Mi ángel de ojos azules

XXXIX. La marca

Narra Axel.

—Malditos hijos de puta— gruño intentando soltarme de los cinturones que me retienen en la camilla mientrás oigo gritar a Tess.— Os voy a matar— gruño enloquecido, pero no consigo soltarme del agarre asi que el médico comienza a cortarme un poco más el abdomen para poder curarme las heridas que me han echo antes.

—Si no te quedas quieto te desangrarás— dice el médico metiendo una gasa en la herida que me hace pegar la cabeza a la cama y retorcerme de dolor.

—¡AH!— vuelve a gritar poniéndome la piel de gallina.

—Os voy a hacer pagar a todos, malditos animales— gruño agarrando la camilla con fuerza por el dolor de las heridas.

—Deberíamos anestesiarlo, así no se puede trabajar— se queja la enfermera que intenta sujetarme las piernas con apenas éxito.

—No, quiero que sufra y que escuche todo lo que pasa arriba— dice mi padre entrando a la cocina que han improvisado para operarme.

—Hijo de la gran puta— grito intentando soltarme, pero de inmediato tres hombres se acercan a sujetarme.

—Silencio, parar todos— ordena, provocando que el médico deje de hurgarme las tripas en busca de alguna herida interna.— Ahora escucha— dice con maldad, un gruñido sale de mi garganta, a la par que comienzan a asomarse mis caninos, pero un dolor en el cuello seguido de un chillido de dolor me hiela la sangre.

La ha marcado.

—Maldito cabrón— gruño encolerizado cuando un sollozo inunda la casa, seguido de unas pisadas en el piso de arriba.—Te mataré, tenlo por seguro— le prometo, haciendo que se ría.

—Te mataré yo a ti antes— dice divertido, justo antes de que entre Basil abrochándose unos pantalones aunque sigue lleno de sangre por la pelea.

—¡Hijo de puta!— grito de nuevo, consiguiendo soltarme de un brazo, pero los tres hombres de antes, me vuelven a sujetar— Maldito bastardo

—Ahora entiendo muchas cosas...— dice divertido apoyándose en la encimera— Menuda hembra...— dice provocando que un gruñido salga de mi garganta— No creo que me canse nunca de ella…

—Me das asco, es una cría— digo con la respiración acelerada.

—Eso no te impidió hacerlo tu, así que no me reproches a mí— dice con indiferencia.

—Vuelve arriba, y sigue con lo tuyo. Contra antes tengáis un niño mejor— dice mi padre, provocando me ganas de vomitar— Y por dios terminar ya con eso— exige al médico, el cual asiente y vuelve con su tarea cosiendo una de las heridas.

(...)

—¡Quiero verle!— exige la voz de Celia desde la entrada de la cocina.

—No está permitido.

—¡Einar! ¡Einar!— grita furiosa.

—Celia, ¿qué pasa?— le pregunta mi padre a lo lejos, acercándose a la cocina. 

—Medicucho de mierda, ¡Deja de hurgarme joder!— me quejo agarrando la camilla con fuerza. Desde hace rato ya no se escucha a Tess gritar o llorar, cosa que agradezco ya que me rompía el corazón.

—¡Dijiste que no le harías daño!— dice mi mujer, haciendo que se me hiele la sangre.

—Ya sabes como son las cosas, hay que dar ejemplo— dice mi padre.

—¡Me lo prometistes! Y me prometisteis que matarías a esa furcia— dice furiosa. —¡Quiero verle!— exige de nuevo.

—Dejarla pasar— ordena mi padre a los guardias, y de inmediato oigo los tacones de celia golpear el suelo hasta que queda a mi lado.

—Cariño...— dice poniendo la mano en mi rostro pero, cegado por la furia me suelto un brazo y la agarro del cuello sorprendiéndola.

—Tu has hecho esto— gruño rabioso recordando los gritos de Tess haciendo que me enfurezca más— Maldita loca— gruño sin soltarla haciendo que comience a llorar

—Axel— me pide poniendo sus manos sobre la mía.

—¡Pararle! de verdad tengo que ordenar todo o que— se queja mi padre antes de marcharse, de inmediato un par de soldados me obligan a soltarla.

—¡Esa niñata te ha comido la cabeza!— chilla llorando con las manos en su cuello.

—¡Sal de mi vista! ¡Si no fueras la madre de mis hijos y llevases a mi hijo en tu vientre ten por seguro te mataría!— gruño rabioso 

—Estese quieto o no podré suturar le— me pide el médico, le hago caso deseando que esto acabe cuanto antes, pero Celia sigue llorando a mi lado.

—Te has vuelto loco— solloza temblando

—¡Has dejado que violen a una niña! ¡Maldita loca!— gruño intentando no moverme cuando el médico comienza a coserme— ¡Sal de aquí!— la ordeno, y ella entre sollozos sale de la habitación.

—Cuando termine tenemos órdenes de bajarle a los calabozos— dice un guardia entrando a la cocina.

Tras diez minutos el médico acaba de ponerme unos apósitos con una pomada antibiótica. Los guardias me levantan y si no fuera porque soy un lobo, después de toda la sangre que he perdido, visible en un sin fin de gasas que hay por el suelo, estaría muerto.

—¡No por favor!— grita Tess desde arriba, cuando llegamos al pasillo, me suelto del agarre de los dos guardias y les mato en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Cogerle!— gritan un par de guardias, pero salgo corriendo escaleras arriba hacia dónde vienen los gritos.

No podré salir de aquí, pero por lo menos le mataré para que no pueda hacerla daño.

Cuando llego a la puerta la derribo encontrándome a tess atada con una cuerda debajo de mi hermano gimiendo de dolor.

—¡Axel!— grita asustada antes de recibir un fuerte golpe en la cabeza que me lleva al suelo.

—Sacarle de aquí, no veis que estamos ocupados— gruñe mi hermano sin dejar de moverse haciendo que Tess se retuerza.

—Axel, ¡Axel!— solloza, intento incorporarme pero un mareo me devuelve al suelo donde dos hombres me levantan y me arrastran fuera de la habitación.— ¡Axel por favor!— grita asustada.

—¡Callate!— ruge mi hermano, seguido de un fuerte golpe seguido de un sollozo.

—Tess...— murmuro mareado y medio inconsciente mientras me arrastran por el pasillo.

Narra Eileen




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