Mi Amor De Verano

C17

Capítulo 17

—Conduzcan con cuidado, el que conduzca que no beba. Niños, cuidense —corro a la camioneta escuchando a mi mamá gritarnos desde la puerta.

—Por Dios, la mujer exagerada —gruñe Alejandro entre risas, niego y me cruzo el cinturón de seguridad.

Aunque hace unos treinta minutos fue que tomé mi celular, no he revisado ni uno de los mensajes que tengo de Lautaro, y eso que tengo mensajes en WhatsApp y en Instagram. Se me hace un nudo en el estómago de sólo pensar que él pueda estar en la fiesta, no entiendo la razón, pero me pone demasiado nerviosa saber que luego de esto, luego de tentar varias veces, no podré echar marcha atrás y una parte de mi tampoco lo quiere hacer.

—Monserrat, nada es para siempre, piensa en que puede ser una experiencia diferente, algo nuevo.

—¿Sabes si va a ir a la fiesta?

—¿Crees que te invité por nada? —maldigo a mi hermano y él sólo se ríe mientras que hago uso del surtido vocabulario chileno.

Retuerzo mis dedos y me miro mil veces en el reflejo de mi celular, maldigo hacer uso del labial rojo y además con un gloss, pues cada vez que me muerdo el labio por nerviosismo me quito maquillaje. Mi hermano se ríe por las incalculables veces que me he acomodado el cabello.

—Oye, ya sabemos que le gustas, no te esfuerces tanto —se ríe el idiota.

Llegamos a la casa de la chica, no sabía que estaba a casi medio kilómetro de la casa Zamora, es obvio que Lautaro estará aquí. Bajo de la camioneta y camino al lado de Alejandro que saluda a cada persona que se nos cruza, yo sólo sonrío porque mi nerviosismo me está volviendo loca.

—Macarena —el tono de voz de mi hermano me hace reír, suena intimidante para la chica, ellos se traen algo entre manos—. Te encargo a mi hermana.

—No te preocupes, queda en buenas manos —dice la chica besando la mejilla de mi hermano antes de tomar mi mano—. ¿Quieres tomar algo?

—¿Una michelada?

—Vamos —sigo a la chica y ella avanza como si fuera la organizadora.

Feid hace el ambiente, mucha gente baila y canta casi desgarrando la garganta, todos con vasos y se pronto me dan ganas de perrear hasta el suelo. Maca me acompaña aunque en todo momento busca a mi hermano que está con sus amigos.

—Te di lo que pedías y no fue suficiente —canto junto con los demás.

Sigo bailando con Macarena y río cuando la chica casi se cae, luego de unas cuantas canciones vamos por más alcohol, volvemos a seguir bailando y siempre he dicho que es más fácil bailar con mujeres que con hombres, pero bailar con la casi novia de mi hermano me brinda muchisima mas confianza y es por eso que me siento tan bien conmigo misma a pesar de ser casi el centro de atención.

—Mira a quien trajo la marea —busco a Pablo y lo encuentro a mi lado izquierdo, sonrío y lo abrazo—. Feliz año nuevo, Monse.

—Feliz Año Nuevo, Pablo.

—¿A mi que me dices?

—Que eres un maldito cobarde.

—No lo seré tres veces —dice antes de que su mano izquierda se deslice a mi rostro para alzar mi rostro al suyo.

El idiota, ahí, en medio de la fiesta, en medio de la pista de baile, siendo el centro de atención, me besa.

Siento que la música deja de sonar o al menos para mis oídos es así, sus labios amasan los míos y su brazo en el cabestrillo es lo único que nos separa, me alejo y verlo a los ojos es la peor opción, sus pupilas dilatadas hacen que me sed y calor al mismo tiempo, la intensidad con la que me mira me hace replantear hasta mi existencia.

—Feliz año nuevo —dice acariciando mi labio inferior con su pulgar.

—Tienes rojo —digo sonriendo por como mi labial lo manchó.

—Nada que no se pueda quitar —deja un beso fugaz en mis labios y se marcha como llegó, siendo el centro de atención.

—Me muero —susurro mirando a Maca, que al igual que los demás en la fiesta, mantienen la boca abierta sin creer el espectáculo que hemos dado.

—Te creo.

—Iré por mi novia, esta mierda me calentó —hago una mueca de asco en dirección a Pablo que sólo se ríe—. Mira, fueron su primer beso del año.

Me alejo de ser el centro de atención agobiada por las miradas y Maca me sigue, tomo una botella de agua y bebo rápidamente para quitarme rastros de alcohol, necesito sobriedad al cien por ciento.

—¿Qué fue eso, Monserrat?

—No me preguntes que no lo sé —digo mirando al suelo.

La pareja me observa y yo ya no sé qué hacer ¿Tengo que buscar a Lautaro? ¿Debemos hablar? ¿De que se trata esto? Mi cabeza comienza a doler y la música es peor. Salgo de la casa y en medio de los autos, justo frente a mí están Lautaro y Carola, este cada vez retrocediendo más cada que la chica le reclama algo.

—Tu sólita te ilusionaste, yo no te pedía que fueras a verme, ese día me senté contigo porque así lo dijo tu prima, no porque yo quisiera. Todos en Futrono saben que yo mil veces elegiría a Monserrat y aunque ella tampoco estuviera como opción, siempre sería la mía.

Maldigo en un susurro y vuelvo a la fiesta, ahora mismo necesito que Pablo o Enzo suelten la lengua respecto a su amigo, necesito saber que tan pasajero puede ser estar con Lautaro.

—Los grabaron —me susurra alguien en el oído—. A ti y a Lautaro.

—Me da igual ¿Has visto a Enzo o a Pablo?

—No.

—Sí los ves ¿Les puedes decir que los estoy buscando?

—Claro —me giro para seguir con mi búsqueda, pero ella me toma del brazo—. Es que, hacen una linda pareja.

—Gracias —digo más para mi qué para ella ¿Se suponía que eso era un cumplido? Porque para mí es casi sacado de un cuento de terror.

Pronto me encuentro con Enzo que ya viene casi encima de su esposa, perfecto para soltar la lengua, me ofrezco a ayudar a Paulina y ella suspira aliviada cuando podemos dejar al chico en el sofá.

—Enzo.

—Ey, Monse —dice arrastrando las vocales.

—Sí, hola.

—No creo que te diga mucho, peleó con su padre y este es el resultado.




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