Mi amigo de la infancia es un sinvergüenza

Prologo

Luis estaba sentado en el escritorio de su cuarto, con la cabeza enterrada en su laptop cuando sus padres entraron en la habitación. Al ver la expresión seria en sus rostros, Luis sintió una punzada de preocupación en el estómago.

"¿Qué pasa?", preguntó.

Sus padres tomaron asiento al lado de él. Luis notó que ambos parecían nerviosos y eso solo hizo aumentar su preocupación.

"Hemos estado hablando y hemos decidido que es hora de que vayas a la universidad", dijo su padre, sin rodeos.

Luis parecía no estar sorprendido. No era la primera vez que tenía este tipo de conversaciones con sus padres. Después de dos años de estudiar por su cuenta programación, sus padres le pedían otra vez que fuera a la universidad. Pero la idea de ir allí y perder el tiempo en clases y tareas que no le servirían de nada lo hacía sentir abrumado.

"¿Por qué tengo que ir a la universidad? La educación con respecto a programación es muy pobre allí, la mejor forma de aprenderlo es por cuenta propia"

Respondió, tratando de convencer otra vez a sus padres.

"He estado aprendiendo programación por mi cuenta y me está yendo muy bien. La universidad no me ofrecería nada que no pueda conseguir en línea".

Su padre suspiró y le explicó que la universidad le daría la oportunidad de aprender de los mejores profesores y tener acceso a recursos y oportunidades que no estarían disponibles para él de otra manera. Además, le recordó que un título universitario sería muy valioso a la hora de conseguir trabajo en el futuro.

Él sabía que lo que él decía no era cierto, la universidad no te garantiza nada y los profesores no son siempre los capacitados, sobre todo en una profesión muy cambiante, donde normalmente las universidades están atrasadas 3 o 5 años de las nuevas tecnologías.

Aunque Luis entendía lo que decía su padre, él había crecido en una época diferente, donde ir a la universidad era sinónimo de haber "triunfado en la vida". Le gustaba la idea de tener control sobre su propio aprendizaje y temía que la universidad pudiera limitar eso. 

Al final, después de mucho discutir, acordó ir a la universidad, aunque sin mucho ánimo. Esperaba que la experiencia valiera la pena y que pudiera seguir aprendiendo y creciendo como programador.




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