Mi amante el villano (libro 3)

El día que te volví a ver

 

A donde quiera que iba Lía, encontraba dolor, abuso, violencia y masacres, rastros de las conquistas y el azote que dejaba el rey de todo Valeska, no había forma de negar su maldad, la crueldad que ejercía contra los que estaban debajo de él era imperdonable, tanta destrucción y esclavitud hacia que Lía sintiera un profundo pesar en su corazón y no dejaba de preguntarse ¿Cuándo fue que su amado se volvió tan malo? ¿será que siempre fue así? La naturaleza de un dios oscuro debía ser esta sin lugar a dudas, una donde la bondad no tenía lugar.

Lía y Eira caminaban por los escombros, había fuego, cenizas y muerte, cadáveres de niños y mujeres tendidos en la tierra ya calcinados, hombres empalados que habían tratado de defender a sus familias, el olor a carne quemada, cabello y huesos era nauseabundo.

—¿No hay sobrevivientes? —preguntó Lía con un nudo en la garganta.

—No, ni siquiera sus animales sobrevivieron, parecieras que no se llevaron nada de este lugar, es como si los hubiesen matado por diversión. —expresó Eira con seriedad.

Lía no se atrevía a preguntar quien era el culpable, tenía el nombre del villano en la punta de la lengua.

—Fue el ejercito de los dioses gemelos, a donde quiera que van dejan muerte y destrucción, por lo que veo, se dirigen al este ¿Qué debemos hacer? —le preguntó Eira mirándola fijamente, era evidente la lucha interna por la que estaba pasando su ama.

—Deberíamos ir tras ellos… —exclamó Lía apretando los puños.

—Eso va en contra de la ley del reino vampírico, no puedes intervenir en los mandatos del rey, es peligroso para ti, podrían acusarte de traición y el castigo por ese pecado es la muerte ¿segura que quieres involucrarte?

—El rey me ha exiliado, significa que ya no estoy bajo la ley ni su protección ¿Qué pecado podría cometer? ¿Qué ley estaría infringiendo? ¿Cómo podría quedarme de brazos cruzados cuando tanta gente está muriendo?, el ejército de los dioses es cruel y despiadado, no tiene sentido respetar eso.

—El ejercito actúa de esa manera por que esta bajo las ordenes de un tirano. —dijo Eira conteniendo su enojo.

Lía lo miro rápidamente y después regresó la mirada al piso, no soportaba que alguien más le recordara lo que ya sabía, Valeska y Emir tenían pecados imperdonables en la lista, eso era indiscutible.

—Ellos solo hacen lo que el rey les ordena.

—Lo sé, sigamos avanzando. —expresó Lía con gran seriedad.

Mientras más avanzaban más caos encontraban, había cuerpos con signos de tortura extrema y cuerpos despellejados tendidos encima del estiércol de los caballos y animales de carga, uno de los cuerpos que más impacto a ambos fue el de una mujer embarazada con el vientre abierto, alguien le había sacado a su bebé y se lo habían puesto en los brazos, esto horrorizó a Lía y al ver tanta crueldad no pudo contener las ganas de vomitar pues el olor era nauseabundo.

Eira estaba tan enojado que apretó los puños con fuerza, después de haber enterrado los cuerpos de la frustración y rabia que sentía agarró un palo y comenzó a golpear un tronco hasta que lo derribó.

—¡Ahhh! ¡son unos desgraciados! Malditos…. —gritó Eira le dolía el corazón por todo lo que estaban viendo, mientras más avanzaban la realidad se ponía más cruda.

—Si Valeska y Emir supieran lo que su ejército está haciendo, seguro que detendrían todo esto, ellos no serían capaces de tanto… —exclamó Lía, quien al ver la destrucción que al rodeaba se tapó la boca.

—Mi reina…se que tu corazón es bueno, buscas encontrar bondad en todo, pero en tus dioses solo hay odio y destrucción, su maldad no tiene límites, mira lo que han hecho, el daño que han causado ¿Por qué sigues justificándolos?

—No… cuando yo estaba con ellos, no hacían nada de esto y…—Eira la interrumpió y dijo:

—La mayoría del tiempo estuviste en el castillo, ellos aun no eran vampiros adultos, jamás los viste en campaña, nunca acompañaste a su ejército a las primeras conquistas, en nombre de los dioses, se han cometido crímenes imperdonables, en su nombre, miles y miles de almas llegan al inframundo y todas con muertes violentas, cada que llega un alma yo siento su pena y su dolor, Conozco a sus asesinos y se cómo murieron, no creerías la cantidad de espíritus en pena que culpan a tus dioses por sus muertes, ellos no son lo que tu piensas, no…

—Eira, basta, ya no quiero escuchar más, no quiero que me digas nada más de ellos.  

—¿Por qué sigues defendiéndolos? No se merecen que los protejas. —externó Eira quien no la comprendía y añadió. — mira lo que han hecho ¿aun piensas regresar a su lado?

—¡Ya fue suficiente! ¡te ordeno que dejes el tema ya! —Lía le gritó Eira y este enmudeció inmediatamente, después de ahí su recorrido estuvo en completo silencio, Eira caminaba con el ceño fruncido y Lía con el corazón dolido.

—¿Cuanta es la fe que te tengo que ni aun viendo las evidencias de tu delito te creo culpable? No puedo creer que la maldad es de lo único que estas hecho, se que eres malo, se que eres el villano de esta historia, pero aun así…me niego a creer que no tienes corazón, estoy segura de que no eres consciente de lo que tu ejercito hace ¿Dónde estás?  Ojalá mis ojos pudieran verte otra vez, en el espejo de tus pupilas carmesí podría saber toda la verdad…

—Eira… perdóname por haberte alzado la voz, no quise irritarme contigo, es solo que…

—Ellos son intocables para ti… —exclamó Eira con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—¿No existe alguien que ames más que a esos dioses?

Lía se quedó callada ante la pregunta inesperada de Eira, no entendía porque tenía esa actitud tan seria y no pudo responderle ¿Qué se supone que diría? ¿Si, estoy enamorada de este devastador? La bruja de la invocación guardó silencio y apretó los labios con fuerza, mientras que el hermoso cuervo siguió caminando con el ceño fruncido.




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