—Tiene una infección muy grave, además tenía restos de acónito en las heridas más profundas.— me dice el médico cuando comienza a limpiarse las manos en un barreño con agua.
—¿Se pondrá bien?— le pregunto sin levantarme del suelo donde me mantengo agarrando la mano de Axel.
—No lo sé… He hecho todo lo que podía por sus heridas, la sangre de vampiro y la adrenalina, solo sirvieron para extender parte de la infección a otras partes, y que no notase el dolor… Estos días serán críticos, su sistema está muy débil, además con el cautiverio lleva demasiado sin comer… Solo queda esperar— dice haciendo que aún más lágrimas caigan por mi rostro.
—¿No puedo hacer nada por él?— le pregunto al médico quitándole a Axel el pelo de la frente, la cual la tiene llena de sudor por culpa de la fiebre.
—Solo se puede aliviar un poco la fiebre con paños húmedos, el resto lo tiene que hacer él… Usted debería comer algo y descansar, su estado también es delicado, alfa— me aconseja, asiento cogiendo la mano a Axel para besarla.
—Muchas gracias, doctor— murmuro sin poder dejar de llorar.
—Avísame de cualquier cosa—murmura antes de salir de la habitación que nos ha dejado Ivar en su casa.
—Axel… Por favor...— sollozo dejando caer mis lágrimas libremente al estar sola. —Tienes que ponerte bien, por favor… Hazlo por mi, por nuestro bebé...— sollozo apretando su mano con fuerza esperando que reaccione, pero no mueve ni un músculo.
Tras tranquilizarme un poco, le tomo la temperatura, y al ver que está ardiendo me levanto a por uno de los barreños con agua y voy a por una toalla del armario para empaparla. La escurro y la pongo sobre su frente con cuidado.
—Leen, te he traído algo de comer...— dice Ivar entrando a la habitación.
—No tengo apetito— murmuro acariciando la mano de Axel.
—Llevas casi dos días sin comer, estás embarazada, necesitas comer algo— insiste acercándose con la bandeja.
—Tengo el estómago cerrado, no insistas— murmuro sin apartar las vista de Axel.
—Necesitas comer algo, por favor— insiste provocando que gruña con fuerza.
—¡Te he dicho que no! ¡Fuera!— grito perdiendo los estribos por unos segundos. Me giro a mirar a Axel y apoyo la cabeza en la cama un poco cansada.
—Así solo conseguirás matarte a ti misma y al bebé— murmura dolido antes de irse, pero le ignoro cerrando los ojos.
(...)
Me levanto al notar claridad en la habitación, y lo primero que hago es levantarme a cambiarle a Axel la toalla húmeda. Noto un pinchazo en la parte baja de mi abdomen cuando meto la toalla en el barreño, pero lo ignoro ya que seguramente sea que he cogido frío, pero cuando vuelvo al lado de Axel y veo una mancha de sangre en la manta en la que he pasado la noche bajo la vista a mis piernas y al ver mi pantalón manchado de sangre me es inevitable que no se me caiga la toalla de entre las manos.
—¡Ivar!— grito asustada notando las mejillas se me empiezan a inundar de lágrimas.—¡Ivar!— grito de nuevo temblando, justo cuando entra con la respiración acelerada.
—¡Llamar al médico!— grita de inmediato al verme, se acerca a cogerme en brazos y me saca de la habitación.— Tranquilizate, seguro que no es nada— dice intentando tranquilizarme al ver que estoy temblando.
—¿Le escuchas?— le pregunto agarrando su mano asustada.
—Es muy pequeño para escucharlo todavía, solo tranquilizate— me pide dejándome en su cama, la cual está todavía deshecha y caliente.
—El médico ya está de camino, Alfa— dice una chica entrando a la habitación.
—Decirle que se de prisa— la pide intentando tranquilizarse él también.
—Si, alfa— dice antes de salir corriendo.
—Es culpa mía— sollozo llevándome la mano al vientre.
—No es culpa tuya, no digas eso.
—Tenía que haber comido algo ayer— sollozo cerrando los ojos.
—Esto no es culpa tuya, seguramente sea por el estrés, no es tu culpa— dice arrodillándose a mi lado. —Seguramente sea solo un susto, tranquilizate...— me pide secándome las lágrimas que no dejan de caer por mi rostro.
—Ya está aquí— dice una chica entrando antes que el médico que vino ayer para curar a Axel.
—Alfas— dice a modo de saludo mientras se remanga la camisa. —Alfa, será mejor que espere fuera— le pide a Ivar, el cual se levanta de inmediato, pero le cojo la mano.
—No me dejes sola— le pido mirándole a los ojos asustada, por lo que le pueda haber pasado al bebé.
—Seguramente solo sea un aviso, relájese— me pide el médico al verme tan nerviosa.— Necesito inspeccionarla, quitarle el pantalón y levantarla un poco la camiseta para hacerle la ecografía— le pide a la chica que ha venido con él.
—Con su permiso…
El médico enciende una máquina, que me imagino que es el ecógrafo. Cuando pone el líquido frío en mi barriga me es inevitable no agarrar con fuerza la mano de Ivar asustada.
—Tranquila— susurra colocándome el pelo detrás de la oreja, justo cuando el médico pone el aparatito en mi vientre buscando al bebé. Cuando veo una especie de mancha grisacea en un trozo negro mis lágrimas comienzan a salir a borbotones.
—El bebé está bien— dice el médico mirando la pantalla haciendo que cada músculo de mi cuerpo se relaje de golpe. —Mira está aquí— dice señalando la pantalla, donde está la manchita.
—Gracias— sollozo sin apartar la vista de la manchita.
—Te haré alguna prueba más, análisis y de más para poder recetarte alguna vitamina y suplementos para que no tengamos ningún otro susto. Pero por ahora deberás estar en reposo absoluto. Nada de levantarse bajo ningún concepto, solo para ir al baño y con ayuda de alguien.— me advierte el médico, asiento de inmediato, no quiero volver a pasar por lo mismo por mi cabezonería —Deberás comer más, estás un poco delgada. Come como mínimo cuatro veces al día, y de todo, pero sobretodo frutas y verduras.