia horrorizada y agregó. —No quiero envejecer…me da miedo.

—Agradezco ser una vampira, jamás me vere tan horrenda, parece una pasa abuela ¿no hay algún hechizo que la rejuvenezca un poco?

—Ya lo olvidé, cuando lo recuerde entonces si seré más bella que ustedes dos juntas, tienen suerte de que los dioses no me vieran cuando era joven, se habrían enamorado de mí perdidamente, ¡jum! —Babani estaba furiosa y se cruzó de brazos haciendo corajes.

—Por más que lo intento, no puedo imaginarte joven, pareciera que siempre has sido una abuela. —manifestó Lucia con la piel de gallina al pensar que algún día podría verse así y añadió. —quizás ser vampira no es tan malo, después de todo, aun estamos a tiempo de volver al castillo.

—No bromees con eso, vámonos, el atardecer ya ha comenzado y me estoy muriendo de hambre, ojalá que todos ahí sean malos.

—¿Pues cuanta hambre tiene?

Nuestras amigas bajaron a Vanhelsey y sus ojos quedaron impresionados al ver la belleza de aquel lugar, el cual solo funcionaba de noche, cuando el sol se ocultaba, las luces se encendían en el distrito rojo y todo su esplendor recibía a sus visitantes, los cuales vaciarían sus bolsillos en ese lugar, a cambio de unas caricas.

—¿Alguna vez escuchaste de este lugar abuela? —le preguntó Magnolia con curiosidad.

—No, lo que se es lo que Anabel investigó, es una chica muy inteligente.

—Si, esa gallina puede ser de utilidad.

Mientras se adentraban, pudieron ver aquella vida nocturna, había mujeres muy hermosas y exuberantes invitando a los hombres a pasar el rato con ellas, en ese lugar abundaba el alcohol y los excesos.

—Este lugar me da mala espina, estamos rodeadas de viejos rabos verdes. —manifestó Lucia tratando de cubrirse el cuerpo.

 —Te equivocas, en este lugar, vienen todo tipo de hombres adinerados, se ve que consumir la mercancía es muy caro, carne de primera calidad, además de que también vienen soldados a disfrutar y derrochar su dinero en sus días de descanso. —exclamó Babani con los ojos bien abiertos.

—Déjame adivinar ¿todo eso te lo dijo la gallina?  —le preguntó Lucia con ironía.

—Su nombre es Anabel, recuérdalo la próxima vez. —expuso Babani señalándola con su huesudo dedo.

—Guarden silencio, siento una presencia maligna ¿puedes sentirla tu también abuela? —le preguntó Magnolia agudizando sus sentidos.

—Déjeme poner atención. —Babani cerró los ojos y después de unos segundos, puedo detectar aquella presencia abrumadora y añadió. —ya la percibí.

—¿Qué? ¿De que hablan? —preguntó Lucia confundida y añadió. —yo no siento nada.

—Para los humanos es difícil darse cuenta de todo lo que pasa así alrededor, ignoran todas las señales y continúan con su vida como si nada, si prestaran más atención, seguro se salvarían de muchos problemas.

—¿Y como se siente? ¿cómo puedo aprender a darme cuenta del peligro que a simple vista no se ve?

—Aprende a escuchar tu cuerpo ¿alguna vez se te ha puesto la piel de gallina sin ninguna razón? ¿has tenido el presentimiento de no ir a cierto lugar y no acercarte a cierta persona? — le preguntó Magnolia mientras le explicaba.

—Si, creo que sí.

—Bueno, empieza por ahí, inténtalo ahora. —le dijo Magnolia mirándola fijamente.

—¿Ahora?

—Si.

—Ok…bueno. —Lucia cerró sus ojos y comenzó a concentrase y a escuchar su cuerpo, de pronto, para su sorpresa, su piel comenzó a Erizarse hasta la nuca y añadió. —¡Puedo sentirlo!




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