Narra Sade
Me encuentro sentada, disfrutando de un poco de sol, reflexionando sobre la situación de mi hermana, quien está viviendo con nosotros. Intuyo que, como en ocasiones anteriores, se alejará sin dar noticias, lo que ocasionará tristeza a nuestros padres. No tengo una buena impresión de su novio y, al pensar en ello, suspiro profundamente. Considero que es mejor no centrarme en mi hermana en este momento.
Cuando de repente siento que alguien me observa. Al voltear, me encuentro con la mirada de Leonardo, quien se ve muy guapo.
En ese instante, recuerdo una frase que dice:
No hay nada más hermoso que una historia que comienza con una casualidad. A veces, lo que inicia como una locura puede transformarse en lo mejor de la vida.
Lo veo acercarse a mí con esa sonrisa que me enamora cada vez más. Al acercarse, me da un beso. Después de ese beso, le muestro dos entradas de cine. Me mira como si nuestras miradas estuvieran conversando. Veo cómo suspira y frunce el ceño, pero luego me regala una sonrisa. Así que me levanto del banco y caminamos juntos hacia el cine.
Cuando llegamos allí, donde veo que hoy entrenan, culpa mía por querer ver. Estoy emocionada y alegre, y ante la mirada de Leonardo, que solo sonríe, también me guiña un ojo. Cuando entramos en la sala, nos acomodamos de inmediato y, unos minutos después, la película da comienzo.
Sin embargo, noto que Leonardo no muestra interés en ver la película ya que me está besando el cuello. A pesar de esto, intento concentrarme en la película.
Durante la película, él se detiene, prestando atención a lo que ocurre en la pantalla, mientras que yo suspiro aliviada porque no caí en la tentación. Continuamos viendo la película hasta que esta termina. Al salir de la sala, él me mira con una sonrisa maliciosa y juguetona. Me alejo un poco de él, ya que representa un peligro para mi salud mental, pero logra alcanzarme. Al ver su expresión de niño bueno, bajo la guardia y empiezo a escuchar lo que tiene que decirme.
—Preciosa, no olvido darte un castigo, así que espérate a que vayamos a mi departamento.
Me regala una de esas sonrisas que me gustan y no me doy cuenta de que lo estoy besando
Tras el beso, continuamos caminando tras cruzar la acera, cuando de repente, avisté un automóvil que se acercaba a gran velocidad hacia mí, lo que me provocó perder el conocimiento y caer al suelo. Solo recuerdo haber escuchado los gritos de Leonardo pidiendo que se llamara a una ambulancia.
Percibo un ruido constante, pero me resulta imposible abrir los ojos. Mi cuerpo se siente adolorido y prácticamente sin fuerzas. Con lentitud, logro abrir los ojos y, de inmediato, siento un intenso dolor en la cabeza. Intento evocar lo ocurrido y entonces me llega a la mente la imagen del automóvil.
Me acomodo un poco en la cama al ver entrar a una enfermera que viene a suministrarme más suero y un calmante para aliviar el dolor. Luego, ella me informa que hay dos personas que desean verme, pero hubo un joven a mi lado que estaba preocupado .
Pero llegará más tarde. Después de ponerme el suero, me deja sola, preguntándome quién es ese chico que trato de recordar, pero no puedo. De repente, entra una señora y un señor; les pregunto quiénes son, pero ambos se miran confundidos. Con cuidado, me dicen que son mis padres. En ese momento, entra un médico y les dice que no los recuerdo.
El médico comienza a explicarles cada uno de los detalles relacionados con mi situación. Debido a las pruebas realizadas, se ha determinado que sufro de amnesia temporal, la cual ha persistido durante dos meses. A pesar de que confío en que mi memoria se recuperará, para asegurarnos, el médico ha decidido realizarme más pruebas.
Al finalizar la explicación, les informa que mañana, a primera hora, realizará las pruebas. Después de comunicar esto, se retira de la habitación, quedándose esas personas conmigo.
Después de un tiempo, se despiden de mí, informándome que regresarán mañana por la tarde. Posteriormente, se retiran, dejándome sola en esta habitación del hospital.
En ese momento, aparece un joven atractivo. Trato de recordar su rostro, pero en lo profundo de mi corazón siento que lo conozco, aunque mi mente permanece vacía de recuerdos.
Al acercarse a mí, me saluda mientras acaricia mi cabello y me dice:
—Hermosa tuve miedo al verte en el suelo, con aspecto de estar medio muerta; sentí que algo se rompía en mi interior. En el momento en que se aparta de mí, le pregunto quién es, lo que provoca una evidente confusión en su rostro ante mi pregunta.
No bromees con esto, por favor. Sabes quién soy. — Lo miro a esos ojos y mi corazón comienza a latir de una manera inexplicable. No sé por qué me está pasando esto con este chico.
Es cierto que no te reconozco, y esto se debe a un episodio de amnesia temporal. Al observar su expresión, noto que se siente triste por no haberlo recordado. Sin embargo, me dice su nombre y, a continuación, me dice que mi novio
¿Puedo abrazarte? — asiento con la cabeza en señal de afirmación.
Me quedo abrazándote con fuerza durante un par de horas, sin darme cuenta de que la enfermera ha entrado para avisar que ha terminado la hora de visitas.
Me quedo abrazándolo con fuerza un par de horas, sin darme cuenta de que la enfermera ha entrado para avisarle que la hora de visitas ha terminado.
Leonardo se despide de mí con un suave beso en la frente y, junto con la enfermera, sale de la habitación, dejándome a solas. Intento conciliar el sueño.
A primera hora de la mañana, un enfermero trae una silla de ruedas y me lleva hacia una amplia habitación que se encuentra en penumbra. En este momento, me están realizando diversas pruebas.
Al finalizar, el enfermero me lleva a la habitación. Me acuesto en la cama, reflexionando sobre las pruebas realizadas. El enfermero se retira por un momento y, más tarde, el médico entra acompañado de la enfermera. Me informa que no tengo ninguna afección grave, lo cual me alivia y me hace sentir más tranquilo. También me comenta que me darán de alta, ya que todo está en orden. Después de un minuto, Leonardo entra con flores, caminando hacia mí.