Mi Ángel

Una llave

C l a r i s s a

Me quedo observando el libro con la primera página aun abierta y las letras comenzando a desaparecer de la hoja.

Unos azotes en la puerta me sobresaltan y caigo al suelo, me levanto sobando mi trasero afectado por la caída.

El recepcionista me devuelve la mirada cuando abro la puerta.

—La linterna—exige.

Mis cejas se fruncen hacia él.

—Pero ni siquiera es media noche—me quejo.

—No tengo nada mejor que hacer, ¿de acuerdo?

Bufo y dejo la puerta abierta tras de mí y tomo la linterna de la cama.

—Aquí, ya puedes irte—le digo y espero a que se mueva, cosa que no hace.

Observa el libro en mi cama y se dirige hacia mí.

—¿Qué clase de brujería tratas de hacer?—pregunta, intento cerrar la puerta y su pie se interpone en el camino, mete su cara por el pequeño espacio que quedó antes de que pudiera cerrarla por completo—, ¿Puedo ver?

—No—empujo aún más fuerte y un pequeño bombillo se enciende en mi cabeza—. Sí.

Abro y el cuerpo del hombre cae hacia adelante, dando un gran paso hacia atrás logro esquivarlo y que no me haga caer con él.

—Auch—se queja.

—¿Estas bien?—pregunto agachándome a su lado, intento ayudarlo a levantarse mientras soba su nariz.

—No lo creo, pero me importa más saber de qué se trata eso—se sienta y señala hacia la cama.

Miro el libro y me acerco a tomarlo para dárselo al chico.

Él lo toma y lo pone sobre su regazo, ojeando todas las hojas y al volver al inicio sus ojos se abren a mas no poder.

—¿¡Viste eso!?—me chilla.

Mi entrecejo se frunce y me inclino para ver la página en blanco.

—No.

Me mira y frunce sus cejas.

—¿Cómo que no? ¡Si estaba ahí hace un segundo!—vuelve a girarse hacia el libro, pasando las páginas pensando en que encontrara algo más en ellas.

—¿El que estaba allí?—pregunto.

Mi cabeza es un lio de pensamientos y suposiciones, pero no logro conectar ninguno para darme una respuesta coherente.

—Una pregunta...

—¿Qué pregunta?

—M-me preguntó por mi hermana...—susurra.

Sus ojos se mantienen distantes, mi inquietud me hace acercarme a su lado y sentarme sin esperar que comience a hablar.

Decido no interferir. Pero sus palabras me toman por sorpresa.

—Ella es un ángel—comenta, soltándolo al aire—. Fuimos separados al morir.

Me quedo en silencio, esperando a que continúe, o quizá no, solo le doy su espacio para que continúe si se siente completamente cómodo para hacerlo.

»—Jamás la volví a ver, y no he recibido noticia alguna sobre ella luego de... nuestra muerte—, se aclara la garganta cuando sus lágrimas comienzan a arremolinarse en sus ojos—. pedir información sobre un ángel aquí dentro solo haría que mi posición bajase aún más de lo que ya está.

—¿Por qué importa tu posición aquí?—me atrevo a preguntar.

Bufa y niega con la cabeza.

—Olvidaba que eres una novata aquí—suspira—. Si estas en el bajo mundo eres considerado parte de la mugre que se acumula bajo el sofá, los empleos para conseguir Dureons escasean dependiendo de tu posición en la pirámide, en la que claro, el Diablo y su hijo son los que se posicionan en la cima.

—¿Dureons?

—La moneda mas escasa y cien por ciento utilizada en el infierno, para comprar esclavos, o saciarte infringiendo dolor a los más desafortunados...

—¿Los más desafortunados?

—Ya sabes... esas personas que hicieron que sus pecados en la tierra fueran tan catastróficos que ni siquiera merecen una eternidad en el infierno.

Lo explica con tal naturalidad que mi piel se eriza, quizá se refiere a políticos aprovechados o peor aún, asesinos en serie...

—Ah, claro—digo intentando mantener mi papel.

—Bien... normalmente esos Dureons son utilizados también para salir a la superficie y saciarnos con el aire fresco y olvidarnos por unas horas del bochornoso calor del infierno.

Sin embargo, en ningún momento he escuchado hablar a Noel sobre tal moneda, y entonces recuerdo al chico hablando sobre la posición del Diablo y él aquí.

—Pero... trabajas en este lugar, algo de Durons debes ganar...

Dureons—me corrige—. Sí, pero no lo suficiente para salir en busca de Irina.

Muerdo el interior de mi mejilla.

—Es... bastante costoso salir del infierno, ¿No?

Bufa y suelta una pequeña risa.

—Lo es—suspira y, como si se acabase de dar cuenta de que me ha estado hablando sobre su vida, se pone de pie de un salto—. Lo siento, no debí de aburrirte hablándote sobre mi vida.

Niego rápidamente con la cabeza y recojo el libro del suelo, dejándolo tras la almohada, no vaya a ser que algún cotilla lo vea.

—De hecho, creo que puedo ayudarte—susurro trazando un plan en mi cabeza—, con lo de tu hermana.

Sus ojos se abren de par y se acerca un gran paso hacia mí.

—No juegues con eso.

—No lo hago—aseguro—. Soy bastante cercana a Noel, quizá él pueda ayudarme a encontrarla...

Sus ojos brillantes se llenan de emoción y mi corazón se encoje y de repente dejo de sentir mis pies tocando el suelo.

Los brazos del chico rodean mi cintura y me hace girar, poso mis manos en sus hombros buscando donde estabilizarme. Su felicidad es prácticamente contagiosa por lo que sonrío tiernamente pensando en su emoción y felicidad por hacerle saber que puedo obtener información sobre Irina y hacérsela llegar.

Alguien se aclara la garganta en la puerta aun abierta.

Me paralizo y me remuevo de los brazos del chico que se ha quedado completamente quito.

Me baja antes de que Noel lo obligue a hacerlo.

—S-señor—tartamudea con sus ojos atemorizados mirando a Noel como... bueno, como si fuera el diablo.

—La recepción está sola, ¿Puedo preguntar por qué?—su tono de voz es terriblemente pacifico, pero sus ojos demuestran la furia contenida no demostrada por sus palabras.



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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