Mi amante el villano (libro 3)

Una cruel despedida.

 

¿En que momento nuestros destinos se entrelazaron de manera tan complicada? ¿Cuál era el fin de todo esto? ¿torturarnos hasta perder la poca humanidad que nos queda? la unión de nuestras almas terminó por destrozarnos el corazón a los tres, el rey de todo, mi único hermano, rompió el hilo que lo unía en un vinculo sagrado con la bruja de la invocación, dejando el mío que moribundo apenas si parpadeaba, ¿esto realmente tiene solución? Hoy vuelvo a ver a la mujer que tanto nos ama partir como una ladrona, en plana madrugada como si nos debiera algo, cuando somos nosotros los que le debemos todo.

Aun la amo, pero no intentaré detenerla, eso sería herirla más, me tragare mis palabras y mis impulsos, me obligaré a verla con otros ojos, con tal de no ser una daga para mi hermano, este vinculo parece más una maldición que un milagro, pobre Lía ¿Quién podrá consolarla?

No seré yo, tampoco será el rey de todo y desear que nadie la ame es completamente egoísta, pues al renunciar a su amor, implicará también dejar de lado los celos.

Antes de que Lía y sus familiares partieran, Emir pidió hablar a solas con el rey del inframundo, este lo miraba con rabia, pero las palabras del príncipe lo dejaron sorprendido.

—El hecho de que mi hermano renunciara a ella no significa que no le importe Lía, es todo lo contrario, este es el acto de amor más grande que lo vi hacer jamás, pero ella no lo verá de esa forma, yo no lucharé por su amor y tampoco es por que no la ame, ella necesita un hermano, un amigo y un aliado, seré cualquiera de esas tres cosas, pero me tomare el atrevimiento de pedirte que cuides bien de ella. —pronunció Emir mirándolo fijamente y añadió. —no se si esto te perjudicará con tu reina, pero es tu obligación como familiar dar la vida por tu ama, protégela como si ella fuera todo para ti.

—Seré lo que ella quiera que sea y te aseguro que no dejaré que tu hermano ni tú se acerquen nuevamente a ella, no hacen más que herirla, recogeré los pedazos y la resguardaré como a un tesoro, no necesitas pedirme como un favor que vele por mi reina, lo hago porque es importante para mí. —le dijo Eira mirándolo con desprecio.

—Lo sé, has demostrado ser fiel a ella, pero no te confundas, el hecho de que la deje ir no significa que no la buscaré, no pienso alejarme de su vida para siempre, recuerda que sigo vinculado a ella, no podrás impedir que se anhelen nuestras almas, pero como caballero te digo que la próxima vez que la vea, mis ojos la apreciaran como a una hermana entrañable.

—Si de verdad la quieres tanto como dices, déjala vivir en paz, todos sus sufrimientos han sido causados por ustedes, dioses de desgracia y calamidad.

—Probablemente somos peores que eso. —exclamó Emir con seriedad y Eira le dio la espalda dispuesto a marcharse, pero cuando ya iba a mitad del pasillo, Emir le dijo una cosa más.

—Haz que se enamore de ti…amala mejor que nosotros, por favor hazla feliz.

Estas palabras dejaron a Eira desconcertado y volteó inmediatamente, pero el príncipe ya no se encontraba ahí, no quería que nadie lo viera llorar y menos el hombre a quien le había entregado lo más preciado que tenía.

Así fue como Emir mostró lo mucho que la quería, solo deseaba que ella fuera feliz y creía que Eira sería el candidato perfecto para hacer que Lía se olvidara del amor que alguna vez sintió por ellos.

—Hija… —Beatriz estiró su mano hacia Lía para acariciarle el cabello, pero ver la expresión de sus ojos la hizo retractarse.

—Viajaremos por las tierras altas del sur, estar alejada de las personas le hará bien a la princesa. —exclamó Lilith mientras Lía estaba recostada en su lomo, con la mirada perdida.

—Entiendo, cuiden bien de ella. —Expresó Beatriz con un nudo en la garganta y añadió. —no olvides que te amo Lía.

—Iremos a buscarte pronto, tomaremos nuestros días libres he iremos a verte, esperamos que esos días lleguen pronto. —Leonardo se inclinó hacia Lía y le besó la frente.

—Ya nos vamos. —les dijo Eira sumergido en su profunda seriedad.

Antes de irse, Lía abrió los labios y sin mirar atrás exclamó.

—Cuiden bien del rey, procuren que se alimente bien, díganle que deseo que sea feliz.

Lilith corrió a toda velocidad mientras Lía se sujetaba de ella, los demonios bélicos miraron el castillo por ultima vez y se aferraron a su ama enroscándose en sus muñecas, mientras que Vinland llevaba a Medea en su lomo, pues aún permanecía con ellos.

—Lo haremos… —dijo Beatriz cabizbaja y ella y su esposo los vieron partir.

—A dios amado mío, espero que la próxima vez pueda mirarte a los ojos sabiendo que ya no vives en mí.

Lía abrió un portal y ella junto a sus familiares desaparecieron dejando a Leonardo y a Beatriz atrás.

—¿Cuántas veces tendré que verla partir? —le preguntó Beatriz a Leonardo y este la abrazó para consolarla.

—Espero que esta sea la última.

Mientras tanto, en el interior del castillo.

—Ella se ha marchado. —pronuncio el príncipe a su rey mientras este estaba sentado en su balcón con la luz de la luna iluminando su ferviente mirada.

—Es una buena noticia después de todo. —le respondió Valeska sin mirarlo a los ojos.

—Supongo que si…

Aquella madrugada se sintió eterna, se dice que, desde esa noche, el rey no volvió a ser el mismo, el príncipe se lamentó profundamente, pero continuó adelante por el bien del reino, ambos lo hicieron, la era de la conquista estaba muy cerca, al igual que los tiempos de guerra.

Desde aquella triste despedida pasaron unos días, Lía y sus amigos se fueron a vivir un tiempo a las montañas, aislados de la gente y ahí Eira le construyó una cabaña, antes de que eso sucediera, Medea regresó al inframundo y aunque Lía era su rival en el amor, trató de consolarla a su manera.

—El dolor nunca es eterno, es imposible que perdure tanto tiempo, debes comer, estas preocupando mucho a tus familiares. —le dijo Medea acercándose a ella.




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