Soy el centro de atención.
Ya lo era de hecho, desde que ese cartel en la pizarra de la escuela se colocó, anunciando a todo Belmont mis deseos y sentimientos por Christian.
Mi mano tiembla ante la bofetada que le di, doliendome más a mí que a él.
Ese rostro que tanto me encanta está de perfil con un leve enrojecimiento por el golpe, sin embargo, Christian no parece tan afectado por eso. Se voltea a mirarme completamente sorprendido y yo solo puedo sonreír, causando aún más lágrimas que inundan mis ojos, pero las retengo.
—¿Soy una diversión para ti?—Digo susurrando, aunque se escucha perfectamente ya que todo el mundo se detuvo a nuestro alrededor, espectando.
Él arruga sus cejas y yo solo continúo,—Al parecer, los sentimientos de otras personas te parecen un juego.
Sus labios se abren para hablar pero antes de que pudiera decir algo desenvuelvo la bola de papel en mi mano, estirandola hacia él.
Christian toma la hoja y lee el título, luego me observa,—Yo no hice esto.
—¿Ah no?—Pregunto sarcásticamente,—¿Entonces qué?, ¿Acaso alguien más lo hizo?
—No lo sé.—Me responde, su indiferencia me hace enojar aún más.
—No lo sabes, claro. Dime una cosa,—Mi dedo índice toca su pecho, señalandolo—¿Por qué se divulgó esto luego de que tú lo supieras, Christian?
Él se encoje de hombros,—Sigue sin ser mi culpa.
—Eres el único capaz de esto, ¡No me jodas Harrison!—Grito y las lágrimas ruedan por mis mejillas, él se tensa y estira su mano hacia mí,—¡No!—Abofeteo su brazo antes de que pueda alcanzarme,—Lo peor es que hasta inventaste más.
—No sé de qué hablas, pero–
—"Erica Beckett, una simple zorra que acosa a Christian Harrison"—Imito la nota que encontré en mi casillero y río abiertamente.
Todos a nuestro alrededor murmuran cosas pero no me importa, nada puede empeorar esta situación, ya nada es más malo que esto.
Christian ve a su alrededor y luego me mira,—Escucha.
—¿Ajá?—Me cruzo de brazos, esperando alguna clase de disculpa.
—Yo no he hecho esta mierda.—Él arruga el papel que le di y lo tira al suelo,—Deja de echarme la culpa por estupideces tuyas.
—¿Estupideces?—Digo esbozando una sonrisa,—¿Ahora son estupideces?, bien.
Pongo las manos sobre mi cintura y lo miro de forma desafiante, como si no importara el hecho de que aún tengo la cara mojada y los ojos algo rojos por las lágrimas.
—Lamento decirte esto campeón pero,—Llevo un dedo a mi boca y lo muerdo ligeramente,—haciendo este tipo de cosas contra mí no cambia el hecho de que no fuiste suficiente hombre para hacer que me toque.
Le digo, recordando la conversación que tuvimos en la cancha de básquet donde le confesé mi secreto y él me sedujo a propósito para que me tocara.
No eres el único con chismes para contar, Grey.
Todo el mundo abre los ojos en grande y respira para sus adentros, mientras que yo solo me cubro la boca fingiendo sorpresa por haberlo dicho en voz alta.
Él aprieta los puños a sus costados y yo solo puedo sonreír, mi corazón aún duele por el hecho de que Christian haya divulgado mi secreto.
Estoy segura de que fue él.
Aunque no tenga pruebas en su contra, los únicos que sabían de esas cosas eran Madison y Mason, pero ellos no harían algo así, no los creería capaces, y si existiera una pequeñísima posibilidad de que pasara, lo habrían hecho hace tiempo porque esto no es algo del momento. En cambio, Christian se enteró la semana pasada y a la siguiente ocurre esto.
Christian...
Otra vez es un idiota. Doblemente un idiota. Idiota al cuadrado.
Lo veo fulminarme con esos ojos azules que tienen una profundidad tan hipnotizante, pero que también son capaces de congelarte si él lo quisiera así. En mi caso, de repente siento frío, y mucho.
Como si el universo estuviera de mi lado por una vez en la vida, el timbre suena, obligando a todos los alumnos a seguir su camino hacia sus clases, de otra forma los profesores tendrán que venir a llevárselos.
En el momento en que le doy la espalda para caminar lejos de él paso una mano por mi cara, limpiando los rastros de mi llanto. Me alegra no tener que maquillarme para la escuela, de otra forma estaría mucho peor.
Doy la vuelta al pasillo y estoy a punto de subir las escaleras al segundo piso cuando alguien me tira tan fuerte del brazo que caigo para atrás, sin embargo, mi espalda no alcanza el suelo sino un cuerpo más grande que el mío.
Soy arrastrada por el ya desolado pasillo y me dispongo a gritar pero una mano cubre mi boca, ahogando el ruido. Ladeo mi cabeza en el proceso y veo como un Christian totalmente molesto me secuestra.
Entramos a un salón vacío y él me suelta, obligandome a voltearme, luego me alza como si fuera una bolsa de papas y me sienta bruscamente sobre el escritorio del profesor. Me propongo a bajarme pero estando en el borde, su cuerpo se pega al mío entre mis piernas, impidiendome escapar.
Otra vez estoy sin salida de Christian.
—Déjame en paz.—Le digo intentando empujarlo sin éxito.
—Tienes un gran problema ahora mismo, Erica.
Su voz es imponente y ronca. Es la primera vez que dice mi nombre y mi torpe corazón se estremece ante la profundidad de su pronunciación.
Al no poder empujarlo, decido mover una de mis piernas por encima del escritorio para poder bajarme pero Christian presiona mis muslos contra el mismo, logrando dejarme inmóvil de la cadera para abajo.
—Tú comenzaste.—Digo, nerviosa por el hecho de que sus manos están sobre mis muslos, rozando el borde de mi falda.
—¿Así arreglas tus problemas?, provocandome frente a otras personas.—Se inclina hacia mí y yo solo retrocedo hacia atrás sosteniendome sobre mis manos,—¿Crees que no haré nada al respecto?
Trago grueso,—No era eso lo que sucedió.
—Así fue para mí.