Mi amante el villano (libro 3)

Una decisión tomada.

 

Magnolia sabía que no podía arruinar su única oportunidad de convertirse en humana, lo sabía, así que se tapó la boca y se afligió por cómo se había expresado, pero no podía quedarse callada ante las injurias en contra del hombre que amaba.

—Lo siento… —expresó Magnolia con una gran angustia en el rostro.

—Si te abandonó, si te cambió por otra mujer, no es tan honorable como dices, un verdadero caballero se debe a una sola mujer, sea mendigo o rey. —le dijo Reynar mirándola fijamente.

—Ya fue suficiente Reynar, las personas que con libertad dicen lo que piensan merecen ser escuchadas.

—Pero…

 —Supongamos que aceptamos que paces aquí tu abstinencia ¿Qué harás después de que te conviertas en humana si es que sobrevives por supuesto? ¿Qué piensas hacer?

—Quiero vivir una vida tranquila señor. —expresó Magnolia con la mirada en el suelo.

—Mírame. —le dijo Alejandro haciéndola brincar del susto, tenía algunas cualidades de Valeska, esa intimidación que ocasionaba con su sola presencia influyendo respeto y admiración y su físico era como el de Emir, demasiado hermoso que parecía un sueño.

Magnolia no podía dejar de compararlos, Alejandro tenía todo el porte de un rey, aun se comportaba como uno, tenía elegancia, belleza, gracia, autoridad, esa típica mirada soberbia, superior, penetrante he irresistible la tenían él y todos sus hijos, incluyendo a Reynar.

—Si… —Magnolia trató de mirarlo fijamente, pero sentía que Alejandro podía leer sus más íntimos secretos y se puso muy nerviosa.

—Es imposible llevar una vida tranquila hoy en día, muy pronto estaremos en guerra, eso es algo inevitable, no podrás vivir pacíficamente lejos de aquí, si sobrevives, considera quedarte aquí, podrás rehacer tu vida sin problema.

—Pero padre… —Reynar lo miró inconforme y Alejandro añadió.

—Dije si sobrevive. —exclamó con una sonrisa ligera.

—¡Lo haré! ¡sobreviviré! Por favor enséñeme como debo someterme a la abstinencia. —le suplicó Magnolia haciéndole una reverencia.

—Comenzaras tu transformación mañana mismo, te daré los detalles más tarde, eres muy valiente para someterte a semejante tortura o muy ingenua para provocarte tu propia muerte.

—Si usted lo logró…entonces yo también señor. —dijo Magnolia apretando los puños por lo nerviosa que estaba.

—Yo tenía un propósito aun más grande para sobrevivir, más que solo vivir una vida tranquila, espero que tus verdaderos motivos sean tan grandes como para vencer la muerte. —Alejandro abrió la puerta y se fue con Reynar dejándola atrás, cuando salieron Magnolia descansó y se agarró el pecho por que le latía muy fuerte.

—Cielos…creí que no me creerían. —exhaló aliviada y añadió. — El amor es motivo suficiente para sobrevivir suegro…

Al ver que Alejandro y Reynar salían primero que Magnolia, Ginebra se acercó a ellos y se apartó con Alejandro un momento.

—¿Cómo te fue? ¿qué te dijo? —le preguntó Ginebra insistente.

—Mañana mismo se someterá a la abstinencia, hay que preparar la torre para que permanezca aislada de todos mientras pasa lo peor. —le dijo Alejandro acariciando su cabeza y añadió. —debo preparar algunos informes, prométeme que no la hostigaras con tus preguntas, es mejor para ti no saber algunas cosas, por el bien de tu corazón.

—¿Acaso no estuviste tentado en preguntarle sobre nuestros hijos? ¿sobre Lía?

—No, todo lo que debemos saber de ellos ya está dicho, sería insensato escudriñar entre vidrios rotos. —le dijo Alejandro con dolor.

—No digas eso Alejandro, algún día los veremos a la cara y les diremos cuanto los hemos echado de menos, somos sus padres después de todo.

—Te amo Ginebra, nos reuniremos para la cena.

—Está bien…

Ginebra redireccionó la mirada hacia Magnolia quien se encontraba adentro del despacho hablando con Baba, Selene y Lucia.

—Me hubieras dicho que era tan joven, parece que es el hermano mayor de los dioses, si me hubieses advertido que era tan intimidante habría preparado mejor mi discurso. —le dijo Magnolia a Lucia en forma de reclamo.

—¿Qué querías que te dijera? ¿Que era muy atractivo? Eso sería raro, además… —en ese momento, Ginebra entró cuidadosamente al despacho y al verlas charlar sonrió.

—Hola, no había tenido la oportunidad de presentarme contigo cordialmente, soy Ginebra, la madre de Valeska y Emir, esposa de Alejandro y también soy madre de Reynar, lamento si fue grosero contigo, ya lo regañé, se disculpará en algún momento, tiene un buen corazón.

—No se preocupe, entiendo el desprecio que su gente le tiene a los de mi especie, bueno, pronto seré una de ustedes, así que…

—Me gustaría que me acompañaras a un paseo, solo tu y yo, no hay sol, así que estarás bien ¿Qué dices?

—¿No tiene miedo de que intente atacarla? —le preguntó Magnolia extrañada.

—No, se ve que eres buena persona, si no, no hubieses ayudado a Lucia a escaparse del castillo, me encantaría poder hablar contigo a solas, por favor acompáñame. —exclamó Ginebra mirándola con intensidad.

—Esta bien, iré con usted.

Esta es mi oportunidad para convertirla en mi aliada, le brindare información de sus hijos a cambio de que me consiga la perla sanadora, por nada del mundo debo dejar que me la niegue, debe existir alguna manera para que pueda resistir la abstinencia y un futuro parto.

—Regresaremos antes de la cena, si Alejandro pregunta por mí, díganle que me fui hacer mis cosas por favor.

—Adelante Ginebra, no tengas pendiente. —le dijo Selene con una sonrisa.

—Nos vemos después. —exclamó Magnolia refiriéndose a Babani y a Lucia.

—Con cuidado pequeña, pórtate bien, si te da hambre comete un conejo. —le dijo Babani despidiéndola.

—Bueno, deberíamos descansar un poco, han sido muchas emociones. —propuso Selene, pero al instante Reynar apareció en la puerta.




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