Mi amante el villano (libro 3)

Hijo mío.

 

Te miras tan indefenso, tu piel es tan suabe y cuando miro a través de tus ojos, pareciera que veo dos piedras preciosas, no sabía que volvería a enamorarme otra vez hasta que te vi, mi corazón te ama de una manera inexplicable he infinita, amo todo de ti mi pequeñito, tu aroma, tu llanto y la forma en la que te aferras a mi dedo con tu manita, todo ese dolor se me ha olvidado, quedó en el pasado, ahora solo estamos nosotros, te enseñaré tantas cosas, todas las flores que huelen a primavera, voy a llevarte a pasear en bote para que sientas la brisa del lago, quiero que sientas la nieve de las montañas altas y que tus pies experimenten el cosquilleo de los pastizales de esta tierra.

Quiero que montes a Hordreck y puedas romper el viento en sus alas, anhelo que juegues con Beel y Emm y que te acorruques en Lilith mientras te canta una canción de cuna, no hay nadie mejor que ella para calmar la tristeza, deseo que conozcas a todos mis familiares y te columpies en las telarañas de Cardula, quiero que disfrutes de nuestra familia, de tus abuelos y de todos nuestros seres queridos.

Quiero que seas feliz hijito mío, voy a cuidarte tanto que prometo heredarte una tierra llena de paz y armonía para que puedas disfrutar de ella y crecer como un niño feliz hasta que el momento de volar de mi nido llegue, entonces me daré por bien servida cuando te vea convertido en un hombre de bien, uno con corazón de héroe.

—Su nombre será Aspen y se convertirá en un símbolo de esperanza para la humanidad ¿verdad que sí bebé? — Lía lo besó he inmediatamente todos se acercaron para verlo.

—Que hermoso bebé… —expresaron Magnolia y Lucia al ver sus ojos verdes y brillantes.

—Tu bebé será así de hermosa, por que se parecerá a ti. —le dijo Lía a Magnolia con una sonrisa tierna y Magnolia le correspondió.

—Jamás vi unos ojos tan bellos. —expresó Babani maravillada.

—No puedo creer que este tan grande, se ve que estas muy sano mi niño. —manifestó Ginebra entre lágrimas y lo besó en la frente.

—¿Puedo cargarlo? —le preguntó Beatriz a Lía conteniendo el llanto.

—Por supuesto que sí, eres su abuela. —exclamó Lía sonriente.

—Dios mío… pareces un muñeco, que precioso eres, te amo tanto… lo siento, pero ya no puedo más… —Beatriz comenzó a llorar a voz en cuello, estaba tan aliviada y feliz de que las cosas hubieran terminado bien que se pegó a Aspen al pecho y lo llenó de besos.

—Siempre voy a protegerte, no dejaré que nadie te haga daño pequeño. —exclamó Beatriz y al ver que Lilith se acercaba a olfatearlo, se lo puso para que pudiera olerlo y besarlo.

—Hola pequeño, soy yo, estábamos esperando tu llegada, te amo mucho bebé.

Aspen emitió un balbuceo que hizo que el corazón de Lilith se estremeciera y lo amó profundamente.

—Ahora yo quiero cargarlo. —dijo Ginebra y en cuanto lo recibió lo lleno de besos y mimos. —Te pareces tanto a él…

—Creo que deberíamos dejarlos entrar, los pobres deben estar muertos de la angustia. —exclamó Elena y les avisó que el bebé ya había nacido he inmediatamente entraron para conocer a Aspen.

—¿Podemos pasar? —preguntó Víctor y todas asintieron.

—Mira nada más lo grande que estas mi pequeño cazador jaja, dale gracias a los genes del abuelo que podemos ser todos guapos jaja. —dijo Reynar lleno de alegría.

Leonardo y Alejandro estaban poniendo todo su empeño en aguantarse las lágrimas, pero les fue imposible cuando lo escucharon balbucear, hacia pequeños quejiditos que les enternecía el alma.

—¿Quieres cargarlo tu primero? —le preguntó Alejandro a su amigo con la voz entre cortada.

—Vamos los dos, mira su carita….

—Cielos, están muy emocionados jeje. —expresó Beatriz al verlos llorar tan libremente.

—Más les vale borrar esto de sus memorias, ni siquiera yo mismo se lo que me pasa. —dijo Alejandro mientras lo cargaba en sus brazos, no pudo evitar ver a Valeska en su nieto y lo amó entrañablemente, quería compensar todo el tiempo perdido que dejó escapar con sus hijos y deseaba aprovechar cada momento cuidando y enseñándole todo lo que sabía a Aspen.

Leonardo por su parte se sentía tan orgulloso de Lía por haber traído al mundo a un ser tan maravilloso, le había devuelto la alegría y a través de él podría cumplir su sueño de tener un hijo varón, sus deseos de proteger a su familia eran más grandes que nunca.

Lía estaba exhausta, pero conmovida por ver todo el amor que Aspen estaba recibiendo, todos estaban felices de recibirlo y le daban la bienvenida con besos y cariños, pero entonces entró Eira acompañado de Medea, sus ojos se dirigieron al bebé y después a Lía y le sonrió con tristeza, ella sabía que algo no estaba bien.

—Te vez hermosa, eres la mujer más bella de todas, con razón Aspen parece un ángel. —le dijo Eira mientras le daba un beso.

—¿Estás bien? te veo algo triste…. —le dijo Lía mientras le acariciaba el rostro.

—No te preocupes por mí, deseo que te recuperes pronto, te vez muy cansada y perdiste mucha sangre.

—Estoy mejor ahora que Ginebra me curó, ven, quédate conmigo, te extrañé mucho, he estado pensando en nosotros y me gustaría que en algún momento regresáramos a la cabaña, estaba pensando que en un futuro podrías enseñarle a Aspen a tallar figuras de madera ¿te imaginas que sea carpintero? También podemos ir a pescar con él, ay sería muy bonito salir de picnic ¿no crees? Quiero estar con los hombres que amo y vivir una vida tranquila y pacífica.

Escuchar a Lía hizo que el corazón de Eira se rompiera, nada de eso podría ser posible por más que lo desearan, pues ellos no estaban destinados a estar juntos, su amor era prohibido y condenable, no sabía cómo decirle que pronto tendrían que separarse y eso le dolía en el alma.

—Felicidades por el nacimiento de su primogénito, deseo que su bebé tenga una larga vida. —exclamó Medea con seriedad.




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