¿Entonces le dijiste que sí?
—Sí.
—¿O sea que trabajarán juntos?
—Sí.
—¿Eso significa que también trabajaremos juntas?—Pregunta Madison.
—Sí, sí y sí.—Le respondo cansada.
Ella sonríe abiertamente mientras acomoda su cabello frente al espejo del baño y se voltea a verme,—¿Por qué esa cara?
—Por tus mil preguntas.—Le digo haciendo una mueca.
—Una más.—Me mira suplicante mientras hace puchero y yo solo suelto un largo suspiro, dejándola continuar.—¿Qué te dijo luego de que le dijeras que sí?
—Tú estuviste ahí.—Le digo levantando una ceja irónica.
—A varios metros de ustedes en medio de un escándalo.—Se cruza de brazos.—¿Crees que tengo oído súper sónico?
—Tal vez.—Le respondo divertida y ella me fulmina con la mirada.—Ya, bueno...
—Acepto trabajar contigo, Grey.—Le digo finalmente.
Christian me ve con sorpresa durante unos segundos antes de fruncir el entrecejo y mirarme dudoso con esos ojos azules, así como el mismo mar.
—Pero no cumplí con mi parte del trato.—Me afirma desviando su mirada de frustración.
—Eso no importa. Te esforzaste de todos modos.
—No sería justo.—Me dice, volviendo a verme.—Sé muy bien cuando pierdo un juego, Erica.
—Pero esto no fue un juego.—Le digo, mirándolo tan seria como él a mí.—Fue un trato, y aunque no hayas anotado los últimos puntos del final, anotaste los del principio.
—Eso no fue nada.
—Eso también fue parte de nuestro doble trato.—Insisto, cruzandome de brazos.—Lo cumpliste, al menos la mitad. Entonces yo cumpliré con mi parte.
—Es solo la mitad del trato. Tú estarías cumpliendo con todo.
—Entonces tú me deberás algo luego.—Le digo encogiéndome de hombros y Christian sonríe.
—¿Y qué será ese algo, Ana?—Pregunta divertido.
—Luego lo sabrás, Grey.
Él da unos pasos hasta mí y yo levanto mi mirada para poder ver su rostro una cabeza por encima de la mía.
—Ya vamos debiéndonos tantas cosas.—Me susurra y apenas si logro oírlo por todo el escándalo a nuestro alrededor.—Puedes pedirme lo que quieras, cuando quieras y donde quieras, Erica.
Me quedo viéndolo y siento como el rojo invade mis mejillas al notar la doble intención de sus palabras, las cuales me hacen imaginar muchas opciones que puedo pedir. Aparto la mirada y Christian suelta una carcajada que me parece sensual, igual que cualquier cosa que salga de él. Luego de unos segundos se separa y siento que vuelvo a respirar y mi corazón se tranquiliza un poco al tener una distancia prudente entre nosotros.
—Luego de la escuela iremos a la agencia.—Me afirma sonriendo y me da la espalda para irse.—Espérame en tu casillero.
—¿Qué?—Le pregunto confundida mientras veo como camina lejos de mí.—¡Christian!
—Nos vemos.—Me dice por última vez antes de desaparecer detrás de las tribunas.
—Ni siquiera se quedó para festejar con su equipo.—Digo, poniéndole fin al relato de mi recuerdo.—Simplemente se fue luego de decirme eso.
—Ya veo.—Dice Madison con una mano en su mentón, mostrándose pensativa.
Hay un silencio largo mientras nos miramos una a la otra hasta que mi mejor amiga, con la rapidez de un ser sobrenatural, se acerca a mí y me toma por los hombros, mirándome totalmente molesta.
—¡¿En qué estabas pensando?!—Me dice en voz alta y yo temo por mi vida mientras ella continúa,—¡Hace diez minutos que terminó la última hora y nosotras aquí en el baño!
Dejo de respirar cuando la oigo decir que he dejado plantado a Christian. Me llevo una mano a la cabeza y me golpeo levemente la frente con la palma mientras Madison me toma del brazo y me arrastra fuera del baño.
—¡Madison, él ya se habrá ido!—Le digo mientras soy arrastrada por ella.
—Iremos a verificarlo.—Me dice seria y yo solo intento seguirle el paso.—¡Ruega al menos porque no nos hayamos quedado encerradas aquí!
Caminamos por los pasillos, los cuales están vacíos debido a que los estudiantes acostumbran a salir lo más rápido del instituto apenas toca la campana de la última hora. Doblamos en una esquina y tanto Madison como yo nos detenemos abruptamente al ver a Christian en medio del pasillo. Está apoyado en mi casillero y nuestras miradas se encuentran cuando él se da cuenta de mi presencia y la de mi mejor amiga. Se despega del casillero y camina hasta nosotras; sus pisadas hacen eco por el lugar con cada paso que da hasta quedarse enfrente nuestro.
Un silencio invade el extenso camino escolar y agradezco que Madison esté conmigo porque es quien se digna a hablar.
—Vaya, Harrison, sigues aquí.
—Tenía que esperar a Erica.—Dice mostrando una sonrisa, la misma que usó con Betty aquel día en la cocina de mi casa.
—No me esperaba que fueras tan paciente.—Le responde ella dándome un pequeño codazo.—Pues ya basta de espera, aquí está ella.
Le doy una mirada de pocos amigos mientras se despide de ambos y pasa a Christian por un lado para salir por la puerta principal detrás de él, no sin antes hacer un baile de cejas para mí cuando el chico con el que me deja sola no la ve.
—Soy paciente, sí.—Me dice sonriendo de una forma arrogante.—Pero solo por esta vez.
—Recuerda que acepté el trato aunque no hayas anotado los últimos puntos.
Él intenta acercarse a mí pero lo miro desafiante y él retrocede sin dejar de sonreír,—De acuerdo, tienes razón.
—Gracias.—Le digo triunfante.
—Vamos.—Da media vuelta para dejarme pasar primero y ambos nos dirigimos hacia la salida.
Caminamos hasta el estacionamiento y a lo lejos veo su camioneta negra, aquel vehículo que ya podría reconocer fácilmente como el de Christian después de la fiesta. Me tenso mientras caminamos hasta él por recordar con detalle cuando nos llevó a Madison y a mí a nuestros hogares aquella noche.
—Sé lo que piensas.—Dice Christian cerca de mi oído estando detrás de mí.—Yo también recuerdo aquella noche cada vez que subo a este auto.