Mi Amor de Secundaria

Capítulo 26.— El castigo

Finalmente, el salón de clases está en silencio.

Los alumnos ya salieron, como siempre a la velocidad de la luz y yo me quedé con el hombre que impuso mi castigo esta mañana.

—Se quedará aquí a reflexionar sobre sus acciones. Tal vez así aprenda lo que significa la responsabilidad escolar, tanto para sus deberes como su presencia a tiempo.—Explica el profesor Connor, ajustando sus lentes.—Voy a buscar unos trabajos de la sala de maestros para revisarlos,—Dice con el rostro iluminado, echando vistazos a la puerta,—Tal vez tarde un poco, quédese aquí y piense en lo que hizo. Vuelvo en un momento.

Me dio una última mirada antes de salir corriendo de la sala de clases, dejándome sola. Sonrío levemente pensando en que de seguro fue a buscar a la profesora Nelly, esa mujer algo mayor que enseña historia en la clase contraria a la nuestra.

La clase de Christian.

Christian...

Suelto un jadeo frustrada antes de esconder el rostro entre mis brazos sobre el pupitre. Me decidí a no hablarle el resto del día, no quería buscarlo. Y sí, estoy en mi derecho de no hacerlo, pero gracias a eso no podré avisarle de mi castigo a él ni a mis padres, aunque esto último no era una opción a fin de cuentas. Sin embargo, tampoco me quedará opción después de estar dos horas después de clases en el Instituto.

Alzo la cabeza nuevamente, pensando en Christian como mi salvación pero rechazo toda esperanza de aquella idea al recordar sus palabras.

Debes esperar una hora luego de clases para que vayamos juntos. A menos que quieras ir sola, en todo caso no me esperes.

Cuando no aparezca, él ni siquiera se molestará en buscarme. Creerá que no quise ir con él y se dirigirá a la agencia pensando que voy por mi propia cuenta.

Mejor aún si cree que no quiero ir con él.

Pero no es bueno llegar tarde a la agencia porque, bueno, mis padres...

Sí, claro, mis padres son lo único que me importa. Dicta mi subconsciente y yo vuelvo a caer sobre mi pupitre con los brazos a los costados de mi cabeza.

Cierro mis ojos y procuro dormir ya que tengo claro que el profesor Connor va a tardar toda la primera hora en volver, aprovechando que la señorita Nelly se queda una hora más para corregir exámenes o hacer lo que sea que los profesores responsables hacen. Aunque empiezo a creer que la razón por la que se queda una hora es para ver al profesor Connor, quien de seguro está aprovechando mi castigo a gusto.

—Los profesores se divierten después de clase también.—Susurro para mi mientras suelto una risita.

Me acurruco sobre la fría mesa, esperando conciliar el sueño. Se me dificulta muchísimo puesto que estoy en una posición poco saludable para mi cuerpo pero un rato después siento que por fin lo consigo.

Lamentablemente, la oportunidad se me escapa.

No sé cuánto tiempo habré intentado dormir, pero el ruido de la puerta abriéndose me alerta de la llegada del profesor. Me incorporo al instante, aún con los ojos cerrados pero intento despabilarme lo mejor que puedo. Suelto un bostezo y me maldigo mentalmente por lo poco disimulada que estoy siento.

—¡Lo siento, profesor Connor!—Alzo la voz intentando sonar despierta,—Le juro que no fue mi intención, es que este día fue estresante y anoche dormí poco. Me apoyé en el pupitre y minutos después el sueño me venció.—Digo rápidamente mientras me volteo a ver la puerta,—En mi defensa, usted tardó...—Me quedo paralizada cuando veo a quién le hablo,—mucho.—Consigo terminar.

Christian está parado en el umbral de la puerta, vestido con el uniforme de basquetbolista que le queda tan bien. Su cabello levemente mojado por lo que parece ser sudor se pega a los costados de su cara y sus ojos azules se ven más intensos de lo normal, dejándome sin aliento. Él ladea su cabeza antes de enarcar una ceja.

—¿Durmiendo en un castigo, eh?

No le respondo, siento a mi corazón desembocado al ver lo sexy que está con su vestimenta. Sus fuertes brazos al descubierto, su cabello despeinado y mojado se ve más oscuro que cuando está seco y sus mejillas están un poco rojas. A pesar de su postura tranquila, su respiración parece agitada.

—¿Qué haces aquí?—Vuelve a hablar,—No pensé que fueras de las que recibían castigos.

Trago grueso, aún sin hablar. Por alguna razón me siento nerviosa al verlo ahí, tan majestuoso. Mis deseos y sentimientos por él no se han ido. Incluso estando enojada, no puedo evitar derretirme por lo bueno que está.

—¿No piensas responder?—Christian arruga sus cejas y comienza a caminar hacia mí. Instintivamente me levanto de mi asiento y retrocedo mientras él avanza,—¿Intentas escapar de mí, Erica?

—¿Qué haces aquí?—Logro decir mientras doy pasos hacia atrás.

—Vine a ver si lo que me dijeron era verdad.

—¿Eh?—Mi espalda choca con el borde de la pared donde yace la ventana y echo un vistazo detrás de mí antes de volverme hacia Chris,—¿A qué te refieres?, ¿Qué te dijeron?

—Esto.—Me señala con la cabeza levemente sin detener sus pasos,—Que terminaste con un castigo de dos horas después de clases.—Le doy una mirada confusa que él entiende perfectamente,—Fue tu amiga Madison.

Arrugo el entrecejo por instinto pero realmente no estoy enojada del todo ya que ahora Christian sabe de mi castigo. Por otra parte, no me agrada la idea de estar sola con él, claramente esto es algo incómodo y tenso.

—¿Y dónde está ella?—Digo, pensando en que podría haber venido con Christian en lugar de enviarlo solo.

Él da unos últimos pasos antes de que yo levante la mano delante suyo para detenerlo.

—Se fue a la agencia con un amigo suyo y mi hermana.

—¿Con tu hermana?—Solté en sorpresa. Supuse que ese 'amigo' era Mason llevándola en su auto ya que claro, Madison también sería una modelo de aquel lugar. Pero irían con Audrey.—Oh dios...

—¿Qué?—Pregunta Christian, escuchando mi susurro.

—Nada.—Finalicé con la mirada baja, aún pensando en lo incómodo que sería estar en aquel auto blanco de dos puertas de mi mejor amigo.




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