Mi amante el villano (libro 3)

La rendición del príncipe.

 

Llegué a pensar que lo que mis ojos estaban viendo no era más que una ilusión, un espejismo causado por mi propia agonía, todos esos sentimientos desgarradores del desamor se trepaban en mí tratando de despedazar aun más mi corazón, buscaba a mí hermano para insultarlo y reprocharle por todas las penas que inconscientemente me estaba causando, incluso pensé en retarlo, la tentación de robarme a su mujer me acosó por la madrugada, no estaba dispuesto a rendirme, no sin antes haber luchado por ella, se que un caballero debería aceptar un “no” y retirarse con educación y aceptación, pero yo no quería ser un hombre honorable, quería ser el villano, quería hacer enojar a mi hermano y demostrarle que yo era mejor que él, mejor para ella, que podía hacerla más feliz, quería probarle que era un desalmado y pronto un perdedor, antes de esta escena…yo pensaba ser el tercero en discordia, pero ahora… ¿ahora como sigo adelante con mis planes? Es la primera vez que veo esa sonrisa gigante en su rostro…. Y quiero que permanezca, ¿existe un amor aun más grande que el que se puede sentir por una mujer?

Hoy he descubierto que sí, esa sonrisa me hizo cambiar de parecer, no importa que tan hermosa sea ella y que tan enamorado crea estar, si mis acciones harán que mi único hermano extinga esa preciosa sonrisa…entonces me declaro como el perdedor, si mi egoísmo puede atentar contra su felicidad, la felicidad que creí que alguien como él no podía experimentar, prefiero ahora levantar la bandera de la paz y desertar en mis intensiones de conquistarla ¿Qué clase de villano haría algo tan vil como para causar un daño innecesario? ¿Cómo podría dañarte a ti mi querido y único hermano? Si te amo más de lo que digo odiarte, te amo tanto como para sufrir en silencio y sonreír ante tu felicidad, te amo tanto que podría intentar superarla con tal de que seas feliz, tan feliz como ahora.

Así que…hoy le digo adiós a mis deseos de tener una vida con ella, puede que un milagro transforme todo este amor en algo meramente fraternal.

Emir se dio la vuelta y entre lágrimas renunció a su amor por Lía, tenía la esperanza de sufrir en un mínimo de tiempo, ya que el dolor le ahogaba el pecho, pero al mismo tiempo la dicha de haber visto y escuchado la risa de su hermano le causaba una felicidad indescriptible, una que hacia que valiera la pena todo su dolor.

 Una vez que había avanzado un buen tramo, llegó hasta el otro lado del castillo, a sus jardines donde se sentiría más libre para llorar, pero cuando el sentimiento era más fuerte y las lagrimas le brotaban sin control, un portal se abrió frente a él y sus ojos se abrieron al ver a Eira que salía de el furioso.

—¡Maldito murcielago de mier…!

Cuando Eira lo vio y notó que estaba llorando (aun las lágrimas le escurrían por la barbilla al príncipe) se quedó quieto sin saber que decirle, pues estaban frente afrente, Emir se puso rojo de la vergüenza y rápidamente frunció el ceño.

—¿A dónde vas con tanta prisa rey del inframundo? — le preguntó Emir mirándolo fijamente.

—No es asunto tuyo, sigue lamentándote, tengo asuntos que arreglar con tu hermano. —Eira estaba muy enojado, el rey lo había mandado de vuelta al inframundo y no había podido regresar por que le había puesto un bloqueo, pero con su poder, Eira pudo romperlo.

—¡No iras a ningún lado! Estas en nuestro reino, si no guardas la compostura serás castigado.

—Suéltame, se te olvida que también soy un rey, no van a tratarme como aun simple ser sobrenatural. —Eira lo apartó de él y lo miró con enojo y añadió. — ¿Dónde está?

—¿Te refieres a tu ama? Esta ocupada, te sugiero que no la molestes.

—Mira, ricitos de oro, ahorita no estoy de humor como para aguantar…—De pronto, una voz elegante y femenina lo interrumpió, se trataba de Medea que lo había seguido, carraspeó su garganta y el sonido de sus tacones aproximándose hacia su rey llamaron su atención.

 —¿Hay algún problema mi señor? Recuerde que entre reinos debemos mantener la cordialidad. —expresó Medea con elegancia.

Emir se quedó callado, confundido ante la presencia de esta dama misteriosa y educada que emanaba un aura sabia y prudente.

—¿Medea? ¿Qué haces aquí? —le preguntó Eira y al instante se cerró el portal.

—Me tomé el atrevimiento de seguirlo, tenía la corazonada de que en su estado frenético me necesitaría.

—Tienes que regresar, no estamos en un lugar seguro, este es un nido de…

—Estarán en un lugar seguro si tu te comportas. —manifestó Emir con seriedad y después se dirigió hacia Medea. —Lamento discutir delante de tan educada dama, yo soy Emir, el príncipe y dios de la raza vampírica y los seres sobrenaturales ¿con quién tengo el gusto?

—Es un placer conocerlo, mi nombre es Medea de Eltsney, soy reina consorte del inframundo y esposa de Eira Eltsney, rey legítimo de la dimensión infernal.

—El placer es mío majestad. —Emir la saludo con educación.

Eira había olvidado que, a los ojos de otros, efectivamente Medea era su esposa, ella se acercó a Eira y lo tomó por el brazo.

—Me disculpo por la interrupción, como sabe, mi rey y la mujer que funge como hechicera en su castillo se han unido en un contrato almico, es inevitable que se preocupen el uno por el otro, no se si lo sabía, pero es algo que no pueden controlar, especialmente mi querido y apasionado rey, es el deber de un familiar permanecer al lado de su…amo.

—Ahora mi hermano y Lía se encuentran ocupados atendiendo…un tema importante, les aseguro que ella esta bien, cuenta con el favor del rey y por supuesto que el mío también, nadie le tocará un solo cabello amenos que quiera perder la vida.

—La ultima vez que vi al rey de todo, parecía que quería despedazarla con la mirada, me inquieta que este sola con él, así que si no te molesta.

Medea lo detuvo del brazo y lo acercó hacia ella y manteniendo la elegancia exclamó.




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