—Madison.
—Ni una palabra al respecto.
—Pero—Ella me fulmina con la mirada y yo me aguanto la risa.—Está bien.
—Gracias.
—Te ves fatal.—Digo finalmente.
Ella suspira mientras cierra su casillero y se lleva las dos manos a la cara, tapándose con las mismas. Tiene el cabello recogido en un rodete suelto, sus ojos tienen ojeras y se ve tan pálida que es muy fácil deducir que estuvo vomitando todo el día de ayer. Suelta un gruñido de frustración y yo palmeo su espalda, intentando darle ánimos.
—Ayer pasé por varias facetas, deseé golpearlo millones de veces y hablarle dos millones.—Confiesa, mirandome nuevamente,—Me siento muy confundida.
Su expresión es seria y entiendo perfectamente de lo que habla. O mejor dicho de quién habla.
—No lo estás, Madison. Mason te gusta.—Le aseguro.
—No quiero arruinar nuestra amistad con sentimientos que ni siquiera entiendo, Erica.—Se muerde el labio.
—Debe haber una explicación para todo esto.
Ella guarda silencio unos segundos antes de sacudir la cabeza.—Ya no hablemos de eso ahora. —Quiero insistir pero ella es más veloz,—Por favor.
Derrotada asiento con la cabeza y ella suelta un suspiro. Sigo sin poder comprender qué pasa entre ellos. Sí, de seguro habrán hablado. ¿Tal vez fue la noche que fuimos a la fiesta?, Mason se estaba retrasando y no creo que haya sido por quedarse eligiendo qué camiseta usar. Madison, por su parte, nunca fue una persona que haya tenido sentimientos fuertes por un chico, aunque la diferencia que hay entre ellos, es que ella si estuvo con alguna que otra persona aún así no fuera nada serio y Mason simplemente nunca se sintió atraído por alguien que yo haya sabido.
Ambos deben estar pasando por algo muy complicado. Pero a la vez no puedo entenderlo, es tan fácil como decir 'hey, me gustas'.
Claro, tú dando consejos de amor. Me reprocha mi subconsciente.
Le sonrío a Madison una última vez antes de marcar la combinación de mi casillero y cuando lo abro, varias notas caen al suelo. Hago una mueca al pensar en que aún siguen molestándome y Madison se agacha conmigo para recojerlas.
—Pensé que ya habían superado este tema, ni que fuera la única que siente atracción por Christian.—Me quejo mientras leo algunos de los pequeños papeles.
—¿Sigues sin saber quién fue?—Me pregunta mi mejor amiga, leyendo las notas que ella recojió.
Niego con la cabeza descepcionada. A pesar de que creo en lo que Christian me dijo, no puedo averiguar quién más pudo ser y eso hace que mi confianza en él se tambalee. Quiero pensar que tal vez alguien más me haya escuchado aquel día en la cancha de basquet. Podría ser una posibilidad. Después de todo sucedió con Grey. Aún así, fue mucha coincidencia que todo el mundo se haya enterado de ello luego de que él me descubrió, así como es casualidad que el mismo día que lo grité alguien más haya podido escucharme, ¿no?
Madison parece leerme perfectamente y una leve sonrisa invade sus labios, siendo su turno de reconfortarme a mí.
—Debe haber una explicación para todo esto.—Me imita y eso me hace reír, ella sigue viendo las notas hasta que vuelve a hablar, deteniéndose en una,—Santa mierda.
—¿Qué?—La miré confundida y luego al papel en su mano el cual ella no dudó en darme con una amplia sonrisa.
—Parece que Mr. A regresó.
Mis ojos se abrieron en grande de forma exagerada y no dudé en leer la nota que Madison me dio.
He visto un rumor sobre ti en todo Belmont, ¿eso significa que ya tienes tus ojos en alguien más?, maldita sea.
Aunque así sea, sigo imaginando que algún día podrías llegar a ser mía.
Pd; Te defiendo de cada persona que habla mal de ti, aunque no sepas quién soy.
Anónimo.
Trago saliva y vuelvo a ver a Madison, quien parece haber recuperado en su rostro sus expresiones de siempre, exceptuando las ojeras y la palidez. Ella me sonríe y me quita las demás notas de odio para arrugarlas dentro de sus puños.
—Hace dos años que dejó de enviarte notas y ahora vuelve a aparecer.—Se muerde el labio para aguantar su risa,—Sigo imaginando que algún día podrías ser mía, eso fue lo mejor.
—No puedo creer que todavía siga recibiendo sus notas.
Cuando entré a la secundaria Belmont, además de hacerme los dos mejores amigos que pude encontrar y quedarme flechada por el chico popular inalcanzable, también conseguí una especie de admirador secreto.
Sí, yo, con alguien que me esté admirando desde lejos.
¿Quién lo diría?
La cosa es que mis primeros dos años esta persona que desconozco por completo comenzó a dejarme notas a mi casillero. Las firmaba como "Anónimo" y desde entonces Madison, Mason y yo lo llamamos "Mr. A"
Sus notas eran tan constantes esos dos primeros años que no pude evitar sentir afecto por esa persona a pesar de no haberlo conocido jamás. Sin embargo, un día sus notas dejaron de llegar y mi amor platónico por ese tal anónimo se desvaneció. Para ese entonces era una adolescente hormonal que se deleitaba con cualquier cosa que viniera de un chico. Sí, suponemos que es un chico ya que siempre firmó su anonimato en masculino.
Aunque es tan extraño que luego de otros dos años sin recibir nada de su parte, me vuelva a escribir como si nada.
—Tal vez vio como la pubertad te cambió en estos últimos dos años y se enamoró de nuevo.—Habla Madison, sacándome de mis pensamientos.—Admite que cambiaste bastante desde que entraste al instituto, Erica.
—No lo suficiente como para volverte homosexual.—Bromeo, tomando algunos libros y cerrando el casillero.
Caminamos por el pasillo para la primera hora y no me sorprendo al ver como un grupo de porristas pasan por medio del camino con sus cortas faldas y sus cabellos recogidos. Hoy dan inicio los deportes en las canchas de juego y como bien sé, todas ellas se preparan para alentar más que nada al equipo de básquet.