Mi Amor de Secundaria

Capítulo 30.— La primera cita

—Todavía no puedo creerlo.—Pronuncia Emma mientras me mira de pies a cabeza en el espejo que estaba delante nuestro. Ella cubre su boca con sus manos y de repente sus ojos se vuelven vidriosos.

—¿Estás por llorar?—Le pregunto frunciendo el ceño.

Ella menea la cabeza en negación, pero las lágrimas que se reunen en sus ojos y que amenazan con salir rodando por sus mejillas la delatan. Emma me toma por los hombros luego de calmarse y me dedica una sonrisa genuina.

—Porque te estás convirtiendo en una mujer muy linda.—Dice con dulzura,—Soy una hermana orgullosa.

Le devuelvo la sonrisa mirándola a través del espejo y me volteo para abrazarla, nos quedamos así unos cuantos segundos, disfrutando de este momento de hermanas. Los días después de la primera sesión pasaron volando, tanto en la escuela como en casa. Emma sorprendió a papá y a mamá con su llegada, pero aún no les ha presentado a Elliot. Según ella porque quiere hacerlo en una ocasión especial: en mi cumpleaños; aún falta una semana para este y debería sentirme nerviosa por cumplir la mayoría de edad si no fuera porque solo pienso en el día de hoy.

El día de mi cita con Christian.

—No lo sé.—Le digo nerviosa y me vuelvo a ver al espejo, apretando los labios,—¿Y si no le gusta?

Como es de esperarse, le conté a mi hermana de Christian y todo lo ocurrido entre nosotros desde hace ya casi dos meses atrás. Aunque bueno, es de esperarse también que le haya omitido los detalles de cada acercamiento, cada roce y el calor que me hizo sentir repetidas veces. Sin embargo, fui breve cuando hablé de los besos.

Emma pasa un brazo alrededor de mis hombros y me abraza de costado cariñosamente.—Deja de dudar. Él será un Harrison irresistible, pero tú eres una sensual Beckett. Y las Beckett tienen que ser seguras de eso.

—¿Estabas segura de ti misma en tu primera cita con Elliot?—Le pregunto esperanzada.

—Estuve a punto de tirarme por mi balcón del cuarto piso.—Responde ella totalmente seria, como si estuviera sumida en sus pensamientos y luego sacude la cabeza antes de volver a sonreír,—Pero al final la cita fue un éxito. Descuida, será perfecto. Palabra de hermana mayor.—Ella levanta su mano en el aire con firmeza,—Y si algo sale mal, cosa que dudo, no será culpa tuya.

—No estés tan segura. Suelo arruinar muchas cosas sin saberlo a veces–¡Ah!—Emma me pellizca el brazo, interrumpiédome.

—Déjate de tonterías.—Dice molesta.—Esta es tu noche, que salga como tú quieras que lo haga. Basta de pensamientos negativos, E2.

—Lo siento, E1.

—Tranquila. Al menos estás perdiendo la compostura conmigo y no con Chris.—Me sonríe dulcemente,—Confío en que serás firme con él.

—Lo intentaré.—Finalizo y vuelvo a centrarme en mi reflejo en el espejo mientras Emma acomoda algunas partes de mi atuendo.

Llevo puesto un vestido casual pero bonito de color turquesa de tiras con un escote inocente pero que puede denotar lo suficiente. Se ciñe a mi cintura y se suelta a partir de mis caderas, llegándome hasta las rodillas. Encima tengo un suéter fino de color negro que combina con mis sandalias del mismo color y el pequeño bolso que cuelga de mi brazo derecho donde guardo cosas de menor importancia para salir.

Mi cabello castaño está suelto, los lacios mechones cayendo a los costados de mi cara y sobre mis hombros, las puntas terminando en hondas perfectas.

Está claro que esto fue obra de Emma, quien también quiso maquillarme el rostro, pero la convencí de que solo usara rímel y tal vez un poco de rubor en mí.

—Ya son las 8.—Me comunica mi hermana, mirando su reloj de pulsera.—Le quito puntos si llega a pasar un minuto má—Al instante un fuerte ruido de motor suena a las afueras de nuestro hogar, haciéndola callar.

Ambas vamos hacia la ventana de mi cuarto y vemos como en frente de nuestra casa estaciona una camioneta negra de cuatro puertas súper reluciente y costosa. La puerta del piloto se abre y mis pulmones se quedan sin aire observando al perfecto ser que sale del vehículo.

Christian. Mi cita.

Lleva puesto unos vaqueros negros con una camiseta negra también y una chaqueta encima del mismo color. Su cabello castaño oscuro casi parece negro y está despeinado de la forma que, aunque no solo a él le queda bien, le da ese toque que lo caracteriza tan bien. Sus facciones se ven tan bien bajo la luz de la luna mientras que él saca su teléfono y comienza a usarlo, caminando lentamente hasta la puerta de mi hogar.

—Sin dudas tenía que ser un Harrison.—Susurra Emma.

—¿Qué decías sobre que las Beckett debían tener firmeza?

—No me retracto. Tienes que ponerlo en su lugar. No... importa... qué tan bueno... esté.—Emma balbucea lentamente, hipnotizada por la perfección del chico que acaba de aparecer.

Golpeo su hombro suavemente mirándola molesta y ella me da una sonrisa avergonzada, saliendo de su trance. A su vez mi teléfono comienza a vibrar dentro de mi pequeña cartera y rápidamente lo reviso. Compruebo el motivo: una llamada de Christian. Le hago señas a Emma para que se calle luego de que ella me pide ponerlo en voz alta. Accedo y ella hace silencio cuando contesto.

—¿Sí?

—Son las 8 y estoy frente a tu puerta.—Su voz grave me da un chispazo de electricidad en el pecho.

Aunque ya lo he escuchado mil veces en persona, escucharlo por teléfono aún me afecta.

—¿Tengo que felicitarte?—Respondo con firmeza y Emma me muestra los pulgares arriba, haciéndome sonreír.

—Ya que lo dices—Christian hace una pausa,—Son las 8 y un minuto, estás llegando tarde. Así que dudo que felicitarme sea suficiente. Deberías premiarme.

La sangre llega a mis mejillas y Emma abre los ojos tan grande que parece que fueran a salirse. Ella me hace señales tontas mientras vocaliza algo como "¿Premiarlo, eh?" para luego mover sus cejas de arriba abajo. Le doy la espalda luego de intentar calmarla en silencio y me enfoco nuevamente en Christian.




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