Narra Sade
Han transcurrido dos días desde que conocí a Leonardo, y debo admitir que no he podido dejar de pensar en él. Su mirada penetrante y sus ojos me han cautivado. Durante la cena con mi familia, no pude apartar mi atención de él; su forma de mirarme era casi hipnótica, lo cual resultaba inexplicable y me hacía sentir como si tuviera mariposas en el estómago.
En este momento, me estoy preparando para mi primer día de clases. Siento un ligero nerviosismo. Después, me arreglo el cabello, dejándolo con rizos al finalizar. A continuación, recojo mis pertenencias. Tras mirarme por última vez en el espejo, salgo de mi habitación.
Nada más entrar a la cocina, encontro a mi padre besando a mi madre mientras preparaba la mesa. No se dieron cuenta de mi presencia, así que carraspeé
hasta que ambos se dieron la vuelta,. Simplemente les sonreí al verles sonrojados., visiblemente avergonzados. No pude evitar sonreír
De manera rápida, mi madre coloca una jarra de zumo en la mesa, mientras mi padre dispone sus platos con el desayuno. Posteriormente, me entrega una taza con macedonia de frutas. Luego, nos sentamos a la mesa y me sirvo un vaso de zumo, comenzando así nuestra desayuno. Durante el desayuno, mantuvimos una animada conversación. Al finalizar, colaboramos en la recogida de los platos y, seguidamente, salimos de casa. Nos subimos al coche y, durante el trayecto, disfrutamos de un poco de música.
Agradezco que el trayecto haya sido breve, con una duración aproximada de seis minutos. Mi padre estaciona rápidamente frente al instituto y, a continuación, nos bajamos del coche.
Al entrar al instituto, nos dirigimos directamente a la secretaría, donde una mujer de aproximadamente 39 años nos recibe. Mi padre le informa que soy la nueva alumna. La secretaria nos solicita mi nombre para poder localizarlo en la lista. En ese momento, le proporciono mi nombre y ella comienza a buscarlo, encontrándolo de inmediato.
A continuación, me proporciona una papel con los horarios de cada clase y me explica las normas del instituto. Posteriormente, me despido de mis padres, y la secretaria se ofrece a acompañarme hasta mi clase. Mientras me acomodo mi mochila, sigo a la secretaria hasta el aula que me corresponde. Ella toca la puerta y un profesor de atractivo físico, con cabello negro, sale a recibirme. Observó que tiene un
tatuaje en el cuello. La secretaria le informa que soy la nueva alumna.
El profesor me invita a entrar y me indica un lugar disponible al lado de Leonardo, donde nuestras miradas se cruzan. Por lo tanto, me dirijo hacia allí y me siento. El profesor, a continuación me solicita que me presente, así que acedo a hacerlo tras mi presentación el profesor comienza a
explicarnos diversos temas.
Mientras tomo apuntes y escucho la explicación del profesor, siento la mirada constante de Egan sobre mí. Esta atención me provoca cierta inquietud y nerviosismo, pero al mismo tiempo despierta mi interés por conocerlo. Tengo la sensación de que él podría transformarme la vida o incluso marcar un cambio radical en ella.
De repente, oigo el timbre que señala que es la hora de descanso
Inmediatamente, recojo mis cosas, acto seguido salgo del aula
En mi primer día, la experiencia no está resultando tan abrumadora, hasta que, de repente, diviso a Leonardo a lo lejos. Al percatarse de mi presencia, él me dirige una sonrisa y me guiña un ojo. Yo le respondo con un saludo. Con las mejillas ligeramente sonrojadas, me dirijo a un banco para sentarme hasta la hora del recreo.
Este es, por el momento, el único lugar donde puedo disfrutar de tranquilidad y silencio. Después, me coloco los auriculares y escucho música, ya que me encanta dejarme llevar por el ritmo. Sin embargo, mis momentos de relajación se ven interrumpidos cuando el timbre señala el final del descanso y debo regresar a clase. Espero unos minutos para evitar cruzarme con alguien y así poder dirigirme al aula con mayor calma.
No obstante, mis planes se ven alterados cuando me encuentro inesperadamente con Leonardo.
Contemplo sus ojos, perdiéndome en su mirada. Él me observa de arriba abajo, obstruyendo mi paso, y sin comprender lo sucedido, caigo al suelo. Al instante, él me ayuda a levantarme; nuestros miradas se cruzan y me pregunta cómo estoy.
Le respondo de inmediato que estoy bien, que solo fue una caída sin importancia. Recuperando mi compostura, acomodo mi mochila y, cuando estoy a punto de irme, Leonardo me detiene en el lugar donde comenzamos a hablar mientras caminamos por los pasillos.
Observo a un grupo de estudiantes salir de las aulas. Parecía que estaban conversando, supongo que disfrutando de su tiempo libre. Leonardo me acompaña hasta mi próxima clase.
Guau!, qué lindo por su parte de querer acompañarme hasta la clase Leonardo no ha dejado de mirarme de manera extraña mientras se mordía el labio inferior. Esta situación provoca en mí un susurro de curiosidad, algo que nunca había experimentado antes.
Al llegar, se despide de mí y se marcha.
Por lo tanto, ingreso al aula y tomo apuntes de las explicaciones del profesora de manera rápida hasta que concluye la clase.
A lo largo del día, no tuve más encuentro con Leonardo , es evidente que la profesora nos asigna tareas después de habernos proporcionado otras, y ahora es momento de que regresemos a nuestros hogares.
Al salir del instituto, decido caminar hacia mi hogar, ya que el clima es agradable. experimentado antes.
Al entrar, encuentro a mi padre sentado con su portátil. Al verme, comienza a preguntar cómo me fue en mi primer día de instituto. Decido contarle mi experiencia, pero noto que mi madre está hablando por teléfono y compartiendo chismes, como de costumbre. Para evitar más preguntas, opto por retirarme a mi habitación. Una vez allí, me dedico a realizar mis tareas, las cuales considero bastante sencillas.
Más tarde, al mirar el reloj, me doy cuenta de que son las 8:30, lo que me provoca el deseo de cenar.