Mi amor en directo

No es un sueño, ¿verdad?

Ellen

Desperté con la sensación de que todo había sido un sueño. Abrí los ojos lentamente, sintiendo la calidez de las sábanas envolviendo mi cuerpo y el leve dolor en los pies por haber bailado tanto anoche. Miré al techo blanco de mi habitación y me pregunté si de verdad había besado a Alexander Rossi, ese chico con sonrisa de diablo bueno y acento capaz de derretir hasta la escarcha del invierno.

Me giré para ver mi móvil en la mesita de noche. Tenía un mensaje.

Alexander Rossi: Buenos días, bella mia. Espero que hayas dormido bien. Fue una noche increíble. Avísame cuando despiertes.

Una sonrisa tonta se formó en mi rostro. Me tapé la cara con la almohada y grité de emoción, intentando no despertar a mi compañera de cuarto. Esto no me estaba pasando a mí… ¿o sí? Con manos temblorosas, respondí:

Ellen: Buenos días, Alexander. Gracias por todo anoche. Fue mágico.

Me incorporé y vi mi escritorio lleno de papeles, subrayadores y tazas vacías de café. La vida universitaria seguía, los deberes no se habían ido porque me hubiera besado con un italiano impresionante. Suspiré al ver mi calendario: hoy tenía clase de Teoría Literaria, después debía ir al supermercado, limpiar la habitación y, si el universo quería, terminar el ensayo sobre Shakespeare que no había entregado ayer.

Me levanté, me duché rápido y al salir, mientras secaba mi cabello frente al espejo, recibí otra notificación. Esta vez era de Discord.

Rossi 09: Hola Ellen, espero no molestarte. Sobre el regalo para Jere, ¿podrías encargarte de la carta grupal? Pensamos que, con tus palabras, sería más emotiva.

Mi corazón dio un vuelco. Ellos confiaban en mí para algo tan importante. Escribí con rapidez.

Ellen 07: Claro que sí, será un honor. Esta tarde les envío el borrador para que me digan si desean cambiar algo.

Sonreí mientras guardaba mi portátil en la mochila. Mi día apenas comenzaba, pero ya se sentía especial. Antes de salir, revisé el móvil una vez más. Alexander me había mandado un audio. Mi corazón se disparó.

—Buongiorno, principessa. No puedo dejar de pensar en ti… Espero que hoy tengas un día tan hermoso como tú.

Me llevé la mano al pecho. Si seguía así, iba a morir antes de acabar el semestre. Guardé el móvil en el bolsillo de mi chaqueta y salí corriendo. Mientras caminaba por los pasillos de la residencia, mis pasos se sentían más livianos, como si flotara.

Pero la vida real siempre encuentra la forma de devolverte los pies al suelo. Frente a la puerta principal, vi a Lexi, mi ex mejor amiga, de la mano con mi ex novio. Sus risas llenaban el hall de entrada, y por un segundo sentí el golpe frío de la tristeza. Sin embargo, algo dentro de mí cambió. Ya no me dolía igual. Quizá porque la noche anterior me recordó que existían cosas mejores, personas mejores. Y yo merecía eso.

Salí a la calle, dejando atrás sus risas. Hoy era un nuevo día, y si el destino lo permitía, tal vez el comienzo de algo que ni en mis mejores sueños hubiera imaginado.

La mañana pasó más rápido de lo que imaginé. Entre la clase de Teoría Literaria, donde la profesora hablaba sobre el amor trágico de Romeo y Julieta, y yo pensaba en italianos que no terminaban muertos, y las mil notificaciones en mi móvil, sentía que estaba viviendo en otro plano de realidad.

En el descanso, compré un café en la máquina del pasillo. Mientras le daba un sorbo, recibí un audio. Era Alexander.

—Buongiorno, principessa. Espero no incomodarte mandándote audios tan temprano, pero quería agradecerte por anoche. Fue muy divertido… hacía tiempo que no me reía tanto. Ah, y quería decirte que hoy será un día largo para mí, pero intentaré responderte rápido. Cuéntame cómo va tu día, ¿sí? Ciao, bella.

Sonreí mientras guardaba el móvil. Me daba ternura su voz con ese acento italiano tan dulce y varonil al mismo tiempo. Tecleé con rapidez:

Ellen: Mi día va bien. Mucho estudio, pero sobrevivo. Gracias por anoche. Fue… inesperado y bonito.

Guardé el móvil, intentando concentrarme en clase. Pero ¿cómo hacerlo si el chico con el que todas sueñan te manda audios diciendo “principessa”?

Cuando terminaron las clases, corrí a mi habitación. Me cambié tres veces antes de decidirme por algo simple: jeans negros, un jersey color crema y mis zapatillas favoritas. Me recogí el cabello en una coleta alta, dejando sueltos algunos mechones para que pareciera casual, aunque había tardado diez minutos en que quedará perfecto.

Mientras organizaba mis apuntes para el ensayo de Shakespeare, volvió a llegar otro audio. Esta vez, su voz sonaba un poco más agitada, como si estuviera caminando.

—Estoy yendo a un lugar de trabajo, principessa. Después te cuento bien qué hago, es complicado de explicar por mensaje. Pero hoy grabaré algo importante. Si ves que tardo en responder, no es que te ignore, ¿vale? Cuéntame más de ti… no quiero perderme nada.

Fruncí el ceño, intrigada. ¿Trabajo? ¿Qué clase de trabajo tenía? Sacudí la cabeza, negándome a fantasear más. Quizá era algo sencillo. O tal vez grababa colaboraciones con marcas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.