C l a r i s s a
No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me desperté, pero mi respiración continúa agitada, la luz del sol comienza a colarse por una pequeña abertura de las cortinas. Mis ojos arden y mi corazón ya late con más normalidad que cuando desperté.
No comprendo porque soñé con eso.
No soy muy creyente de "Los sueños tienen su significado" o "Los sueños cuentan probabilidades de tu futuro."
Al menos no hasta ahora.
Bueno, hasta ahora que no sueño con un unicornio con cabeza de delfín. Tendría más sentido verme desterrada que hablando con tal criatura extraña. Sin embargo, no espero que ese sueño, o pesadilla, sea un augurio de mi futuro.
Me aterra tan solo la idea de perder mis alas por una enorme acuchillada en mi espalda. Si el dolor que sentí en esa pesadilla fue solo imaginario... no quiero averiguar cómo se sentirá si fuesen reales.
Tengo muchas preguntas.
¿Por qué debería de haber aparecido Noel allí?
¿Qué fue eso ultimo que sentí sobre las heridas?
Recuerdo muy bien esa sensación de satisfacción al sentir esas dos pequeñas gotas sobre mi espalda, no fue doloroso o algo parecido, al contrario, me había aliviado del dolor que se sentía tener dos aberturas en mis omóplatos.
¿Qué fueron esas gotas?
¿Habrá sido Noel quien alivio mi dolor?
Pero, si sí fue así, ¿Qué liquido fue lo que hizo caer?
Quizá el líquido negro que siempre sale de su boca al enfurecerse.
¿Enfurecerse es lo mismo que dejar a su demonio salir?
Si, ¿No?
No lo sé, pero... ¿Cómo es que el líquido de un demonio podría curar? ¿No debería ser al contrario? Quizá no fue ese liquido medio espeso de color negro lo que me hizo sentir menos dolor y al final yo solo estoy inventándome historias en mi cabeza.
Al final, lo único que me queda es lo mismo que con lo que inicie.
Nada.
No tengo respuestas a ninguna de esas preguntas, y, estoy un noventa por ciento segura de que él es quien debe de tener las respuestas a ellas.
Sin embargo, no creo que pueda llegar simplemente a preguntarle cosas que me surgieron gracias a una pesadilla.
Aun así. Me estaría arriesgando a preguntarle y que al final ni siquiera él sepa las respuestas. Y tan solo le quede una nueva información, que yo saque a conclusión de todo esto.
Le temo a su forma demoniaca, mas no a él como tal.
Y es que ¿Cómo no hacerlo? Si casi acaba con mi vida.
Pero cuando no... se ve como un tipo normal, que me ayudó a bajar un gato de un árbol, y con el cual estuve pasando tiempo cerca al mar. Mi lugar favorito, y un momento que por más que desearía, no puedo olvidar.
Porque olvidarse de un momento junto a él es difícil, y tampoco quiero hacerlo.
Y mucho menos de sus palabras.
—Eres buena, y me duele ser quien te diga que ser tan bueno puede llegar a ser malo.
Unas simples palabras que después de tanto tiempo continúan rondando mi cabeza como si fuese la primera vez que lo dijo.
Unos suaves toques en mi puerta me sobresaltan, me bajo de la cama y abro las cortinas, dejando que la luz del sol me dé de lleno en los ojos. Voy hacia la puerta y abro aun viendo pequeñas manchas negras.
Sin embargo, no me impiden ver la cara de Aly frente a mí.
—Buenos días—saluda.
Me quedo un momento quieta, antes de separarme un poco de la puerta para que pueda pasar.
—Hola—susurro.
Duda unos segundos en si entrar o no, pero acaba entrando y yo cierro la puerta tras ella.
Observa las sanas desordenadas y comienza a doblarlas, al igual que las cobijas. Acción que con el pasar de los años he detectado cómo cuando quiere comenzar a hablar y evitar mi mirada.
La dejo hacerlo, de todos modos está haciendo mi cama por mí.
Suspira.
—Yo solo... quería hablar contigo—comienza.
Me gustaría que dijera lo mismo observándome a los ojos, pero no planeo hacerla sentir incomoda.
—Claro, dime—hablo con voz tranquila a su lado, dejándole su espacio.
Toma aire profundamente y lo saca lentamente, deja la cobija recién doblada en una esquina de la cama.
—Yo... solo quería disculparme—susurra—. Siento que fui muy dura contigo y me aleje de ti sin siquiera dejarte hablar.
—Está bien, Aly.
—No, no lo está—toma una sábana que no se de donde salió, no recordaba dormir con tantas cobijas—. No debes permitir que nadie te trate de la manera en la que yo lo hice, y me arrepiento mucho, Clarissa.
—Aly...
—Si, me enfadé, pero no era para que utilizara esas crueles palabras contra ti.
—Es normal, o al menos eso dijo Elián...
Comienza a doblar todo sin fijarse mucho en si quedan bien o mal dobladas.
—Estaba cegada porque... no quiero que vuelvas a sufrir por ese demonio—susurra la palabra demonio como si sintiera asco de tan solo formularla.
—No creo volver a hacerlo—digo con sinceridad.
Suspira.
—Se que es importante para ti—suelta—. Aunque lo niegues, se leerte, después de todo hemos estado juntas ya doce años.
—Solo estuve con él tres días—y el día en el que casi me mata, pero solo son detalles menores.
—Por más que intentes esconderlo, conmigo no podrás, Clarissa—habla, y por fin se vuelve hacia mí, dejando las sábanas dobladas antes de que la apartara cuando pensase que iba a desarmar la cama para también organizarla.
Coloco mis brazos tras mi espalda, observando hacia otro lugar que no sean sus ojos.
—Quizá un poco...
Ella solo suspira.
—Eres demasiado buena, Clarissa—susurra, y me hace recordar esas palabras.
Eres buena, y me duele ser quien te diga que ser tan bueno puede llegar a ser malo.
—No lo soy—frunzo mi ceño, observándola.
—Créeme, yo ya hubiera mandado a cualquier ángel a volar por el balcón si me tratasen como yo lo hice contigo—sonríe—, eres demasiado buena.