Mi Amor De Verano

C15

Capítulo 15

—Buenos días —saludo a mi madre, a mi abuelo y a mi papá.

—Buenos días, mijita ¿Usted va así a trabajar?

—Es que de pronto los niños quieren ir a la playa —digo viendo mi outfit de hoy, un faldón de red azul, con un simple top camiseta de cuello redondo y cerrado que cubre la parte superior de mi bikini.

—Ajam ¿De pronto ese chico de esa hermosa cadena que llevas, vive allá donde trabajas?

—Abuelo —gimoteo sorprendida de su agilidad mental para atar cabos, pues yo no le he dicho nada.

—¿Entonces es un sí? —cuestiona pícaro.

—Abuelo —mascullo porque claramente él quiere hablar del tema y yo lo quiero evitar lo más que pueda—. ¿Lo puedes dejar pasar?

—¿Y tú? —cuestiona sonriendo, él sabe todo y no entiendo cómo—. Un amor de verano no le hace daño a nadie.

—Abuelo.

—Ya sé que soy tu abuelo ¿Acaso no quiere dejar espacio en ese corazoncito?

—No es eso —niego en un susurro, el miedo vuelve a atormentar mi pecho y duele, no me gusta sentir miedo.

—Es que te gusta mucho más que para un amor de verano ¿No? ¿Ya lo conocías antes de venir a trabajar ahí?

—Estudiaron juntos, abu —me giro y veo a mi hermano, trae una jarra de leche como cada mañana—. Sólo que antes no lo veía tan guapo como ahora ¿Sabes? Tenías razón en eso de que las mujeres se enamoran del pito o del físico.

—¿A sí? ¿Antes no era de tu interés, Monse?

—Te mostraré fotos, abu —no hago nada para evitar el accionar de mi hermano porque si no sería darle la razón antes de tiempo.

—Monse, perdón, ya estoy lista para salir.

—Entonces vamos —le apuro empujándola a que se despida de todos, de seguro estoy sonrojada o más que eso.

Salimos de la casa antes de que pueda escuchar otra palabra por parte de mi abuelo y eso es muy beneficioso. Hago que se suba al auto y ella se ríe porque sabe que estoy huyendo del abuelo, es que yo no quiero que me interpelen como hicieron con ella ayer, es a Alejandro a quien deberían de cuestionar esta navidad, yo debería pasar en libertad luego del año pasado.

—Creo que ya tengo como cuatro meses —declara mi prima luego de que vayamos llegando a Futrono—. No podía dormir pensando en eso.

—¿Tanto?

—Pues, de tanto trabajar no noto nada, soy irregular y en mi defensa gracias al síndrome de ovario poliquístico me dijeron “Se te va a dificultar el poder llevar a cabo un embarazo”.

—Ay, Constanza —suspiro estirando mi mano para poder tomar la suya, no sé cómo contenerla en este momento y ella tampoco es muy buena comunicando cómo se siente.

—Ya lo sé, terrible.

—Pero si es así, ya pasaste los peores meses ¿No?

—Si —suspira y luego comienza a reír de manera que asusta, le miro discretamente y lleva una mano a sus ojos, está llorando—. La cosa es que no me he cuidado para nada, he tomado alcohol como desquicia y he fumado como condenada, y fumé marihuana. Mi bebé va a salir deforme.

—Coni —quisiera reñir, pero es imposible y no aguanto la risa, se que son preocupaciones que ella trata de cubrir con humor, pero es que no puedo con sus ocurrencias.

—Si algo está mal, no podré con la culpa —sus sollozos me hacen querer detener el auto y abrazarla, pero tengo que llegar a tiempo a la casa de los Zamora.

—Tampoco podías notar algo distinto como para pensar en “estoy embarazada” ¿No?

—Puede ser.

Se calma de a poco y sus dedos acarician mis nudillos, conduzco teniendo que acelerar y adelantar con mayor frecuencia, por lo que no tardo en llegar al hogar donde trabajo. Apago el auto luego de asegurarme que he dejado muy bien aparcado, salgo e insto a mi prima a que haga lo mismo, ayer le escribí a mi jefa por si podía traer a mi prima y dijo que sí pero que quería conocerla asi que pues, espero ellos todavía no se hayan ido de casa.

—Vamos.

—Ya me arrepentí.

—Vamos, Constanza —tomo su mano y jalo de ella obligándola a ir conmigo.

Abro la puerta de la casa y por la escalera venía bajando Borja con Ángel en brazos, el hombre me sonríe y se acerca para saludarme, pero en el proceso el bebé se lanzó a mi y besó mi mejilla. Coni mira al pequeño rubio que la observa con curiosidad, mi prima mantiene su distancia y saluda a mi jefe.

—Me puedes decir Borja, vamos a que conozcas a mi loca, digo, esposa —río porque su hijo mayor tiene su mismo humor.

—Está bien.

—¿Los demás están dormidos? —inquiero y él asiente, llegamos a la cocina y la mujer rubia corre donde mi.

—Feliz Navidad, cariño —chilla abrazándome incluso ignorando que tengo a su hijo en brazos—. Ven, tengo un regalo para ti.

—Gracias, feliz navidad —espero mientras que Borja sonríe viendo embobado a su esposa.

—Ten, me costó muchísimo escoger que regalarte, pero creo que esto es lo mejor.

Miro la cajita bastante similar a la que su hijo me ha dado antes, como puedo y aún teniendo a Ángel entre mis brazos abro la caja rosa, en ella hay dos aretes de cadena que culminan en unas delicadas muelas de plata sonrientes.

—¡Ay! Están muy bonitos, muchas gracias —abrazo a mi jefa por el increíble detalle, son hermosos.

—Me encanta que te gusten —dice ella acariciando mi cabello y sonriendo maternalmente—. Supongo que tú eres Constanza.

—Sí —susurra mi prima un poco fuera de sí.

—Yo soy Graciela, mucho gusto, igual te compramos algo —la mujer busca bajo el árbol y encuentra una pequeña bolsa con un listón—. Espero que te guste.

—No tenía porqué molestarse —dice mi prima buscando ayuda en mí, ya sé que Graciela puede ser un poco cariñosa—. Muchas gracias.

Coni abre la bolsa y se encuentra con una pulsera de plata, tiene muchos dijes, entre ellos una cruz, una mano de fátima, un elefante, un árbol, una virgen, y otro más que desconozco. Es hermosa.

—Wow.

—¿Si te gustó? No sabía que comprar para ti, además buscar ayer fue un caos.

—No se preocupe, está bellísima, muchas gracias. Monse, ¿me ayudas? —me acerco a mi prima y le ayudo para abrochar la pulsera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.