Mi Ángel

Experimento 01

N o e l

Lo último que esperaba era verla tan.. cambiada.

No volvió a mostrarme su sonrisa, tan solo me demostró el odio que siente hacia a mí a través de ceños fruncidos.

Ella no es la Clarissa amable y sonriente que conocí gracias a un gato. Yo la cambie. Es mi culpa.

Mi puño se estrella contra la pared, dejando un hoyo en medio de esta y que unos minutos después comiencen a tocar la puerta de mi habitación.

¿Y si por mi culpa no la vuelvo a ver sonreír?

No. Ni siquiera debe de importarme, es tan solo una presa más que se ha ido escapando cada vez que he tenido la oportunidad de asesinarla.

Entonces ¿Por qué te has puesto a hablar con ella cuando pudiste haberla asesinado por la espalda?

Debo callar mis pensamientos antes de que actúen en contra de lo que debo hacer. Son absurdos y me causan lastima, me dan ganas de reír cada vez que comienzo a pensar así. ¿De dónde salen tantas estupideces para que yo llegue a si quiera pensarlas?

No importa, solo no debe volver a suceder.

Intento volver a relajas mis músculos, las heridas de mis nudillos desaparecen lentamente, dejando solo una rojez en ellos. Respiro profundamente varias veces seguidas y salgo de la habitación acomodando las mangas de mi traje.

—Señor, ¿Se encuentra bien?—me pregunta un hombre de mediana edad nada más salir.

—Encuentra a alguien que arregle eso—continuo caminando sin dar más explicaciones.

Me dirijo a la oficina de mi padre, ultima mente no se encuentra de buen humor.

Por últimamente me refiero a desde hace seis años.

Aunque tampoco puedo recordar un día en el que estuviese de buen humor.

Se que lo que viene será lo mismo que ha estado pasado estos últimos días. Ya no espero nada distinto de él.

Después de todo, tengo que llegar al menos a estar a su nivel para que ceda su lugar, y dejar de ser solo un demonio, para ser el señor del infierno.

El nombre no me puede parecer más ridículo, pero no planeo poner el nombre del de arriba frente al infierno.

No le temo a mi padre, lo único que me causa son jaquecas, nunca fue un lo que se debe llamar "padre" para mí, simplemente estuvo presente al ser alabado por los demás mientras yo escuchaba atento a todas sus hazañas.

De vez en cuando se acercaba a mí, para exigirme más de lo que podía darle, y sin embargo, ahí estaba yo, cumpliendo todo al pie de la letra porque quería cumplir sus estándares. Y algún día llegar a ser como él, y que luego todos los pueblerinos me alaben a mí y a mis hazañas. Pero no seré igual que él.

Seré mejor.

Porque no he llegado a este mundo para ser una copia de lo que él es y será, porque yo soy capaz de ser mejor Diablo que él.

Entro en la oficina sin tocar. Él se encuentra sentado detrás de su escritorio, sus brillantes ojos rojos me observan expectantes a nuevas y buenas noticias.

—Volvió a escapar—respondo a su pregunta sin formular.

Continua observándome sin mediar palabra, hasta que su único movimiento es parpadear.

La botella de whisky sobre su escritorio es lanzada y apuntada hacia mi cabeza, antes de que se estrelle contra la misma, me muevo con lentitud hasta sentarme sobre su sofá. El cristal y el líquido se estrellan contra la pared derramándose sobre el piso.

—¡Seis putos años, Noel!—explota—, has acabado con ángeles muchos mas fuertes que ese fideo.

Me encojo de hombros, restándole importancia.

Se levanta de su silla para acercarse amenazante hacia mí. Me acomodo mejor sobre el sofá mientras él solo se posa frente a mí.

—¿Por qué has tardado tanto? ¿Es que acaso te has encariñado con esa pequeña rata de laboratorio?

Me levanto, quedando tan solo centímetros por encima de él.

—No, simplemente estoy respondiendo a lo que me has venido exigiendo todo este tiempo. Ha vuelto a escapar—repito.

Me mantengo sereno.

—No juegues, Noel—sonríe, esa sonrisa que me hizo aprender y dar siempre que algo sale como se espera, con sonrisas crueles todo sale mejor—. Te conozco, y sé que algo ocurre con esa chica.

Sonríe de boca cerrada, y no me puede parecer más asqueroso.

—¿Estás seguro de que lo haces, Lucifer?—sonrío tal y como él me enseñó a hacerlo—. Porque yo no lo creo.

Comienzo a caminar alrededor de la gran oficina, posándome al lado del ventanal donde se muestra todo "su" imperio.

—¿Aquí es donde comenzamos a luchar porque no estuve presente en tu infancia?—inquiere, mostrándose aburrido.

Suelto una risa seca, carente de humor.

—La disputa aquí no será por si estuviste o no en mi infancia—continuo observando por el ventanal a las personas siendo torturadas por los demonios—. Sino porque tú me arruinaste la vida, al menos cuando estuve vivo.

A través del vidrio observo su rostro serio, y sus cejas levemente arrugadas.

—Te burlas del ángel por ser un pequeño experimento de un par de arcángeles. Pero si yo también soy un pequeño experimento, específicamente tu experimento.

Me volteo, mi rostro no demuestra nada más que indiferencia, no como en el momento de leer los documentos con todo lo ocurrido, no había árbol que quedase para derribar, ni pared por agujerear.

—En algún momento te ibas a enterar—se encoje de hombros con simpleza—. No hay botón que pueda rebobinar, ni te pueda devolver la vida que nunca viviste.

Camina hasta su escritorio, saca otro whisky y comienza a beber directo de la boquilla.

Respiro profundamente, llenando mis pulmones de aire comienzo a caminar con tranquilidad, observando los libros que sostiene una estantería.

—Sí, seguro que no lo hay—susurro.

Al acabar su botella, la deja de nuevo en el escritorio de un golpe seco, se gira hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, con tanta tranquilidad como si acabase de brindar por haber descubierto su pequeño secreto.



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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