Mi ángel de ojos azules

XXXII. Te quiero

Bajo las escaleras con el libro en la mano, estoy volviendome a leer cumbres borrascosas. 

Si, soy repetitiva pero es mi libro favorito.

—Te vas a caer si bajas las escaleras leyendo— dice Ivar.

Si, Ivar. Aunque haya pasado casi una semana desde la transformación el muy capullo se niega a irse. Le dió igual tener un morado en la cara, se quedó poniendo de excusa que era uno de los mejores luchadores.

No sabéis la ilusión que me hizo verlo la mañana siguiente con el labio partido y un moretón en la barbilla. Se lo merece por capullo. 

Le ignoro siguiendo mi camino, pero se que me sigue debido a que la intensidad de su olor sigue igual y por que oigo sus pasos detrás de mí.

—Vamos Eileen. Ha pasado una semana. Perdoname, me comporte como un capullo— dice intentando coger mi mano, pero se la cojo yo antes y se la retuerzo haciendo que haga una mueca.

—No sabes bien lo capullo que eres. Ahora déjame en paz, tengo cosas que hacer.— digo antes de soltarle y seguir mi camino leyendo.

—Te puedo ayudar. Déjame ayudarte— insiste

—No necesito tu ayuda

—¿no vas a perdonarme?

—No

—Joder, estaba con la cabeza en otra parte. Cuando una loba se transforma por primera vez los lobos nos volvemos un poco locos… Ya sabes— dice incómodo, de inmediato me paro. 

—¿Cómo has dicho?— le pregunto curiosa. 

—¿No lo sabes?— me pregunta confundido

—¿Tendría que saberlo?

—Hombre, deberías haberlo sabido o haberlo supuesto…

—Explicamelo todo— le exijo seria.

—Bueno, es normal que se haga. Casi siempre se hace… — dice incómodo.

—Habla maldita sea— gruño furiosa, no entiendo porque da tantos rodeos.

—Tu hermano me va a matar... —murmura, y de inmediato la sangre me hierve aún más— Normalmente, cuando la loba se va a transformar y no tiene mate, pues ella y los machos que no han encontrado a su mate, pues hacen una ¿ceremonia? No sé cómo explicarlo… La loba escoge al mejor de los lobos que corren con ella, o al que más le gusta… Y pues ya sabes— murmura sonrojándose un poco.

—Malditos depravados— gruño con mi tono de alfa.

—Es una costumbre

—¡Me da igual!— gruño furiosa echando a andar al patio, donde estará mi hermano

—Eileen, no hagas….

—Callate, Ivar. Porque como digas una maldita palabra más te juro que te corto las pelotas y se te las tragas— le aviso muy cabreada haciendo que se quede pálido—Perfecto, ahora déjame solucionar un par de cosas— molesta retomo mi camino por los pasillos de la planta baja hasta llegar al salón donde están Nicolae y Andrea hablando.

—Eileen, ¿que...— comienza Nicolae, pero mi mirada le hace callar de inmediato

—Espero que no tengas nada que ver— le advierto sin pararme antes de salir al patio encontrándome con mi hermano y unos cuantos lobos a los cuales está entrenando.

—Eileen, ya era hora de que bajaras, la puntualidad es lo primero— me regaña

—¡Eres un maldito gilipollas!— le grito llamando su atención haciendo que se gire a mirarme.

—¿Cómo?

—¡Que te creías que no me iba a enterar! ¡Intentaste que me acostara con Ivar!

—Marchaos— les ordena a los lobos, estos de inmediato le obedecen y se marchan casi corriendo— Eileen, tranquilizate— me pide intentandome coger, pero me aparto de inmediato.

—No me toques— le advierto temblando de ira. Desde que me he transformado mis emociones están a flor de piel y la verdad me es un poco difícil controlarlas. Pero es que lo que ha hecho...

—Eileen, solo quiero lo mejor para ti… Él no es alguien para tí, Ivar es joven, y...— le corto de inmediato asqueada por sus palabras:

—¡No sabes qué es lo mejor para mi! ¡No le conoces! — grito exasperada— ¡Axel está sufriendo cada día, cada maldito momento del día le están torturando! ¡Y todo por mí! ¡Sabe dónde estoy y no lo dice! ¡Entérate de una maldita vez! ¡Estaré con quien yo quiera, no con quien tú quieras!— con lágrimas en los ojos echo a andar al bosque, últimamente voy mucho allí…

—Eileen, no te vayas— me pide

—Déjame en paz— le digo con voz dura haciendo que se quede estático, nunca he hablado así a mi hermano…

Cuando llego a la linde, echo a correr recordando el día que Axel me llevó al bosque y me tuvo que coger en brazos para que no me callera. 

—¿Vienes mucho al bosque?

—Bastante, me gusta mucho correr por aquí

—¿Vienes a correr aquí?¿Y nunca te has caído?

—No, nunca.

—Menuda suerte tienes...Yo en menos de quince minutos ya me he caido y tropezado trescientas veces

—Me supongo que estoy acostumbrado, además tengo buenos reflejos

—Ya lo he visto, me has cogido al vuelo. Muchas gracias por cierto… Profesor…

Me paro en seco al recordar lo siguiente que paso. La insinuación, las flores… Estabamos tan agusto los dos ahí tumbados y abrazados.

Las lágrimas vuelven a caer al recordar la visión. Está sufriendo tanto…

Noto el dolor en el pecho y sin importarme nada me dejo caer al suelo quedando me de rodillas al igual que me tapo la cara y los ojos con las manos comenzando a sollozar.

Tengo que encontrarle y sacarle de ahí…

—Tess...— murmuran haciendo que se me ponga la piel de gallina.

—Axel— me destapo la cara y veo que me encuentro en la habitación de la cama y los barrotes. Debe ser donde le dejan cuando no le torturan. 

Llevo la mirada a la cama encontrando un bulto y de inmediato voy hacia allí encontrándome a Axel.

—Sabía que estabas aquí… Te sentí ese día...— dice llevándose una mano al abdomen.

—Axel...— sollozo al ver su deplorable estado. Está mucho más delgado que la última vez que le ví, tiene moretones por todo el cuerpo y la cara, además tiene un ojo hinchado y el labio partido. Por no hablar de la barba, que la tiene bastante larga.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.