Mi Amor de Secundaria

Capítulo 2.— El lado idiota

 

Estoy al borde del colapso al verlo ahí parado, frente a mí, todo el ruido a mi alrededor desaparece y mi mundo se centra en él, viéndolo estrechar su mano con el director mientras le sonríe de una forma que podría causar un paro cardíaco a mi débil corazón.

El director pide silencio y luego de unos segundos todos nos callamos, aún existiendo murmullos bajos de algunas chicas que hablan entre sí sobre Chris. Yo presto la mayor atención del mundo cuando el director le ofrece el micrófono y su melodiosa voz sale por los parlantes del escenario.

—Bienvenidos a todos, chicos y chicas, hoy comienza un nuevo año para todos aquellos y aquellas que deciden comenzar aquí. Un aplauso principalmente a los chicos y chicas de primer año, quienes comienzan su nueva etapa en el Instituto Belmont.

Al instante todos aplauden, incluyendo a los de primer año, quienes se sienten realmente nerviosos y entusiasmados por la atención que el resto de la preparatoria les da. Desde el micrófono, Christian pide silencio nuevamente y se aclara la garganta.

—También quiero recalcar el hecho de que tanto yo como mis compañeros de último año, junto con nuestra clase contraria, no estaremos el año entrante. Así que en conmemoración a todos los de último año, quiero decirles que espero que disfruten su año de la mejor forma posible. Un aplauso enorme hacia ellos.

Todos volvemos a aplaudir, mis manos chocan una contra la otra lo más fuerte posible y escucho como los chicos y chicas de mi clase gritan fuertemente. Mientras que los de la clase de Christian (que también son de último año) simplemente aplauden.

Exceptuando a las chicas, quienes gritan cosas para Christian pero él las ignora, ya debe estar acostumbrado. Su atención se enfoca en mi clase, quienes lo festejan sin darle cumplidos absurdos y durante un segundo nuestras miradas se cruzan.

Sus ojos ven a los míos y definitivamente mi corazón se sale de mi pecho, dejandome con la boca abierta por la profundidad de ese color azul. Su mirada sigue pasando por el resto de mi clase y sonríe. Fueron segundos que se sientieron una eternidad.

Una hermosa eternidad.

—¿Erica?—Me llama Madison, pasando su mano frente a mi cara repetidas veces.

—Dime.— Le respondo aún viendo a Christian embobada.

—¿Qué fueron esas miradas?—Cuestiona y yo salgo de mi trance casi de un salto, volteandome a verla.

—¿Tú también lo viste?

—Em, sí, te miró.

—¡Y no fue un sueño!-Grito, aprovechando que aún hay alboroto en la cancha.

—No te emociones, solo fue una mirada rápida.

Bufo,—Algo es algo, ¿sabes?—Suspiro, cruzando los brazos sobre mi pecho.—Además, no sabes lo hermoso que es cuando esos ojos azules te miran, aunque sean un segundo.

Ella se ríe, dandome palmadas en el hombro.—Ya lo creo.

Christian espera pacientemente a que haya silencio nuevamente para poder terminar su discurso mientras que los profesores se bajan del escenario y van hasta los alumnos de su clase para pedirles silencio. Al instante vuelve el silencio, permitiendo las siguientes palabras de mi querido Grey.

—Para terminar, quiero darle las gracias a los profesores y directivos del instituto, quienes están ahí para nosotros cada año, enseñándonos sobre sus especializaciones y guiándonos hasta un futuro prometedor. Me despido y quiero que ustedes también lo hagan, ofreciendo un enorme aplauso a ellos, nuestros queridos líderes de la enseñanza en Belmont.

Todo el mundo vuelve a aplaudir, algunos chicos chiflan y gritan cosas buenas hacia sus profesores que probablemente conocen de años anteriores. Estos suben al escenario junto con el director, quien toma el micrófono nuevamente.

—Muchas gracias a todos. Espero que todos juntos podamos tener otro año lleno de logros estudiantiles, y por parte de ustedes, hagan nuevos amigos y creen recuerdos inolvidables. ¡Suerte en su primer día!

Y con esto, los profesores hacen una especie de reverencia abrazándose entre todos para luego volver a bajar con sus estudiantes. Todos nos levantamos y clase por clase va regresando dentro de la preparatoria.

Con mi mente en las nubes, siento como una mano se desliza por mis hombros y me abraza de costado. Es Mason, mirándome con una sonrisa pícara y los ojos entrecerrados mientras formamos la fila para volver al salón pero esperamos a que las otras clases se vayan.

—Vi eso.—Él sacude mi hombro.—Debes sentirte fuera de este mundo después de esa mirada que te dio, ¿o no pequeña acosadora?

Sonrío avergonzada,—No puedo mentirte.

—Claro que no.— Me responde con una sonrisa enorme.- Seguro se te volaron las panties.

—¡Mason!—Le digo molesta y él solo rie.

—Déjala en paz, Señor Mc Pato.—Dice Madison acercándose a nosotros.

—Dame un respiro Madi.—Suspira Mason, soltandome.

Yo solo sonrío y veo como las clases se van en orden, comenzando con las de primer año hasta la nuestra. Comenzamos a caminar por el pasillo libre entre las sillas hasta que veo como la clase de último año contraria a la nuestra se mezcla con nosotros y pasamos todos por el mismo lugar.

Generalmente no nos llevamos de lo mejor, pero hay algunas excepciones, aún así pasar junto a ellos no lo vuelve del todo cómodo.

Voy última en la fila junto con Mason y Madison, para no mezclarnos con la clase. Camino detrás de ellos, mientras que están ocupados discutiendo y volteo a ver el escenario ya vacío. Suspiro, esbozando una sonrisa al recordar al esplendoroso chico que hace que mi cabeza salga del planeta.

Sin darme cuenta me detengo, aún recordando el discurso y mi clase sigue, dejándome atrás. Me quedo unos segundos ahí hasta que mi recuerdo llega a su fin y vuelvo a la realidad en donde veo que estoy completamente sola, ya no hay profesores, ni alumnos, solo una cancha llena de sillas con un escenario completamente vacío.




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