Christian Harrison.
—¿Puedo pasar?—Pregunta Audrey desde fuera de mi cuarto luego de tocar la puerta como por un minuto entero.—Sé que estás despierto, siempre madrugas.
Subo el cierre de mi pantalón y camino derrotado hacia la voz que me estuvo insistiendo tanto. Abro la puerta con cansancio y veo a mi hermana menor con la falda del instituto y una blusa negra debajo de la camisa blanca característica del uniforme.
—¿Por qué no me contestabas?—Me pregunta haciendo puchero.
—¿Desde cuándo te despiertas tan temprano?—Le contesto mirándola de arriba hacia abajo.—Y estás preparada para el instituto, ¿tienes fiebre?
Audrey me fulmina con la mirada y yo sonrío divertido ignorando su enojo. Ella suspira y saca una tablet que tenía escondida a sus espaldas. Arrugo las cejas y ella hace lo mismo al bajar su mirada de mi cara.
—Tengo una sorpresa pero antes, ¿te importaría vestirte?—Pregunta desviando la mirada.
—¿Una sorpresa?—Ella asiente,—¿Qué?
—¡Primero vístete!
—Ya estoy vestido.—Le digo metiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.
—La camisa, hermano.—Dice una voz proveniente del aparato que trae Audrey consigo y que usa para taparse el rostro.
Ella sonríe, toca algo en la tablet y sin verme la extiende hacia mí, mostrándome a quien se ve en la pantalla de la misma.
—Elliot.
—Christian.—Me responde mi hermano mayor con una sonrisa.
—¡Christian por Dios!—Grita Audrey molesta.
—Bien.—Contesto enfadado y a su vez algo aturdido por su voz chillona. Me dirijo al armario, tomo la camisa y me la pongo.—¿Feliz?
Audrey cambia su expresión de ira por una suave sonrisa al instante,—Sí.
—Te comportas como niña.
—Aún así me quieres.—Dice sonriente y se sienta en mi cama, señalando un punto a su lado para que la acompañe.
Voy hacia ella abrochando los botones de mi camisa y me siento a su lado, encontrándome nuevamente con el rostro de mi hermano en la pantalla del aparato y él también pueda verme desde la cámara.
—¿Cómo te va, Chris?—Pregunta Elliot.
—Como siempre.—Me encojo de hombros.
—¿Aún sigues siendo el mejor de la clase?
—Del instituto, sí.
—¡Ese es mi hermano!—Dice orgulloso y luego ve a Audrey,—¿Y tú qué, hermanita?
—Aún no he pasado al segundo ciclo de la secundaria como para que puedan etiquetarme así. Pero prometo esforzarme cuando llegue el momento.
Elliot le guiña un ojo y sonríe de costado,—Estoy seguro de que lo harás, eres una Harrison después de todo. Yo también he sido el mejor en mi institución.
—¿Y qué me dices de la universidad?—Interrumpo levantando una ceja,—¿Hay algún mérito especial para el más listo?
—Lo hay.
—¿Y lo ganaste, hermanito?—Pregunta Audrey ilusionada. Ambos nos quedamos viendo la pantalla y Elliot vacila antes de regresar a su expresión tranquila y amable.
—Temo que no.—Confiesa rascándose la nuca,—Alguien me venció.
—¿Y por qué sonríes?—Dice Audrey mirándolo con tristeza.
—¿Y por qué no?—Responde Elliot,—Siempre habrá alguien mejor que el otro, es cuestión del tiempo encontrarlo.—Mira hacia abajo antes de suspirar y volver a sonreír,—O casualidades de la vida.
Arrugo mis cejas ante su expresión extraña y me quedo analizándolo tanto tiempo que él se da cuenta y se aclara la garganta antes de cambiar de tema.
—Oye Chris, ¿Audrey te dijo cuál era la sorpresa?
—Iba a hacerlo.—Digo mientras veo a mi hermana menor y ella frunce el ceño bajando su mirada hacia mi camisa. Me acerco más a ella y paso un brazo alrededor de sus hombros para abrazarla.—Pero la niña no pudo.
—¡Hey!—Bufa Audrey cruzándose de brazos y yo río en respuesta a su mirada asesina.
—Entiendo.—Nos interrumpe Elliot,—Estoy aquí.
—¿Huh?—Ladeo la cabeza,—¿Aquí?
—Así es.
Suelto a Audrey y reviso debajo de la cama. Luego de comprobar que Elliot no está, me incorporo nuevamente y mi hermano mayor me mira confuso.
—No estás aquí.—Respondo con una sonrisa.
Audrey me golpea el hombro y finjo dolor mientras Elliot suelta una risa sarcástica antes de aclararse nuevamente la garganta para llamar mi atención. Lo veo mirar a un costado antes de hablar y me percato del fondo detrás de él. Me es irreconocible pero puedo deducir que es una habitación de huéspedes con paredes de madera, una cama de dos y algún que otro mueble de cuarto.
—No me queda mucho tiempo.—Nos advierte Elliot.—Quería avisarles primero que nada a ustedes que estoy en la ciudad.
—¿No le avisaste a papá?—Le pregunto serio y él niega con la cabeza.—Entonces supongo que a mamá tampoco.
—Exactamente.—Dice con un tono suave,—Pero volviendo al tema, lo importante son ustedes. Dudo que pueda verlos el día de hoy, estoy ocupado.
—¿Haciendo qué?
—Pues–
Elliot se detiene abruptamente y mira otra vez hacia su costado. Luego nos ve y aprieta algo en su aparato antes de comenzar a hablar, sin embargo, no se escucha su voz.
—Nos silenció.—Susurra Audrey.
—¿Qué sucede?—La miro frunciendo el entrecejo,—¿Por qué vino sin avisar?
—Digamos que vino de visita,—Aprieta sus labios, intentando no sonreír mucho,—Y no está solo.
Audrey señala la pantalla y veo como Elliot sigue hablándole a alguien en su costado cuya cara no es posible ver. Mi hermano mayor ríe y veo en él la misma expresión extraña de hace un momento. Abro los ojos en sorpresa volviendome hacia Audrey y ella ya no intenta ocultar su sonrisa entusiasta.
—Tiene novia.—Me dice alegre.—Me contó que vino para poder conocer a su familia y que es algo muy reciente, pero que piensa en tomárselo en serio esta vez.
—¿Una italiana?
—Ella es de aquí.—Me confirma.
—¿A qué te refieres?
—Es que ella–
—Bueno hermanitos,—Interrumpe Elliot, quien al parecer terminó su conversación con aquella persona que posiblemente sea su misteriosa chica.—Debo marcharme, pero les escribiré para vernos. ¿De acuerdo?