Mi amante el villano (libro 3)

Perla sangrienta.

 

Ginebra había visto en los ojos de Magnolia, el mismo amor que veía en los ojos de Alejandro, no había en ellos un limite de sacrificio, quizá, ni siquiera conocían esa palabra, solo pensaban en darlo todo, hasta la ultima gota de su sangre, nada era demasiado y todo era insuficiente, el nivel de amor que debía sentir Magnolia por Emir era tan grande que cada que un amor así nacía en el mundo, debía ser respetado y reconocido, pues muy pocos amaban a ese nivel de sacrificio y entrega total.

Ginebra se descubrió el cuello brindándole a Magnolia la posibilidad de conseguir su sueño, no tenía idea si eso sería suficiente para resistir la abstinencia o si logaría quedar embarazada de Emir, pero al ver su amor, deseo fervientemente apoyarla, pues le recordó al gran amor que Alejandro sentía por ella.

—Vamos, no tengas miedo y bebe mi sangre, hazlo antes de que alguien nos vea. —le dijo Ginebra mirándola fijamente.

—Pero… ¿y si no logro detenerme? —exclamó Magnolia tragando saliva, no podía quitarle los ojos del cuello y podía ver como la yugular le palpitaba despertando un hambre voraz en ella.

—Lo harás, te apartaré cuando sienta que ya haz bebido suficiente, al ser una vampira, no tendrás las mismas consecuencias a que si fueras humana, no te dolerá, confía en mí.

—Trataré de detenerme, lo prometo. —Magnolia se relamió los labios y Ginebra la recibió extendiendo sus brazos para abrazarla he inmediatamente le clavó los colmillos haciéndola gemir de dolor.

Ginebra podía escuchar a Magnolia darse grandes tragos de su sangre, su respiración era sumamente agitada y emitía ligeros gruñidos y le enterró las uñas aferrándose a ella, la sangre de Ginebra era muy dulce y era como un poste para ella, así que se atragantaba y las pupilas se le dilataban.

—Ya fue suficiente Magnolia… —manifestó Ginebra con dolor, pero Magnolia seguía succionado y se fue al otro lado del cuello y la mordió con fuerza.

—Magnolia…detente… —Ginebra quiso apartarla, pero se sentía tan débil que perdió todas sus fuerzas y sentía que estaba a nada de desmayarse y pronunció con voz suabe los nombres de sus hijos —Valeska…Emir… mis niños…

Esto hizo reaccionar a Magnolia y se despegó de ella dejando que Ginebra se recostara en sus piernas.

—Lo…lo siento, me dejé llevar…yo.

De pronto, las venas de Magnolia comenzaron a brillar dibujándose en todo su cuerpo, se agarró el corazón por que le ardía como si estuviera envuelto en llamas y al instante, los malestares se quitaron, era como si la sangre de Ginebra hubiese intentado combatir al veneno vampírico que corría por las venas de Magnolia y cuando creyó que su cuerpo había vuelto a la normalidad, comenzó acelerarse en ella el cambio.

—¿Magnolia? —Ginebra estaba tirada en el suelo no tenía fuerzas para levantarse, recuperarse le llevaría unos minutos, estaba muy asustada por que Magnolia gritaba y se retorcía llena de dolor.

—¡Ahhhhhhh! ¡ahhhhh!

—Dios mío… ¿Qué sucede? No se supone que debería pasar esto. —como pudo Ginebra se puso de rodillas y gritó con todas sus fuerzas para que alguien viniera auxiliarlas, los gritos desgarradores de Magnolia terminaron llamando la atención de todos, especialmente de Alejandro quien corrió con todas sus fuerzas para ver qué estaba pasando.

—¡Ahhhhhhh!

—¿Qué esta pasando? ¿Es Magnolia? —preguntó Babani terriblemente angustiada.

—Sí…es su voz abuela... —Lucia y Babani se dirigieron a toda prisa siguiendo aquellos gritos de dolor.

—¡Ginebra!

—¡Mamá! —Alejandro tomó a su esposa en brazos y Reynar apuntó con su espada a Magnolia.

—¡No Reynar! —Ginebra estiró la mano para evitar que su hijo la lastimara.

—¿Qué creen que hacen? —exclamó Lucia mientras se acercaba.

—¡Aléjense de ella! —gritó Babani con fuerza, ella y Lucia la estaban protegiendo.

—¡Háganse a un lado! ¡lastimó a mi madre! —manifestó Reynar dejándolas absortas.

—¡No me lastimó hijo! Yo le permití que bebiera mi sangre…

—¿Por qué hiciste eso? Te pudo haber matado. —le dijo Alejandro furioso.

—¿Entonces bebió su sangre? —le preguntó Babani con preocupación.

—Si…solo quería ayudarla a sobrevivir a la abstinencia.

—Lo que hiciste fue acelerar su cambio, ya esta en estado de abstinencia. —exclamó Alejandro mirando fijamente a Magnolia y añadió. —lo que tu sangre provocó fue una doble agonía para ella, su cuerpo no solo esta lidiando con la desintoxicación del veneno vampírico, sino que también con la pureza de tu sangre que contiene el poder de la perla, sus posibilidades de sobrevivir son nulas.

—No…. —Ginebra se sintió muy culpable por haberle ofrecido algo tan peligroso, pero no tenía idea de que esto pasaría…

—¿Qué? ¿esta diciendo que no sobrevivirá? —le preguntó Lucia aguantando sus ganas de llorar.

—¿Cómo podría aumentar sus posibilidades para sobrevivir? —le preguntó Babani con un nudo en la garganta.

—Para que pudiera tener el uno porciento de probabilidad para sobrevivir, alguien tendría que darle energía vital, un tipo de magia mortal para quien la practique, es un hechizo prohibido. —exclamó Alejandro con seriedad.

—Yo soy una hechicera. —expuso Babani mirándolo fijamente.

—¿Eres lo suficientemente fuerte como para soportar ese hechizo? Cambiare mi pregunta ¿estas dispuesta a sacrificar tu vida ofreciéndosela a esa vampiresa?

—Lo haré…yo soy la gran bruja Babani, no pienso fallar en el hechizo.

—¡Espera abuela! ¡no puedes usar tu magia! ¡si lo haces perderás tu memoria por completo! ¡podrías morir! —exclamó Lucia aferrándose a ella, pero los gritos de Magnolia les aturdía el corazón y añadió con desgarró en la garganta ¡úsame a mí! ¡toma mi energía vital para salvarla!

—¡Lucia! —exclamó su madre con temor, pues ella y Víctor junto con Elena habían llegado hacía unos minutos.




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