Las miradas dicen más que mil palabras.
Esa típica frase que uno encuentra en internet, en poemas, incluso en imágenes lindas de pinterest. No creía en los versos que las personas solían decir porque, ¿cómo es posible que una mirada diga más que mil palabras?, hablar es la forma de comunicación más útil y efectiva. O eso pensaba hasta que me sucedió. Ahí, en esa misma cocina, con el chico que tanto me gusta acorralandome. Pidiéndome algo con un simple 'por favor' que no basta. Pero su mirada..
Su mirada me decía mucho más que un simple 'por favor'. Sus ojos llenaban ese vacío que sus palabras insistentes no podrían. Desvié la mirada, no podía soportarlo.
Christian estaba a centímetro y medio de mí, mirándome como nunca nadie ha hecho y provocandome cosas que nunca nadie provocaría. Si hay algo que pude destacar de él desde que comenzó este rarísimo algo que tenemos, es que su mirada en mi es su forma de hacerme saber qué pasa por él en el momento y ahora mismo, tal y como aquella vez en el salón vacío del instituto, donde me aseguró no haber divulgado mi secreto, Christian me estaba mirando con la mayor sinceridad que le es posible reflejar en el océano de sus ojos azules.
Me mordí el labio, pensando en qué hacer o decir. Me negué a mirarlo aún. Entonces pensé en el sueño de toda chica que es como yo: Modelar con él. Adentrándome en mi realidad, estaba ante el tan soñado Christian Harrison, escuchando como me pedía ser la modelo que lo acompañara en el próximo mes para una agencia exitosa.
Volví a mirarlo y usé toda mi fuerza de voluntad para mantener mi firmeza.
-Voy a pensarlo.-Decidí finalmente.
¿Qué pasa conmigo?
La Erica que pasó cuatro años deseando tanto a este hombre frente a mí, diría que si, pero no lo estoy haciendo y no puedo entender por qué. ¿Tal vez intento hacerme la difícil?, no, no puede ser eso. No después de haber querido besarlo en un salón vacío antes de clase, bailar para él en su fiesta, dejarlo tocarme como lo hizo en su camioneta.
¿Tal vez es otra venganza?, Christian ha estado jugando conmigo varias veces desde que comenzó todo y debo admitir que fue un verdadero idiota por haber hecho eso. Además, aún sigo dolida por el que me haya rechazado de la forma que lo hizo el primer día y luego de eso hace tantas otras cosas.
Mientras tanto, él sonríe y la arrogancia vuelve a su rostro, desapareciendo cada pequeño rastro de honestidad en sus suplicas. Él me toma del mentón y suelta una risa cuando arrugo mis cejas al fin.
-No te podrás resistir por tanto tiempo.
-Puedo arrepentirme y directamente darte un no.-Advierto, desafiandolo.
-¿Podrías decirme que no ahora?-Su mirada penetra la mía mientras continúa,-¿Enfrentarme así y lograr negarte?, yo no lo creo.
Tenía razón. No podía. Pero no quería darle el gusto.
Vuelvo a desviar mi mirada,-No.
-Dilo-Su mano sostuvo mi barbilla y me obligó a mirarlo,-Pero viéndome a los ojos.
Me limité a permanecer en silencio, observándolo mientras que su existencia provocaba de todo en mi interior. Quise resistir porque sabía que no era capaz de decirle que no de esa forma, él también lo sabía y fue cuando deduje que acompañaría cómodamente mi silencio hasta que decidiera rendirme. Consideré cerrar los ojos pero me asustaba el saber qué podría hacer aprovechando el momento en que dejara de verlo, así que suspiré, levantando los brazos a mis costados en forma de derrota.
-No puedo.-dije en forma de berrinche.
-Lo sé.-Se me queda viendo y me inquieta pensar que intenta burlarse de mi incapacidad de alguna forma hasta que sus labios se acercan a mi cara y siento que me incendio cuando deja un beso en mi mejilla,-Yo tampoco podría si fuera al revés.
Él vuelve su cabeza hacia atrás para echarme un vistazo y segundos después se tensa como yo por el beso que acaba de darme. Nos quedamos observando como dos idiotas que no saben que hacer ante una acción tan inesperada hasta que alguna parte de mí a la que agradezco tanto decide cambiar el tema de conversación.
-¿Qué tienes con este trabajo?
Su sonrisa torcida vuelve,-¿Quieres que vuelva a decirte por qué lo acepté?-Se encoje de hombros,-Bien, me parece tan excitante que tú-
-Christian.-Lo corto por el bien de mis mejillas, las cuales estaban a punto de arder otra vez,-Me refiero a eso que dijiste sobre que no te gusta.
-Ah, eso.-Yo asiento y él se separa un poco de mí, aún con sus brazos a los costados de mi cuerpo sobre el lavabo.-Supongo que tampoco me gusta lo que esa carrera hace en las personas.
-¿A qué te refieres?
Él baja sus brazos, los cuales me acorralaban y se apoya contra la mesa isla que está detrás de él,-Digamos que mi padre no ha estado tan presente desde que está ahí.
-¿Ocupa todo su tiempo?
-Prácticamente vive en la agencia desde hace años.
-Como lo siento.-Le digo de forma honesta.
-No puedo quejarme.-Cruza los brazos sobre su pecho,-Gracias a su empleo tenemos todo, además fui criado un par de años por mi hermano y ahora cuido de Audrey.
-¿Elliot cuidó de ti?
Christian tiene un hermano mayor y sí, su nombre es Elliot, tal y como en la película. A veces pienso que sus padres eran videntes y no fue casualidad el que Christian y su hermano tengan exactamente el mismo nombre que en 50 sombras de Grey. La única con un nombre común es Audrey, aunque a veces me gustaría llamarla Mía y ahí está, toda la familia Grey en la vida real. Todos apuestos y adinerados.
-Así que sabes su nombre.-Christian me mira divertido,-Sabes bastante sobre mí, Erica.
Aunque me gustaría, la realidad es que no lo conocía tan bien como pensaba y eso me quedó claro desde el principio. Sé de Elliot porque como con Audrey, él subió alguna que otra foto con su hermano en sus redes sociales y me permití stalkearlo, es una figura empresaria pública debido a que trabaja en una organización de negocios relacionada con la agencia de su padre según sus datos laborales en su perfil. Él es sin dudas la imagen de su compañía debido a lo apuesto que es.