Mi Amor de Secundaria

Capítulo 39.— El mensaje

Estaba totalmente cómoda cuando siento como soy sacudida de un lado al otro y un ruido distante comienza a volverse más claro.
 


 

—Despierta.—Dice el sonido, el cual reconozco como una voz femenina.—¡Erica, despierta!—Grita más fuerte luego de unos segundos sin respuesta.
 


 

—Cinco minutos más, Emma. —Digo cansada, acurrucándome en las cálidas sábanas que me tapan.
 


 

—No soy tu hermana.
 


 

—Mamá.
 


 

—¡Tampoco tu madre! —Gruñe la histérica voz.
 


 

—Bet.—Susurro, esperando que la tercera sea la vencida y sonrío victoriosa al no recibir respuesta.—Creo que ahora sí acert–¡Ah!—Un fuerte grito sale de mis labios cuando siento como caigo hacia abajo, mi espalda amortiguando la caída, provocándome dolor en toda la columna. —¡Mierda!
 


 

Mientras hago muecas de dolor, levanto la vista de la cama que hay a mi lado y encima de ella me encuentro a Madison y sus ojos verdes asesinos.
 


 

—Te dije que te levantaras.—Dice seriamente mi mejor amiga, cruzada de brazos.
 


—Y yo te dije "cinco minutos más"—Le respondo enojada, parándome mientras sobo mi espalda.—¿Por qué tanto maltrato?

Madison se encoje de hombros, peinándose cabello con sus dedos.

—Al menos pudiste optar por algo menos violento.

—Oh bu bu.—Se burla ella,—Ya tienes dieciocho años, no te quejes como niña.

—Wow, parece que alguien se levantó de malas.—Exclamo al darme cuenta de que lleva el ceño fruncido desde que abrí mis ojos.

Madison termina suavizando su expresión y suelta un suspiro, mirándome con pena.

—Si, de hecho así es, lo siento, no me siento para nada bien.—Ella se lleva una mano a la frente, haciendo una mueca de dolor.—Mi cabeza me da vueltas, supongo que es la...

—Resaca.—Termino por ella, dándome cuenta de que mi espalda no es lo único que duele.—Creo que yo también la tengo.

—Espera espera espera.—Me frena.—¿Cómo es posible?, anoche juraste que no tomarías.—Hace una pausa y yo permanezco en silencio también, pensando hasta que Madison continúa,—¿O es que la Virgen Erica incumplió con su juramento?

—¿Es en serio?—Pregunto cansada, refiriéndome a su apodo para mí y ella asiente.—Como sea, no logro recordar nada de todas formas.

—Porque eso es parte de la resaca tontita.—Me dice ella riendo pero luego para, soltando un 'auch' y apretando su frente con dos dedos.—O bueno, así es a veces.

—La última vez que tomé había recordado todo al día siguiente.

—¿En la fiesta de la casa de Christian?

—Exacto.—Le respondo y ella asiente lentemente, como si hubiese entendido al mismo ritmo.

Ambas nos quedamos en silencio durante casi un minuto cuando me doy cuenta del nombre que acaba de decir y me sobresalto, mirándola sorprendida.

Parece haber una conexión entre nosotras porque ella hace lo mismo.

—¡Christian!—Gritamos al mismo tiempo.

De repente mi corazón late más rápido, mis pulmones se quedan sin aire, mi estómago es atacado por mariposas, y todo esto con mucha razón.

—¿Qué pasó entre ustedes entonces?—La voz de Madison me saca de mi trance.—No recuerdo mucho, pero si haberlo visto en la fiesta.

Recuerdo haberlo encontrado en mitad del baile.

Decirnos que nos gustamos.

Ir a un cuarto a perder mi virginidad con él.

Y...

—Ahora soy su novia.—Digo en voz alta, recordando las muchas veces que me llamó así anoche.

—¡Oh Dios!—Chilla Madison, cubriéndose la boca por el asombro unos segundos antes de sonreírme abiertamente.—No puedo creerlo, bueno, sí, pero él, y tú, ustedes... ¡Al fin!—Suelta un suspiro de alivio.

Enarco una ceja molesta,—¿Cómo que al fin?

—Tardaron demasiado en llegar a eso.—Concluye Madison con simpleza.

—¿En serio?, lo siento mucho.—Le digo irónica.

—Bah, qué importa, al final valió la pena, estás perdonada.—Me responde ella levantándose de la cama.—Cambiando de tema, voy a preparar el desayuno, si quieres tú ve a asearte, eres libre de usar cualquier prenda en mi armario.—Me dice amablemente dirigiéndose hacia la puerta pero se detiene antes de tomar el pomo y se gira hacia mí.—Excepto mi ropa interior, eso sería asqueroso.—Tuerce los labios y se va antes de que pudiera decirle algo.

Ruedo mis ojos y camino hasta el baño luego de recoger unos jogger color mostaza y una franela blanca cuando oigo una fuerte vibración proveniente de algún lugar.

Me volteo y comienzo a seguir el ruido, haciendo el mayor silencio posible para oírlo mejor. Llego a la cama y revuelvo las sábanas hasta encontrar mi teléfono.

—Pero qué...—Susurro viendo una llamada entrante de Emma, suelto un bostezo mientras contesto.—Hola, E1, qué tal est–

—¡Al fin contestas mocosa!—Me grita a través del celular, haciéndome despegar por un segundo el aparato de mi oreja gracias al dolor de oído que me provocó.

—¿De qué hablas?, ¿por qué gritas?, ¿mocosa?—Pregunto confundida en lugar de ofenderme por el volumen de su voz.

—Tienes muchos problemas, jovencita.—Me dice seria como si fuese mi madre, aunque al ser mi hermana mayor, en sí es algo parecido.

—¿Por qué?

—Porque anoche no viniste a casa.—Responde con voz que casi me da miedo.

—¿No te avisé que iba a quedarme en casa de Madison?—Solté una maldición interna para mi misma.—Lo siento, se me debió de haber pasado, prometo que–

—No, Erica.—Me corta ella.—Si avisaste.

Arrugo el entrecejo confundida,—¿Entonces cuál es el problema?

—El problema es cómo avisaste.—Suelta Emma, con un tono que me preocupa.—Erica, ¿anoche bebiste?

—Eso creo.—Le digo dudosa.

—¿Y recuerdas algo de anoche?

Su pregunta me hace suavizar mi expresión, logrando que esté otra vez intentando recordar lo que sucedió la noche anterior sin éxito.

Pero tardo tanto en ello que Emma vuelve a hablar,—No lo recuerdas, bien.




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