No puedo creer lo que acababa de decir.
Pero tampoco tengo tiempo ni voluntad para retractarme, y no quiero hacerlo.
No quiero volver atrás y negarme, porque sé que esto es lo que realmente quiero, lo que he deseado, y sobre todo lo que finalmente puedo tener luego de tanto sufrimiento y complicaciones.
Finalmente estoy lista.
Al escucharme, Christian me besa por un corto tiempo, pero cada toque entre nuestros labios hace que mis ganas de él aumenten.
No me responde con palabras, sino que toma mi mano y pasamos rápidamente a todo el mundo en la pista de baile. Veo de reojo a Madison, quien baila con Mason dulcemente, y en otras circunstancias me daría ternura, pero ese es el sentimiento que menos tengo en este momento.
No tardamos en salir de la gran sala y quedar en el pasillo. Damos unos pasos por este hasta encontrarnos con una puerta.
—Ahí.—Le digo apresurada, sabiendo que es un cuarto de invitados y él no tarda en abrirla para jalarme dentro de la habitación mientras se quita la máscara.
Cuando estoy adentro, le echo un rápido vistazo al cuarto iluminado por varias lámparas de pared, viendo una cama matrimonial, mesitas de noche a ambos lados de la misma y muebles característicos de un dormitorio, como un escritorio, un armario y cosas de menor importancia. Las paredes son de madera y hay una puerta entreabierta, la cual pienso que lleva a un baño pequeño.
Oigo una puerta cerrarse detrás de mí y cuando me volteo, los labios de Christian se estampan bruscamente contra los míos a la vez que toma mi rostro con sus manos luego de quitarme la máscara y tirarla al suelo, enviándome la corriente eléctrica más placentera que sentí en mi vida.
Sus manos envuelven mi cintura, apretándome contra él y sin separar su boca de la mía, da pasos hacia delante, haciéndome retroceder, hasta que la parte de atrás de mis piernas toca algo que termino reconociendo como la cama.
—Christian.—Le susurro separándome.—¿Por qué estás aquí?
—No es momento para hablar de eso.—Dice dejando besos en mis mejillas.
—Pero—
No logro protestar, sus labios me callan y tampoco puedo luchar contra la satisfacción y necesidad que siento, así que simplemente me dejo llevar.
Y estar con Christian de la forma que siempre deseé.
***
—Se te va a salir el corazón.—Lo oigo decir, pero estoy tan cansada que mi vergüenza no es suficiente como para apartarlo.
Él se mueve hacia un lado, quedando a mi derecha con la vista en dirección al techo y su mano toma la mía, llevándola a su pecho.
—Pero yo estoy igual.—Dice soltando una risa fatigada.
Siento sus acelerados latidos y sonrío a la vez que ladeo mi cabeza para verlo, sus mejillas rojas, sus labios rojos entre abiertos, su mirada cansada y su expresión satisfecha. Mi mente repasando todo lo sucedido este día.
La estaba pasando muy mal en la fiesta.
Christian apareció y dijo que siente lo mismo que yo.
Y acabo de tener mi primera vez con Christian Harrison.
El mejor cumpleaños número dieciocho de todos.
Pero aún no terminaba ahí.
Miro encantada al hermoso chico a mi lado y las cosquillas tan comunes desde que comenzó todo esto con él regresan a mí, junto con palabras que, aunque ya se las he dicho por accidente creyendo que era alguien más, no puedo ni quiero detener:
—Te quiero.—Le digo siendo completamente honesta.—Y no sé qué es lo que haya ocurrido en tu vida, qué problemas tengas, pero yo quiero estar ahí para ti,—Hablo refiriéndome a su madre, pero sin decirlo directamente ya que no es el mejor momento y, aunque ya lo sepa, quiero oírlo de él,—Tú piensas que las relaciones son estúpidas, entonces déjame demostrarte lo contrario.
No debería haberlo hecho con él sin antes haber hablado como debería, pero eso ya no importa, porque aún no es tarde.
—Quiero estar contigo.—Respondo, esperanzada de recibir su misma respuesta.
Y arriesgando todo otra vez.