—Ya pueden irse, alumnos.—Dicta el profesor Connor, con quien tenemos la última clase del día, y la mayoría de las clases, por si querían saber.
Como lo han hecho en todo el transcurso del año, los alumnos toman sus cosas con suma velocidad y salen de igual forma por la puerta, no antes de que el mismísimo profesor lo hiciera.
A veces me pregunto si él no tendrá cosas por hacer luego de clases. Y que dichas cosas tengan que ver con la profesora Nelly.
Pero, aunque sea interesante teorizar sobre la vida de los maestros fuera de la escuela, no tengo tiempo para eso.
Recojo mis cosas tan rápido como puedo y cuando termino, tomo mi celular y lo reviso mientras doy pasos acelerados fuera del aula, recibiendo empujones de mis compañeros pero los ignoro.
Les dedico una sonrisa a Mason y Madison, quienes no se apresuran en recoger sus cosas, siendo parte de las últimas personas en salir. Hablé con ellos una hora atrás, diciéndoles que debía ir a hablar con alguien y que luego les explicaría, por lo que no me tomo el tiempo de despedirlos como se merecen.
Veo un mensaje brillando en la pantalla de mi celular, es de una notificación de instagram y no dudo en abrirlo cuando veo el nombre del usuario.
Harrisxn.Audrey te envió un mensaje.
Estoy esperándote.
Le doy me gusta a su mensaje para que sepa que lo leí y guardo el celular en el bolsillo de mi falda, llegando a las escaleras luego de pasar velozmente a otros alumnos y bajo de a dos escalones a la vez que me sostengo fuertemente de la barandilla, intentando no caer de manera torpe, algo que posiblemente sea muy común en mí.
Cuando ya estoy por los pasillos del primer piso de Belmont, me dirijo hacia mi casillero y una vez lo encuentro, marco la combinación y cuando abro la pequeña puerta metálica, una carta cae tan lentamente que logro recogerla en el aire antes de que toque el suelo.
A pesar de que ya imagino por parte de quién es, reviso la parte de adelante, efectivamente tiene el apelativo "Anónimo".
Pero no tengo tiempo de leerla, así que simplemente me enfoco en dejar mis libros dentro del locker y sacar del mismo mi bufanda, la cual no necesitaba usar dentro de la escuela puesto que hay calefacción, antes de cerrarlo otra vez.
Una vez tengo la prenda en una mano y la carta en otra, comienzo a caminar mientras giro la bufanda una vez alrededor de mi cuello y la parte que sobra la coloco sobre mi cabeza en un intento de pasar desapercibida, en caso de encontrarme a Christian por alguna parte.
Lo sé, soy toda una espía.
Una vez abrigada, doy pasos tan largos como mis piernas me lo permiten y veo de reojo la carta en mi mano, mi curiosidad carcomiéndome por dentro, haciendo que quiera parar en medio del pasillo y abrirla ahí mismo para leerla, pero mi curiosidad tiene un top de dudas por resolver, y en el primer puesto está la fluctuosa charla que tuve con la menor de los Harrison.
Llego a la salida del instituto y el viento me da una bofetada en el rostro junto con lo frío que se sienten mis pies por sobre la nieve, haciendo que me abrace de manera instintiva.
Aunque no pueda echarle la culpa a la camisa y el suéter que forman parte del uniforme del Instituto, puedo echármela a mí misma por no traer un abrigo más grande para usarlo una vez estoy fuera de la escuela.
Meneo la cabeza, dejando estas discusiones internas para después y comienzo a caminar por la entrada del Instituto, visualizando a Audrey de espaldas a unos metros de mí. Es fácil reconocerla debido a su cabello pelirrojo y castaño, el cual tiene recogido en una coleta un poco espesa, pero que se ve bien, además de que combina con su tapado rojo.
—Audrey.—La llamo cuando estoy a unos pasos de ella y se voltea, dedicándome una sonrisa, sus ojos azules recordándome como siempre a su hermano, y aunque se vean muy bonitos, combinando con la nieve a nuestro alrededor, no puedo evitar sentirme mal por hacer esto a espaldas de Christian.
—Me dijiste que querías que fuera lo más rápida posible en salir del instituto, pero veo que lo fui tanto que hasta llegué antes que tú.—Dice divertida, soltando una risita.—Y descuida, no te preocupes por Christian, él me avisó que estará con Adrián un rato antes de venir a casa, pero me dijo que no tardaría demasiado porque tiene algo importante que hacer en una hora o algo así.
Mi expresión vacila, cada palabra que sale de la boca de Audrey me hace sentir aún peor, por lo que decido cambiar rápido de tema.
—¿Y cómo llegaremos a tu casa tan rápido?, digo, a menos que tengas un vehículo, porque yo no.—Le comento preocupada.
Audrey me da una sonrisa más grande antes de dar media vuelta y señalar a la calle, a unos metros a la derecha de nosotras, donde yace un mercedes que logro reconocer perfectamente, sobre todo porque es el único que he sido capaz de ver físicamente en toda mi vida.
Sigo a la pequeña Harrison sin decir palabra alguna hasta el vehículo y entramos de igual manera, ella en el asiento de copiloto y yo detrás. No me sorprendo al ver a Elliot de conductor y él gira su cuerpo levemente para poder verme desde su asiento de adelante, dejándome verlo con una camisa gris que se ciñe levemente a él por su movimiento, denotando sus músculos.
—¿Qué tal todo, cuñada?—Me saluda sonriente.
—Aquí estoy, pasando tiempo con Audrey.—Le digo devolviéndole la sonrisa.—Espero que no te pongas celoso.—Le digo, oyendo a la pequeña Harrison reír por lo bajo ante la burla que le hago a su hermano.
¿Ya les mencioné lo bien que me cae Elliot?
Él arquea una ceja divertido y se voltea en su asiento hacia el frente, arrancando el automóvil y comenzando a salir lentamente del lugar en el que estacionó. Una vez ya estamos cruzando las calles, lejos del Instituto, él vuelve a hablar.
—No sabía que eras amiga de Audrey también, entonces creo que eres completamente parte de la familia ahora que nos conoces a todos.