Capítulo XV
—Eso espero…— susurra queriendo volver a besarme, pero la puerta se abre, por lo que nos separamos asustados.
—Dios, lo siento por molestar. Pero necesitamos tu ayuda, teresa— dice Andrea haciendo que me ría un poco, y que Axel se aclare la garganta, un tanto avergonzado.
—No pasa nada— digo divertida, antes de quitarme su americana y devolvérsela— Muchas gracias, profesor— murmuro juguetona, antes de besarle rápidamente haciendo que se sonroje cuando me separo, cosa que me hace sonreír.
Divertida, me giro y camino hacia la puerta, donde Andrea, intenta aguantarse la risa, cuando llego me abre la puerta, y el calor del interior del polideportivo me golpea de inmediato.
Que calorcito…
—¿Qué pasa? — la pregunto una vez cierra la puerta.
—Alan, no sé por qué, pero está bebiendo como un loco— dice preocupada tomando mi mano y llevándome por el polideportivo. —Le hemos llevado a una esquina para que no le vean los profesores— dice nerviosa— Además, Hoshi está que se sube por las paredes. Yo ya no sé qué hacer ¡esto es un caos!
—Tranquila, ahora lo llevaremos a mi habitación para que no le vean. Ya luego hablaremos con Hoshi— digo tranquilizándola, justo antes de ver a Alan recostado en la pared con una botella en la mano y con una pinta horrible.
—¡Teresa! —dice con una sonrisa boba.
—Hola Alan— digo sonriéndole ante de quitarle la botella y así dársela a Andrea disimuladamente.
—Sabes, estas muy, muy guapa— dice arrastrando las palabras, y cogiéndome por los hombros haciendo que me sobresalte—Enserio, estás guapísima. Ese vestido… Pff te queda como un guante— dice bajando sus brazos a mi cintura, para así pegarme a él, pero le separo de inmediato.
—Alan— le regaño, haciendo que ruede los ojos divertido, antes de soltar una carcajada—Tenemos que llevarle a una habitación, distrae a los profesores— la pido a Andrea, la cual asiente antes de acercarse a Axel y a los otros profesores.
—¿Vamos a tu habitación? — dice divertido por detrás mía, mientras le guío por el gentío para salir de ahí.
—Sí, será mejor que no te vean así— murmuro cogiendo su mano cuando veo que se despista con demasiada facilidad. Una vez salimos del polideportivo, suelto un suspiro.
Por lo menos no nos han visto…
—Oye, cuando vayamos a tu habitación…
—Ni lo pienses, Alan— le advierto girándome a mirarle, a lo que el sonríen divertido antes de asentir en repetidas ocasiones— Perfecto.
—Sabes, el chico este, el Alberto, tiene mucha suerte— dice cuando terminamos de subir las escaleras.
—¿Por qué? — pregunto con el ceño fruncido.
—Es obvio, tiene la posibilidad de estar contigo, de hacerte feliz. Además, ese maldito collar— farfulla, molesto, parándose en medio del pasillo, por lo que tiro un poco de su mano para que siga andando.
—¿Qué tiene que ver el collar en todo esto? — digo curiosa, y bastante confundida, con intención de sacarle algo de información.
—Si te lo contase, mi padre me mataría.
—No lo entiendo— murmuro haciéndole suspirar.
—Es como una especie de secreto familiar…
—Vale, pero que tiene que ver mi collar con ese secreto. No entiendo nada— murmuro abriendo la puerta de mi habitación.
—Tu familia, también tiene el mismo secreto, o debería…— dice confundido antes de bostezar— Aunque eso ya da igual, se lo he contado a mi padre, él sabrá que hacer— dice quitándose la corbata y la americana.
—De verdad, no os entiendo— digo rodando los ojos antes de ir a ayudarle a quitarse la americana, ya que se le estaba complicando el asunto.
—Oye… Esto huele a mi padre…— dice confundido, haciéndome negar rápidamente.
—No lo sé, nunca ha estado aquí— digo nerviosa, mientras se quita los zapatos.
—Dios, sí que estoy borracho— dice divertido, antes de bajarse los pantalones.
—Sí, será eso— digo rápidamente para ayudarle a ir a la cama.
—Muchas gracias, Teresa…— dice cuando le dejo en la cama, robándome una pequeña sonrisa antes de girarme a recoger su ropa.
—No es nada— murmuro dejándolo en mi escritorio, antes de girarme a mirarle encontrándole dormido como un lirón, haciéndome reír por lo bajo.
¿Qué hago…? Tal vez no sea buena idea volver al baile, tal vez se despierte y necesite ayuda.
Va a ser mejor que me quede…
Tras asegurarme de que está dormido, me quito el vestido quedando únicamente en bragas, en completo silencio para no despertarle, pero antes de que pueda ir al armario a vestirme con una camiseta o algo, la puerta se abre, y entra Axel, haciendo que maldiga para mis adentros.
Más mala suerte no puedo tener.
—Eh… hola…—murmuro tapándome con el vestido, pero da igual ya que solo tiene los ojos clavados detrás de mí, donde está durmiendo Alan.
—Ese es mi hijo—murmura molesto, teniendo cuidado de no despertarle, lentamente asiento, haciendo que se ponga rojo.
—Estaba muy borracho…—murmuro sin moverme, al ver como dirige la vista a la ropa, a la ropa de Alan que hay sobre la silla que está a su lado.
Y no puedo evitar arrepentirme de haberlo traído aquí.
—¡¿Está desnudo?! —murmura enfurecido, pero sin levantar la voz, eso si sus ojos me transmiten perfectamente su enfado.
—Técnicamente no, está en calzoncillos—digo nerviosa e intentando sonar divertida para relajar el ambiente, pero obviamente no lo consigo, ya que me lanza una mirada de advertencia que me hiela la sangre.
—¿Y tú técnicamente, tampoco estás desnuda? —dice irónico, levantando un poco la voz, haciendo que abra los ojos, y le señale que mantenga silencio.
—Ve al baño, hablamos allí—digo nerviosa al ver a Alan moverse en mi cama.