Mi Amor de Secundaria

Capítulo 41.— El sentimiento

Veo como el balón naranja con rayas negras se desplaza en el aire a cámara lenta, tensandome por completo hasta que este termina rebotando en el aro, rodeando el mismo y entrando.

—¡Sí!—Grito victoriosa, dando un salto de alegría mientras respiro pesadamente.

—Demonios.—Oigo como Christian suelta una maldición a mis espaldas y me volteo a verlo.

Él está a un metro de mí, su boca entreabierta, dando a notar su errática respiración a simple vista, su rostro está levemente mojado por el sudor y sé que el mío está igual.

—¿Cansado?—Me burlo, poniendo las manos sobre mis caderas y alzando la cabeza. Él no me responde pero sus ojos azules están fulminándome, sin embargo, eso alimenta mi ego.—Se supone que eres el mejor jugador del Instituto.

—Solo estoy siendo gentil.—Dice él luego de respirar hondo.

—Te dije que no quería que lo fueras.—Le aclaro, recordando nuestras palabras antes de comenzar el juego.

—Aún así lo soy.—Me responde, reincorporándose.

—Sí claro.—Me cruzo de brazos y lo miro con el ceño fruncido.—Lo dices solo porque no aceptas el hecho de que estés perdiendo, señor basquetbolista estrella.

—No es eso.

—¿Ah sí?—Ladeo mi cabeza y esbozo una sonrisa torcida.—Entonces pruébalo. Deja de ser gentil y comienza a jugar en serio.

—No lo sé.—Dice él, lleva una mano a su mentón y mira hacia arriba, haciendo una expresión pensativa durante unos segundos antes de verme con esa perversa y sexy sonrisa que lo caracteriza.—No creo que lo resistas.

—Eres un bebé.—Digo, recordando la forma en la que lo llamé cuando estábamos en los pasillos.—Uno muy miedoso.

Christian deja de sonreír.—¿Cómo me llamaste?

Cierro mis manos en puños y las levanto a los costados de mi cara, haciendo un mohín.

—Bebé.—Repito.

Él me ve unos momentos mientras yo sonrío triunfante hasta que da pasos largos hacia mí, acortando el metro de distancia que había entre nosotros. No tarda en pararse frente a mí, su cuerpo quedando a centímetros del mío y yo levanto la cabeza para verlo, causando que la valentía y suficiencia que sentía hace un momento vacile.

—¿Quieres que deje de ser gentil?—Pregunta, su voz se vuelve ronca y sus ojos azules están clavados en los míos.

Trago grueso, intentando ocultar mi nerviosismo y asiento.—Sí.

—Entonces así será.—Me avisa y yo intento alejarme para recuperar el balón que está a unos metros de nosotros pero Christian tira de mi muñeca, logrando que choque contra su pecho, y con su otra mano toma mi mentón, obligándome a verlo.—Pero con una condición.

—No me gusta a dónde va esto.—Susurro intentando mantener su intensa mirada.

—Si gano, harás lo que sea que vaya a pedirte luego.—Propone directo.

—¿Y si me niego?—Pregunto sintiendo su respiración chocar contra mi rostro.

Christian se inclina sobre mí, nuestras narices rozándose. Automáticamente cierro mis ojos, esperando por un beso suyo que jamás llega, sin embargo, su rostro se mantiene a medio centímetro del mío.

—Me temo que seguiré siendo gentil.—Susurra y abro mis ojos al oírlo, encontrándome con el mar de los suyos.—¿Qué dices?

Mi lado racional hubiera respondido que no porque no sabré qué hacer si pierdo, pero el orgullo y la arrogancia de Christian se me contagiaron tanto en estos momentos que no dudo ni un segundo en responder.

—Hecho.

Él sonríe y me suelta. Aprovecho para darle la espalda e ir a por el balón pero nuevamente soy jalada de mi pobre brazo, chocando por segunda vez en el pecho de mi novio.

—¿Qué?—Pregunto molesta ante su repetida acción.

—Tranquila.—Dice con una sonrisa satisfecha en sus labios. Lleva una mano hacia mi rostro y corre un mechón rebelde de mi cabello detrás de mi oreja.—Debemos tomar el descanso de medio tiempo, ¿lo olvidas?

—No es necesario.—Le digo, aunque en realidad las piernas me tiemblan y el corazón me late rápidamente tras todo el ejercicio que hice.—Bueno, descansemos un poco, por tu bien.

Christian suelta una carcajada ante mi aceptación y ambos nos dirigimos hacia las bancas donde los jugadores del equipo descansan en el medio tiempo.

Nos sentamos y permanecemos en silencio durante un rato, dejándonos escuchar la respiración abierta del otro.

Mi pecho sube y baja pesadamente, pero me siento realmente bien al estar aquí con él, el silencio que en ocasiones anteriores era incómodo o tenso, ahora me produce paz y satisfacción.

Y es por la gran comodidad del momento que mi cabeza comienza a recrear pensamientos a causa de recuerdos.

¿Y tú? ¿Estás enamorándote de Christian?

La voz de Madison haciéndome esa pregunta es el recuerdo principal que invade mi mente, desencadenando más preguntas en mi interior, pero todas refiriéndose a lo mismo.

¿Qué es lo que siento ahora por Christian?

Lo quiero.

¿Eso es todo?

No lo es.

¿Estás enamorándote de él?

No puedo responder eso aún.

¿Lo amas?

No lo sé...

Otras personas pudieron experimentar lo que es el amor a esta edad o incluso más jóvenes, pero yo no soy tan esperanzada. Jamás sentí amor siendo tan pequeña y pienso que no soy capaz de hacerlo, que todavía me faltan años de experiencia para saberlo, para creerlo y para sentirlo.

Pero todo eso forma parte de mi cabeza, la cual he estado intentando escuchar cada vez que podía cuando trataba con temas tan delicados.

Solo que ahora es mi corazón quien está involucrado en un tema tan importante.

Para ser totalmente honesta, Christian Harrison fue mi amor de secundaria gracias a su hermoso físico, y no estoy orgullosa de ello, pero a medida que fueron pasando los años la admiración fue desarrollándose en mí cada vez que lo veía el primer día de clases, siendo siempre el que da el discurso de bienvenida, el mejor de la clase, el mejor jugador de básquet y el chico por el que todas suspiran.

Y cuando llegó este último año, lo conocí y mi primera impresión sobre él fue extremadamente horrible, luego empeoró, después fue todavía más odioso...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.