Mi Amor de Secundaria

Capítulo 22.— La hermana

El despertador suena con fuerza a un costado de mi cama.

Suelto un gruñido al salir de debajo de mis sábanas y sentir los rayos del sol que se infiltran por mi ventana golpear mis aún cerrados ojos. Estiro los brazos a mis costados mientras suelto un largo bostezo, aún fatigada y algo dormida luego de haberme quedado hasta las 2 contándole a Madison mediante llamada todo lo ocurrido anoche.

—Buongiorno, sorella.

—¡Pero qué!—Grito dando un brinco que me hace caer de la cama tras escuchar las palabras de una voz femenina a mi costado.

—¡Oh por Dios, Erica!—Grita la voz y hago un esfuerzo por abrir mis ojos mientras me sobo los lugares en los cuales me lastimé. Me toma unos segundos reconocer a quien se arrodilla frente a mí hasta que vuelve a hablar,—¿Estás bien?

Reconozco perfectamente su voz y la figura se vuelve completamente visible.

—¿Emma?—Pregunto como si no me lo creyera. Froto mis ojos con los puños para asegurarme de estar despierta y cuando vuelvo a verla, ahí sigue mi hermana mayor sonriéndome.

—Sí.—Responde acariciando mi cabello.—Hola.

Al instante me lanzo sobre ella y la abrazo con fuerza. Ella me devuelve el abrazo y comenzamos a balbucear cosas que no podemos entender pero que seguro son miles de 'te extrañé'. Nos separamos para poder vernos a la cara y lágrimas invaden mis ojos pero las retengo mientras que paso mis dedos por su cabello súper corto.

—Te lo cortaste.—Le digo riendo de la alegría.—Está increíble.

—Mamá querrá matarme.

Niego con la cabeza mientras dejo caer las lágrimas,—Te ves hermosa. No importa lo que ella te diga.

—Gracias, E2.—Dice cariñosamente, intentando contener las lágrimas que también se forman en sus enormes ojos.

—Por nada, E1.

Y nuevamente volvemos a abrazarnos durante varios minutos, aún sin poder creerlo. Ella es mi hermana mayor de 23 años, Emma Beckett. Sí, su nombre empieza con E al igual que el mío y es de origen germano también. Fue una de las cosas que investigamos sobre nosotras a medida que crecimos juntas y con el tiempo nos llamamos E1 y E2, ella es la número uno porque nació primero obviamente. Compartimos tanto hasta que cumplió sus 18 años y fue a estudiar a Italia. Y como cada año, ella nos visita por una razón que me hace sentir la hermana menor más afortunada del mundo.

—En un mes es tu cumpleaños.—Me dice entusiasmada mientras nos levantamos del suelo.—Y no es un cumpleaños cualquiera, no no, vas a cumplir 18 años.—Cruza los brazos sobre su pecho y me mira con los ojos entrecerrados mientras muestra una sonrisa a medias.—Sarai legale per qualsiasi cosa.

—¿Eso es italiano?—Ella asiente y yo la miro confusa,—Pues, ammhm, ¿grazie?

Ella suelta una risa burlona y yo la fulmino con la mirada mientras camina hasta la puerta.

—Cambiate y baja, hoy te llevo yo al instituto.

—¡Espera!—Le digo antes de que desaparezca por la puerta,—¿Por qué viniste un mes antes?, siempre vienes con una semana de anticipación, ¿sucedió algo?

Ella me dedica una sonrisa,—Digamos que necesito más tiempo que ese para presentarles a alguien.

—¿Alguien?—Le digo asombrada y esbozo una sonrisa enorme, imaginando a qué se refiere.

—Apurate si quieres conocerlo antes de irte.

Me guiña un ojo antes de salir de la habitación y yo doy saltitos de alegría al pensar en que mi hermana regresó de Italia con algo más que solo una carrera universitaria y anécdotas sobre el lugar. Me apresuro hacia el baño y me doy la ducha más rápida de mi vida. Me visto mientras que seco mi cabello y bajo rápido las escaleras, atravesando el pasillo y viendo cada habitación de la casa. Entro a la de huéspedes y no encuentro a nadie tampoco, sin embargo, veo las maletas de mi hermana sobre la cama y eso me sorprende ya que ella tiene su propia habitación. Al mismo tiempo noto las maletas ajenas y mi teoría crece aún más. Sigo mi camino y me detengo en la cocina, donde veo a Emma sentada en una silla alrededor de la mesa isla. Está de espaldas de mí y alguien está sentado a su lado.

—¡Mi cielo!—Exclama Betty, quien estaba frente a mi hermana y su acompañante, por lo que me vio directamente.

Tanto Emma como la persona a su lado se voltean a verme y me quedo sin aire al ver un rostro ajeno a mi familia que ya me era conocido.

Es Elliot Harrison.

El hermano mayor de Christian, aquella figura masculina de la compañía Harrison. El exitoso y guapo hombre joven por el que, según sé, miles de mujeres babean en este país y, al parecer también en otros. Lo veo directo a los ojos y noto el mar en ellos. Aquella mirada que es tan característica en mi vida últimamente.

Señores y señoras, creo que ya he conocido a todo Harrison existente en una sola vida. Posiblemente algunas chicas ya podrían morir en paz luego de esto. Tal vez sea una de ellas porque debo admitir que es tan guapo como su hermano y su hermana, solo que él tiene rasgos faciales mucho más marcados, volviéndolo más imponente y adulto. Veo una leve barba y no logro adivinar si es negra o algo pelirroja. Tal vez sea una combinación entre ambos colores. Su cabello es negro y está bien peinado e incluso estando sentado, puedo notar lo alto que es y lo musculoso que se ve hasta llevando puesto su... ¿traje?

—¿Erica?—Pregunta Emma, sacandome de mis pensamientos. Me acerco a ellos mientras que mi hermana se para para tomar mis manos.—Quiero presentarte a alguien especial, querida hermana.

Yo asiento sonriendo y Emma mira a Elliot, quien se para también y posiblememte ambas nos vemos pequeñas al lado de él.

—Erica, él es Elliot Harrison.—Me informa y el mayor de los Harrison estira su brazo hacia mi y estrechamos nuestras manos.

—Es un placer.—Dice Elliot, formulando una sonrisa torcida que me recuerda mucho a su hermano.—Emma me ha hablado mucho de ti, Erica. Al fin nos podemos conocer.

—Me alegra conocerte también.—Le digo tímidamente y miro a mi hermana.—¿Y cómo se conocieron?




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