Mi Ángel

Elián

C l a r i s s a

“Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar.

Es como una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada a la vez,

como si ya no fueras tu;

como si te hubieran robado una parte del alma.”

-Juan Aréva.

Al abrir la puerta no es tan espectacular como creí que sería.

Un pequeño y estrecho cuartillo me recibe, una estantería decora totalmente la pared de la izquierda y una alfombra bien cuidada de color crema yace en el centro de la estancia, la mi derecha hay una mecedora y frente a ella otra estantería. Una única ventana frente a la puerta ilumina la habitación.

Ambas repletas de libros, unos cuantos más llamativos que otros, pero libros al fin y al cabo.

Me adentro cerrando la puerta tras de mí, dejo el libro sobre la mecedora y la llave la mantengo en mis manos. Paso mi mano por encima de los lomos de los libros y llego hacia la ventana, el atardecer cae justo frente al vidrio y las tonalidades naranjas y rosas se hacen presentes.

¿Un pequeño escondite de lectura?

Suspiro observando una vez más todo en el interior, me parece algo… bonito, pero todo lo bello tiene su secreto, o al menos es lo que creo, y el que la puerta estuviera cerrada con llave me hace pensarlo todavía más.

Pero… ¿Que secretos puede haber en un lugar donde únicamente hay libros?

Pasando mi mirada detenidamente sobre cada lomo continuo sin encontrar alguna respuesta.

Pero…

¿Y si en realidad son los libros quienes realmente guardan esos secretos?

Abro uno de los libros de la estantería de la izquierda, pasando sus páginas rápidamente y sin siquiera detenerme a leer algo sobre lo que hay escrito en sus hojas.

Y continuo así con cada uno de los libros, sin siquiera interesarme por sus historias.

Al llegar a la ultima hilera, sentada sobre el suelo tomo un libro casi a la mitad del estante, pasando las hojas un papel doblado me hace detenerme y sacarlo del libro.

¿Primer secreto?

Desdoblo el papel, algo desgastado y amarillento al igual que las hojas de los libros por el tiempo que han pasado guardados. Dos simples números se encuentran grabados en el papel, como si hubiesen sido hechos con máquina.

Es muy probable de que así fuera.

02.

No comprendo lo que significan, ni si quiera para que podrían ser útiles, pero estaban en el papel, escondidos en un libro. Y cuando se quiere esconder algo en un libro es porque piensas que es el ultimo lugar en el que alguien buscaría, pero cuando es lo único que hay en la habitación tampoco hay muchos otros lugares donde buscar.

Sin tener otra opción, continuo por el siguiente libro, pero cuando este no sale mis cejas se fruncen. Hago un intento más aumentando la fuerza con la que tiro del libro, este cede sin salir completamente, y el sonido de algo de madera siendo movido me sobresalta.

La estantería se mueve.

Literalmente se desliza hacia atrás, el libro sobresaliente continua allí, sin siquiera ser movido por el movimiento como los otros libros.

Un largo pasillo hacia la derecha se abre con el librero deslizándose, hasta que se detiene con un ruido sordo en el que encaja en la pared dejando caer piedrecillas con el golpe.

Mis pasos se vuelven pensativos conforme me voy acercando al pasillo, no es muy estrecho y una única luz brilla al final de este.

Suspiro y trago con dificultad.

Y, en el momento de sopesar mis opciones, decido ir a por el libro. Lo abro y observo el pasillo frente a mí.

Suspiro, sintiéndome un poco con la cordura perdida por lo que haré.

—¿Es seguro entrar?—digo en voz alta, esperando a que la tinta comience a expandirse por el papel.

Sí.

—¿Me estás diciendo la verdad?—pregunto temerosa.

Sí.

Muerdo mi labio inferior.

—¿No habrá nada allí que pueda atacarme?

No.

Mi nerviosismo aumenta con cada palabra que sale de mi boca.

—¿Debería entrar?

Sí.

Me aterra la oscuridad.

—¿Me conviene entrar?—utilizo cada una de las preguntas formuladas en mi cabeza con la esperanza de que haya alguna respuesta negativa en esto.

Sí.

Finalmente, dejo que las letras desaparezcan del libro, y, aferrándome a él comienzo a adentrarme al pasillo con pasos lentos y meticulosos.

La oscuridad me recibe, fría y completamente sola; camino a paso apresurado por el pasillo hasta llegar al final del pasillo, donde la luz al fin me recibe al igual que unas escaleras que simplemente son de apoyo para llegar a un piso no extremadamente bajo. Observo antes de sentir que es completamente seguro bajar.

Varios estantes de metal llenan dos de las paredes del cuarto, cada uno de ellos atiborrados de papeles, unos cuantos más desordenados que los otros, al igual que varias cajas en las partes bajas y algunas otras tiradas en medio del espacio.

El ambiente que me recibe es completamente distinto al del pequeño cuarto de lectura, aquí es completamente frio y, aunque el desorden y el polvo que se acumulan son exorbitantes, se siente completamente vacío.

Aunque principalmente no es ello lo que llama mi atención en un inicio, sino varios papeles pegados en la pared, algunos otros conectados con dibujos e hilos rojos.

Bajo los escalones sin quitar mi mirada del enorme papel que parece ser la fuente de todos los hielos, grabado con trazos descuidados un simple número.

02.

Me siento completamente perdida en medio de todo esto, si miro a cualquier esquina o pared encontraré más de lo mismo, nada que me diga de qué demonios trata esto.



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En el texto hay: demonios, romance, demonios angeles

Editado: 06.02.2023

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