Mi Ángel

Fotografía

C l a r i s s a

Comienzo a cabecear, el cansancio hace presencia en mi y mi trasero comienza a doler por el tiempo que he estado sentada esperando a por Maite, no sé el tiempo que transcurrido desde que salió hecha una furia al piso inferior, pero solo sé que fue lo suficiente para hacerme deslizar por la pared para sentarme a esperarla.

No tengo el valor de bajar y observar la escena que desde aquí puedo escuchar; varios vidrios siendo estrellados contra superficies y varios chillidos bastante agudos me han hecho rezar por que ese tal Paul se encuentre bien... o al menos en una sola pieza.

Lo primero que logré escuchar fueron bastantes gritos y luego fue como si las plegarias de Maite por paciencia, ni siquiera lograron ser escuchadas por algún ángel.

Aunque sería un poco inútil si hablamos de la profundidad en la que nos encontramos.

Suspiro con pesadez observando el techo sobre mi cabeza.

Me aburro.

—¡Pero que tenemos aquí!—escucho una fuerte voz bastante conocida para mí.

Volteo rápidamente mi vista hacia él, asomado de una de las paredes que llevan a otro pasillo se encuentra Miguel observándome con una amplia sonrisa.

Me quedo quieta observándolo.

—Amm... Hola.

—Se me hacía raro percibir un olor a ángel—me tenso cuando comienza a acercarse—, pero jamás imagine que había uno aquí a la vuelta de la esquina, literalmente—sonríe y se sienta de igual manera bastante alejado como para sentirme segura.

—También me alegra verte—ironizo.

—¿Qué haces por aquí sola?—pregunta, dejando su sonrisa de lado para elevar una de sus cejas.

—Bueno... estaba esperando a Maite, pero lleva rato abajo.

Él suelta una risa estruendosa y niega con la cabeza.

—Y es poco probable que vuelva, Paul y ella han vivido en una lucha constante desde...—hace una mueca pensativa antes de encogerse de hombros—, siempre.

Bajo mis hombros.

—Supongo que solo me quedaré aquí y esperaré a Noel...—murmuro pensativa, aunque en realidad solo esperaré a que Miguel se aleje para comenzar a ver que cosas oscuras esconde este lugar.

Mi curiosidad está al límite.

Niega con la cabeza mientras chasquea su lengua.

—No lo creo, es peligroso que te quedes por aquí sola—se pone de pie—, vendrás conmigo, conejito.

Imito sus movimientos y frunzo mi ceño.

—No creo que sea peligroso si me quedo, no luce como un lugar en el que podrían asesinarme.

Comienza a reír levemente y me observa una vez termina.

—Cariño, estas en el infierno, hasta tu propia sombra podría asesinarte. No hay lugar aquí que no sea peligroso para ti.

El aire se escapa de mis pulmones, no lo sé, es como si tan solo hubiese olvidado ese pequeño detalle. No estoy en casa, no estoy segura aquí, mecho menos rodeada de tantos demonios.

—¿Y por qué debería de ir contigo?—cruzo mis brazos sobre mi pecho—, podrías enviarme justo al matadero y yo ni siquiera lo notaria.

Suspira.

—Puedes confiar en mi porque aún quiero vivir—señala como si fuese una pregunta estúpida—, y para hacerlo debo de mantenerte con vida, sino...—hace una seña con su dedo pulgar y lo desliza por su cuello hasta llegar al otro extremo.

Frunzo mi ceño aún más profundo.

—¿Por qué...?—no acabo con mi pregunta cuando suspira sonoramente.

—Si continuas con tus preguntas dejaré que te quedes a esperar a que el suelo se derrita y seas comida de demonios—amenaza.

—¡Pero tengo muchas preguntas!—le chillo enojada.

—¡Y a mí no me pagan lo suficiente!—comienza a caminar y yo le sigo enfurruñada—. Oh espera, ni siquiera lo hacen.

—O sea que me ayudas de buena fe—pincho su costado con mi uña, molestándole.

Bufa.

—Ya te dije porque lo hacía, no seas molesta, conejito.

—Yo no soy molesta—arrugo mi nariz observándolo.

—Pues lo estas siendo justo ahora—subimos al elevador y marca en el un piso por debajo del lobby.

Al elevador pasar por ese piso, el revuelo se suena mucho más claro con tan solo unas puertas separándonos del lugar.

—Tu sí que eres molesto—susurro.

—Pesada—susurra—. Debí haberme quedado viendo como introducían ese clavo en la lengua de Mathew, pero no, debía de cuidar al pequeño ángel.

—No soy pequeña, y si tanto te molesta puedes irte, se defenderme por mi sola.

Estaba comenzando a molestarme, y sin embargo, el parecía más aburrido con la situación que molesto.

Las puertas del elevador se abren y me sorprendo al ver a Noel apoyado de su costado de las puertas del ascensor. Tras él, una recepción nos recibe, amplia y con una fuente en medio, no hay personas en la parte trasera donde supongo los demonios hablan con los encargados, pero sí que hay demonios simplemente de pie junto a la fuente... observando a Noel.

Supongo que debe ser algo como una celebridad aquí.

—Él no hará eso si quiere continuar viviendo—dice, y sus finos ojos negros se posan sobre él.

Unos pantalones de traje negros y una camisa de manga larga del mismo color le visten, junto a una corbata rojo sangre le da el único toque de color a su atuendo. Su cabello esta desordenado, como si tan solo hubiese pasado sus manos por el y salir sin importar como se viera, las pequeñas ojeras bajo sus ojos no son pronunciadas y podría jurar que mejoran su aspecto...

Posa su mirada sobre la mía, y la comisura de su boca se alza.

—Clarissa—menciona mi nombre casual, pero mis mejillas se encienden al percatarme de que me observo darle un repaso.

Aunque... no me arrepiento.

Esto está mal.

Antes no observaba su aspecto de la manera en la que acabo de hacerlo, pero es que me fue imposible no hacerlo al verlo al después de varias horas haberme preguntado donde se había metido, y porque me había dejado sola con Maite.



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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