Mi Amor de Secundaria

Capítulo 28.— La sesión de fotos

De repente mis pasos se sienten sumamente pesados.

Camino detrás de Christian con nerviosismo mientras él se dirige hacia la recepción, donde las chicas que nos recibieron la primera vez que vine nos ven antes y se paran con elegancia, mostrando sus hermosas vestimentas combinadas. Llegamos hasta ellas y ambas saludan a Christian con sus deslumbrantes sonrisas.

Aquí vamos otra vez...

—Señorita Beckett.—Comenta la pelirroja mientras me sonríe levemente,—Bienvenida de nuevo.

—Buena noche, señorita Beckett.—Imita su compañera, también con una sonrisa.

Oh, bueno, tal vez no otra vez.

Levanto mi mano y la sacudo en señal de saludo ya que las palabras se atoran en mi garganta tras la sorpresa que me llevé al ver que no fui invisible para ellas. Pero entiendo lo que sucede cuando veo como las chicas ven a Christian nerviosas. Las imito y me doy cuenta de que él las está congelando con la mirada. Siento una sensación de frío y le doy un codazo a Christian, él me ve y le doy una mirada acusatoria en señal de que debe comportarse más amable.

—Avisenle al señor Harrison y al señor Beckett que sus hijos están aquí.—Ordena Christian en un tono más tranquilo y les sonríe a ambas chicas, suavizando su expresión.

—¡Enseguida!—Exclaman las mujeres y al instante cada una llama a un número diferente.

Ellas comienzan a hablar con sus superiores e intento prestar atención a sus gestos y conversaciones pero me es imposible cuando siento como Christian se para detrás de mí y queda tan cerca que no soy capaz de pensar en otra cosa que su mano rozando mi espalda. Doy un paso al costado con la intención de dejarlo a mi lado pero al instante siento su mano a un costado de mi cintura. Lo miro con el ceño fruncido y el me da una de sus típicas y sexys sonrisas torcidas.

—Lo que sea que estés planeando, olvídalo ya.—Susurro tan bajo que casi ni siquiera yo me oigo.

—No estoy planeando nada.—Dice en tono suave, sonriendo ampliamente, dejando ver su perfecta dentadura.

—Entonces quita tu mano y aléjate un metro.—Lo fulmino con la mirada luego de echarle un vistazo a su mano en mi cuerpo,—Mejor que sean dos metros.

—No dijiste nada de acercamientos, Ana.—Susurra cerca de mi oído y me estremezco cuando su cálido aliento choca con mi oído.

Pienso en apartarlo y comenzar una discusión por pasarse de listo pero cuando estoy a punto de hacerlo las mujeres de recepción cuelgan sus llamadas y vuelven a prestarnos atención. Me incorporo y automáticamente les dedico una sonrisa, intentando ignorar la mano de Christian aún en mi cintura.

—Los señores Harrison y Beckett los esperan.—Comenta la pelirroja.

—Gracias.—Le responde Christian amablemente y la mujer juega con su cabello a la vez que se sonroja.

—¡Puedo llevarlos si desean!—Exclama la otra.

Al instante sale de detrás de la recepción mientras que su compañera la ve como si estuviera por asesinarla pero a la mujer de cabello castaño no parece importarle. Esboza una sonrisa hacia Christian y se aferra a su brazo libre. Enseguida siento como él me suelta y aprovecho para apartarme.

—Vamos, por aquí.—Dice amablemente la mujer sosteniéndose del brazo de Christian.

No puedo evitar sentir una pequeña molestia en mi pecho al verla tan a gusto con él. Intento desviar la vista de aquella imagen pero en lugar de eso sigo observando con una sonrisa forzada la amabilidad de la mujer, que en realidad es un coqueteo poco sutil, sobre el chico que acababa de invitarme a una cita.

Ya me estoy arrepintiendo.

La chica que fácilmente podría ser una súper modelo estira del brazo a Christian para guiarnos hasta el ascensor y estoy a punto de seguirlos con pesadez, observando lo bien que se ven juntos, cuando Christian se suelta repentinamente de su agarre y ambas lo vemos con sorpresa, posiblemente incluyendo a la chica pelirroja que se quedó a unos metros de nosotros en la recepción. 

—Sé cómo llegar al ascensor sólo.—Responde Christian con sequedad.

—L–Lo siento, pensaba que... Solo estaba haciendo mi trabajo.—Informa la mujer nerviosa.

—Tu trabajo es quedarte detrás de aquella mesa a recibir a las personas. No darles un recorrido, además de tocarlas sin su permiso.

La chica se queda paralizada ante la frialdad de Christian y puedo sentirme igual que ella al presenciar este comportamiento por parte de él.

En serio puede ser hiriente cuando quiere.

La castaña baja la cabeza,—Disculpe.

Mis malestares desaparecen al instante y siento un poco de lástima al verla tan vulnerable luego de ser rechazada de esa forma tan horrible.

¿A quién te recuerda? Dice mi subconsciente en un intento de molestarme.

Christian no dice nada más y se encamina hasta el ascensor. Yo me lo quedo viendo hasta que entra en el mismo y me hace una señal con la cabeza para que vaya con él. Paso por un lado a la mujer, quien me ve con el ceño fruncido por razones que desconozco. Ya en el elevador, elegimos el anteúltimo piso y a los pocos segundos las puertas se cierran mientras siento las pequeñas cosquillas en mi estómago que indican que estamos subiendo.

—¿Qué tienes?—La voz de Christian corta el silencio del momento. Sus ojos viéndome desde los espejos que hay dentro del ascensor.

—No es nada, es solo que eres muy imponente cuando quieres.—Admito,—Si fueras un desconocido, de seguro me habría asustado.

Christian enarca una ceja,—¿Asustarte?

—Sí, resultaste ser muy frío.—Suelto una pequeña risita,—Lo peor de todo es tu mirada.

—¿Mi mirada, eh?—Él deja de verme por los espejos y ve directo a mi rostro, pero yo sigo manteniendo mi vista en su reflejo.

—Sí.—Le respondo sonriendo levemente.

—¿Por qué?—Me pregunta también sonriendo.

—No te lo diré.—Afirmo con seguridad mientras me cruzo de brazos, aún viéndolo por el espejo.—Eso solo haría crecer tu ego.

Christian suelta una risa que me desarma y lo veo inclinarse hacia mí desde los espejos,—¿Qué sucede con mi mirada, Anastasia?




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