C l a r i s s a
Un nuevo día, una nueva manera de sufrir despertando y lo primero que veo es una pared. Ya estaba acostumbrada a despertarme y casi de inmediato quejarme del sol que hacía mis ojos arder, pero ahora, es bastante cómodo tan solo despertar por mi cuenta y no por los molestos rayos del sol, creo que podría acostumbrarme a esto, pero no demasiado.
—Buenos días, solecito—me sobresalto al ver a Maite en el mismo sofá en el que estuvo Noel ayer.
Bueno, retiro la parte de tranquilidad, no cuando ahora sé que pueden entrar a mi habitación como perro por su casa.
De hecho es su casa, pero solo soy tu conciencia...
Bufo y me estiro antes de sentarme cruzando mis piernas como indio.
—Buenos días—gruño.
Luce radiante, con unas botas militares y unos pantalones que espero sean de cuero falso, y una simple blusa de tirantes blanca.
Extrañamente, me gusta tal combinación.
—¿Qué tal dormiste?—pregunta, pero realmente no parece importarle mi respuesta, me encojo de hombros—. Bien, tampoco quería saberlo.
Se levanta y comienza a ir hacia la puerta que descubrí que era el closet, paso mis dedos por mi cabello enredado acomodándolo un poco antes de tomar una ducha.
—Ponte esto—deja caer el atuendo sobre el colchón y yo solo lo observo—, pero antes deberías de tomar una ducha, si no quieres que Noel se espante—murmura.
Unos pantalones casi iguales a los suyos, y una blusa vino de hombro caído.
—¿Por qué se espantaría?—frunzo mi ceño ahora con mi vista fija sobre ella—, no huelo mal.
O al menos eso creo.
—Para nada—sonríe—, pero podrías comenzar a hacerlo dentro de unas dos horas o menos, así que ve.
Bufo y bajo de la cama, pasando por su lado; hay dos puertas más en la habitación, y solo debo averiguar cuál es el baño.
Voy a la primera y solo me encuentro con un largo pasillo que lleva a una puerta más al fondo, me da curiosidad saber que hay tras ella, pero no quiero que Maite vea que le desobedecí, además, no planeo investigar todo lo que se me ponga enfrente justo con ella delante, quien sabe si haría que esa información llegase a Noel y el piense que no confío en él.
Cierro la puerta y camino a la restante, para mi asombro, esta tiene lo mismo que la anterior, solo que hay muchas más puertas a los costados de las paredes, y puedo ver varios cuadros colgando de las mismas.
—El baño está dentro del closet—la escucho decir tras de mi—cada habitación tiene estos pasillos, puedes estar tranquila de que no será ninguna trampa.
Comienzo a cerrar la puerta con lentitud, observando por ultimo como la puerta del fondo del pasillo se abre con la misma lentitud que cierro. Me quedo observando la madera ya cerrada frente a mí, y mi ceño se va hundiendo con profundidad conforme sigo sin obtener respuestas.
Maldita sea.
Camino con lentitud hacia el closet, el cual al parecer estuve demasiado perdida en mis pensamientos como para no ver las puertas dobles en el centro de la pared del fondo, la curiosidad por saber que hay tras esas puertas es inmensa, pero ya sé que empezaré por dar un vistazo por allí en el primer segundo en el que me dejen completamente sola, solo espero que sea pronto.
Me devuelvo y abro la puerta, viendo a Maite doblar las cobijas de la cama con una mueca de disgusto.
—Por cierto... ¿Por qué debo de salir contigo?—inquiero dejando solo mi cabeza fuera de la puerta.
Ella resopla y sin siquiera voltear a verme me responde.
—Quieres apaciguar el olor a ángel que desprendes?—pregunta—, ¿Si o no?
—Si—respondo de inmediato.
O bueno, al menos si quiero sobrevivir.
—Entonces mantente en silencio y ve a ducharte—ordena de malhumor.
La miro con mis ojos entrecerrados y le saco la lengua, como una nena chiquita.
Digna, me volteo y cierro la puerta y me adentro al enorme baño, tomo una ducha con cuidado de no mojar mis alas, el cuidado que tengo con ellas es bastante como para recordar tomar un cepillo y comenzar a quitar la sal del mar de ellas apenas tuve la oportunidad ayer.
Son mi adoración y las cuido como tal, aunque me hagan pesar el triple de lo que soy.
Al salir de la ducha, tomo una bata larga y bastante suave y me envuelvo en ella para salir en busca de la ropa escogida por ella. Claro, también uso la manga que Aly me dio.
Maite solo lima sus uñas perezosamente ignorándome, la recojo rápidamente y vuelvo al closet, me visto con rapidez y salgo poniendo el segundo tenis en mi pie.
—¿Lista?—pregunta poniéndose de pie.
Asiento y la sigo a la puerta, me mantengo tras ella con la cabeza gacha, si alguien me observa yo no lo hago ni lo haré hasta llegar a donde sea que me lleve Maite.
—No demuestres debilidad—la escucho susurrar.
Alzo mi cabeza hacia ella, ni si quiera me mira, solo camina frente a mí y me mira de reojo una sola vez.
—¿Eh?
Bufa.
—Si demuestras debilidad lo único que ganarás es que todos crean que eres una presa fácil—continua caminando, volteando de vez en cuando hacia los lados, pero siempre con la cabeza en alto—. Y, aunque si lo eres, no queremos que nos ataquen antes de siquiera poder llegar al castillo.
¿Qué castillo?
Quiero preguntar, pero levanto mi cabeza y me quedo muda al observar a tantos demonios caminando con naturalidad por una calle de pavimento oscuro y sus andenes de un ladrillo color vino; ¿Es normal que tantos demonios se encuentren por esta zona?
Un portón grande color negro se alza enfrente nuestra, algunas personas asoman sus cabezas por las rejas pero otros demonios más... grandes físicamente los empujan y los hacen hacia atrás, otras demonias resguardan el enorme portón y nos abren las puertas, pero me impiden pasar tomándome de los brazos.