Mi amante el villano (libro 3)

Ríos de sangre y lagrimas.

 

Dafne se convirtió en una de nuestras primeras bajas, el grito de dolor que Blander emitió fue simplemente desgarrador, estaba fuera de sí, completamente consumido por la ira y el deseo de venganza, le quitó la vida al asesino de Dafne y con el hacha con que la había decapitado lo descuartizó, era peligroso que siguiera cegado por su dolor, eso lo convertía en una presa fácil para el enemigo.

—¡Blander cuidado! —exclamó Bocky quién le enterró su espada a un soldado del ejército infernal que quería degollarlo.

—¡Suéltame! ¿Qué no vez que le quitó la vida a Dafne? Por Dios mírala… —declaró Blander mientras sostenía su cabeza.

—No hay tiempo de llorar amigo… —le dijo Bocky con dolor en su corazón.

—Pero yo la amaba…

Mientras esto pasaba, uno de los monstruos de Valeska que Cicero creó para él apareció frente al cuerpo de Dafne y se la tragó, el nombre de esta criatura era “aberración” pues era un fenómeno, un experimento de Cicero para crear engendros obedientes para unirlos al ejercito de su señor, estos seres eran deformes, una mezcla de las partes de las criaturas que secuestraba y torturaba en su laboratorio para jugar a ser Dios y vomitaban acido aun a largas distancias.

—No…. ¡Dafne! —gritó Blander completamente desquiciado y corrió hacia la aberración y esta lo recibió con un gran chorro de vomito acido y lo derritió, no quedó ni un solo hueso.

Bocky estaba en shock, completamente impactado al ver tan brutal escena, entonces los centinelas encargados de anunciar las bajas, lanzaron al aire dos luces azules anunciando la caída de dos grandes guerreros, cuando un cazador moría, se lanzaban estas luces en su honor y al ver el cielo pintado de este color, el corazón de sus compañeros se encogió.

La aberración estaba por vomitar otra vez, pero ahora en dirección a Bocky, pero este le lanzó su espada a la cabeza y lo derribó salvándose de aquel horrible destino.

—¡Ahhhhhh! —el gritó de guerra de Bocky solo reflejaba la impotencia de haber perdido a dos amigos suyos, pero el tenía razón, no había tiempo de llorar y debía descargar sus sentimientos en el campo de batalla.

Por otro lado, Sasha y Lucia, lograron llegar al lugar donde se encontraba Ginebra, la pobre estaba sudando a gotas, estaba curando a todos los que podía y algunos se le morían en las manos, cuando vio a Lucia y a Sasha y ver el estado en el que se encontraban las priorizo, pues eran guerreras indispensables.

—Por Dios ¿Qué les pasó? —les preguntó Ginebra al verlas tan heridas.

—Dafne esta muerta…y Blander también…. —exclamó Sasha temblando y llorando a voz en cuello.

Al escuchar la noticia, Ginebra sintió una gran pena y le dolió profundamente, envueltas en lagrimas fueron curadas por Ginebra a quién le temblaban las manos de los nervios y la adrenalina que sentía.

—Esto no puede estar pasando…sabía que la guerra era cruel…pero no así… ¿Cuántos más tendrán que morir en nombre de la libertad? —se decía Ginebra en sus adentros.

Lo que ella no sabía era que esto apenas comenzaba y el verdadero enemigo estaba aun de pie, burlándose de toda esa desgracia.

Mientras tanto…

—Dos, seis, catorce…¿Cuántas luces más lanzarán los centinelas?  Nuestros cazadores muren uno por uno a manos del ejercito infernal. —exclamó Lía con gran pesar y añadió. —no podemos seguir perdiendo soldados, nos superan en número…

Lía podía ver la gran batalla desde las alturas, Hordreck cortaba el viento con sus esplendidas alas, el momento de demostrar el poder de sus llamas había llegado, así que Lía extendió sus manos y usó un hechizo de protección con los guerreros que identificaba antes de ordenarle a Hordreck un ataque.

 —¡Hordreck! ¡incinéralos a todos! —gritó Lía a voz en cuello y el dragón rojo abrió el hocico y lanzó un gran torbellino provocando un gran incendio, los ataques de Hordreck eran brutales y era una ventaja para el ejercito que peleaba contra la bruma.

—¡Ahhhh! ¡cuidado! —gritó el ejercito infernal y todos temían aquel dragón y a su capacidad para hacer daño, él compensaba a los soldados faltantes y Lía estaba orgullosa de él.

—¡Bien hecho Hordreck! Buen trabajo.

—Me complace ayudar ama. —le respondió él, mientras sobrevolaban los cielos.

El enemigo ya tenía la mira sobre él, pensaban matar dos pájaros de un tiro, al dragón y a su jinete.

—Maldita lagartija…si sigue así acabará con nosotros en el siguiente ataque, no podemos permitirnos más bajas, recuerden que debemos entrar a la ciudad de los cazadores para conquistarla.

—¿Y que hacemos señor? La señora Beatriz no nos ha dado ninguna orden de derribarlo.

—¿Crees que tiene tiempo de decírnoslo? ¡asesinen al dragón y derríbenlo!   —gritó aquel general.

Y la orden de herir a Hordreck de muerte, llegó a oídos correctos, así que un grupo de hechiceros se juntó para invocar una runa que sirviera como un disparador de cañón con la capacidad de perforar una montaña y mientras Lía y su dragón rojo quemaban a otro batallón enemigo, la orden fue dada.

—¡Disparen!

—¡Lía! —gritó Eira, al presenciar como el cañón de luz había sido disparado a toda velocidad.

Como en cámara lenta, el cañón de poder iba enfocado a toda velocidad ante el gran dragón, Lía estaba aferrada a él, cuando su corazón tubo un mal presentimiento.

—Hordreck, después de este ataque regresa a tu lugar de descanso, no me siento cómoda arriesgándote.

—Mi señora, yo estoy feliz de servirle, es mi deseo permanecer a su lado hasta el final, déjeme ser su arma y ayudemos juntos a ganar esta guerra, le seré de utilidad. —exclamó su dragón rojo con esa voz gruesa que lo caracterizaba.

—Mi querido amigo, tu valentía me humilla, es un placer pelear a tu lado.

—Lo mismo digo, princesa.

En ese momento, la piel de Lía se le erizó hasta la nuca, cuando escuchó el estruendo del disparador, ya era demasiado tarde, vio cuando el cañón apuntaba directamente hacia ellos y cuando quiso crear un portal para moverse de ahí, ya era demasiado tarde, pues el cañón apuntaba más a Lía y Hordreck se elevó poniéndose enfrente para recibir el daño en su lugar y el ataque le perforó el corazón, derribándolo como un pájaro.




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