Me encontraba corriendo como una loca, no me importaba tropezarme con todo lo que me encontrara en mi camino, mi padre estaba por entrar a nuestro territorio, no recuerdo cuando fue la ultima vez que lo abrace, casi olvido el olor de su cabello, el sonido de su voz, la ternura con la que me veía, solo quiero abrazarlo, aun no lo veo y ya no puedo contener mis lágrimas.
—¡Con cuidado Ginebra! —exclamó Selene preocupada de que se lastimara.
—¡Mi papá está aquí! ¿tienes idea de lo mucho que deseaba verlo? —manifestó Ginebra entre lágrimas.
Alejandro le había permitido el acceso a Víctor y no había dado tres pasos al interior cuando Ginebra saltó a sus brazos.
—¡Papá!
—¡Ginebra! —el abrazó estuvo lleno de besos, llanto y risas, ambos estaban felices de volver a verse.
—Mi niña, mira nada más, no has cambiado nada, sigues igual de joven y hermosa, mi preciosa Ginebra, no sabes cuanto te extrañe, añoraba el día en el que pudiera verte y abrazarte fuerte. —exclamaba Víctor llenándola de besos.
—Yo también deseaba verte, ahora que estas aquí mi vida es aun más plana y dichosa.
Ginebra tenía la intención de preguntar por sus gemelos, pero al ver a Alejandro y Reynar acercarse, dejó ese tema para después, cuando ella y su padre estuvieran solos.
—Víctor, lamento el recibimiento estricto, es una sorpresa tenerlo aquí, por favor siéntase bienvenido. —exclamó Alejandro extendiéndole la mano y Víctor lo abrazó con cariño.
—Alejandro, mi querido yerno, me alegra verte tan fuerte y saludable, siempre tan bien parecido.
—Veo que no viene solo ¿Por qué no salen sus acompañantes? —le preguntó Alejandro asomándose a la cabaña.
—¿Esa casa tiene patas de gallina? —preguntó Ginebra extrañada.
—¡No sean tímidas! Estamos a salvo, salgan.
De pronto, Anabel se agachó para que la casa quedara al ras del suelo y las chicas pudieran salir, abrió las puertas de par en par y la primera en salir fue Lucia que al ver a su madre corrió a sus brazos y las dos se echaron a llorar.
—¡Mamá! Mamita….
—¡Lucia! Gracias a Dios estas bien mi vida, mi niña…
—Creí que jamás volvería a verte, tenía miedo de que ya no pudiera abrazarte, perdóname mamá, fui una hija terrible, lamento haber sido tan mal agradecida contigo, te amo, nunca quiero separarme de ti. —le dijo Lucia ahogada en llanto.
—Ya no llores corazón, no importa que hayas hecho en el pasado, lo importante es que estas aquí conmigo, yo tampoco quiero separarme de ti jamás. —le dijo Selene abrazándola con fuerza.
Ginebra las miró con ternura, estaba feliz de que por fin pudieran reencontrase, inmediatamente después, Lucia se inclinó hacia Ginebra y le pidió perdón por haber sido mala con ella.
—Estoy muy arrepentida por mi comportamiento, le juro que he reflexionado en todas mis acciones, por favor perdóneme.
—No te preocupes por nada, deja de llorar que se te hincharan los ojos. —Ginebra le acaricio la cabeza y le sonrió amablemente, dando a entender que en ella no había resentimientos.
—Tu madre y tu vivirán aquí a partir de ahora, ya no tienen que preocuparse por nada. —le dijo Alejandro a Lucia con su voz imponente y gruesa.
—Se lo agradezco mucho señor.
—Papá, queremos presentarte a Reynar, nuestro hijo. —Ginebra le pidió a Reynar que se acercara y él caminó hacia ellos tranquilo.
—Vaya, eres tan parecido a tu padre, aunque tu cabello lo sacaste de Ginebra jaja, eres todo un guerrero hijo, yo soy Víctor, tu abuelo.
—Es un placer conocerlo señor. —dijo Reynar conteniendo su alegría.
—No me digas señor, soy tu abuelo.
Lucia no quería verlo a la cara, se sentía culpable por la muerte de Laila, pero Selene ya se lo había contado todo, él desvió la mirada hacia Lucia y ella miró rápidamente a otro lado.
—Yo también quiero presentarles a alguien especial, Elena ¿puedes venir un momento?
—Eh, si…
Elena se acercó a ellos avergonzada, estaba feliz y nerviosa al mismo tiempo, no sabía si la familia de Víctor la aceptaría.
—Ella es Elena, mi esposa, ya tenemos 10 años juntos.
—¿Tu esposa? —la expresión de Ginebra cambió drásticamente, no se esperaba una noticia semejante, nunca pensó en ver a su padre con otra persona, llegó a pensar que jamás se casaría otra vez, así que no sabia que decir, ni como reaccionar, ella estaba acostumbrada a ser la alegría de su padre, su princesa, su consentida, Elena era una extraña y no hizo más que sonreírle forzadamente.
—Es un placer conocerla señora Elena. —le dijo Alejandro y Reynar con amabilidad.
—Había escuchado mucho de ustedes, sobre todo lo que habían hecho en favor de la gente, admiro todo su trabajo, Ginebra, espero que podamos llevarnos bien y pasar mucho tiempo juntas. —exclamó Elena sonriente.
—Eh, si…
—¿Quiénes son ellas? —preguntó Reynar al ver que unos ojos rojos y brillantes se asomaban.
Lucia fue por ellas y las sacó de la mano.
—No se preocupen, todo está bien.
—¿Segura que no intentaran matarme? —le preguntó Magnolia rígida.
—Claro que no, ven, dame la mano.
—Ella es Babani, una bruja muy poderosa y de gran corazón, nos ha ayudado mucho en este viaje, ella es Magnolia y… —Magnolia la interrumpió.
—Yo me presentaré, gracias Lucia.
—Ok, está bien.
— Mi nombre es Aurora Fribarid, soy la concubina favorita del príncipe y dios de los vampiros Emir de Romany, he venido a someterme a la abstinencia, quiero recuperar mi humanidad.
—¿Qué?
Alejandro, Ginebra y Reynar se quedaron sin palabras ante aquella declaración y Magnolia añadió con determinación.
—Por favor, ayúdenme a recuperar mi humanidad.
Hola hermosas, gracias por leer un capítulo más de “mi amante el villano” espero les haya gustado, que tengan un feliz inicio de semana, las invito a leer “La reina cuervo” una historia llena de aventuras acción y romance que estoy segura les gustará, las leo en los comentarios.
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Editado: 11.03.2024