Narra Axel
—¿Estás bien?—la pregunto al ver que después de un rato no se mueve.
¿la habré hecho daño?
—Estoy en las nubes— suspira con una sonrisa en los labios que me tranquiliza en lo más profundo de mi alma, pero su tripa comienza a rugir con fuerza haciéndola sonrojar.—Perdón— balbucea avergonzada, haciéndome reír.
—¿Pizza?— la pregunto divertido levantándome buscando algo para taparme. Al ver que no contesta me giro confundido a mirarla, y cuando la veo con lágrimas en los ojos maldigo por lo bajo.
—No las había visto hasta ahora— se lamenta tapándose con la sábana.
—Son solo unas cicatrices— digo sin importancia antes de ponerme una camiseta que me queda un poco pequeña, y que por el olor es de Ivar.—¿Quieres pizza u otra cosa, pequeña?— digo con ternura cuando vuelve a rugir su estómago.
—Pizza y tarta de chocolate— dice mordiéndose el labio. Sonrió divertido y asiento.
—Vuelvo en un momento— digo antes de salir de la habitación. Cuando salgo me encuentro con una chica joven que en cuanto me ve salir de la habitación se sonroja y sale corriendo.
¿Qué le pasa?
Sigo mi camino hasta la cocina, confundido por las miradas que me lanzan algunas de las chicas que me encuentro. ¿Será por la camiseta?
—Hola...— digo entrando a la cocina encontrando a un par de muchachas y a Ivar.
Las muchachas comienzan a reírse divertidas haciendo que Ivar se mueva incómodo en su taburete.
—¿Necesita algo, señor?— dice una de las chicas mirándome divertida.
—Eh, una pizza, no se si tendréis alguna
—Si claro, en un momento la tiene lista— dice interrumpiendo me, sonrió en agradecimiento y ella se sonroja a la par que sus compañeras comienzan a reírse.
—¿Les pasa algo?— le pregunto a Ivar el cual se atraganta con el café, lo que le hace comenzar a toser descontroladamente.
—¿En serio lo preguntas?— pregunta incómodo, limpiando con una servilleta lo que ha manchado.
—Si, creo que me estoy perdiendo algo— digo incómodo levantando la mirada para ver a una de las chicas analizarme sin pudor alguno.
—Las paredes no son muy gruesas...— dice incómodo, haciendome fruncir el ceño confundido hasta que me doy cuenta a lo que se refiere.
—¿Cuánto se ha escuchado?
—Prácticamente todo, por toda la casa— balbucea incómodo, avergonzandome.
—Perdón, no nos hemos dado cuenta— me disculpo haciendole sonreir un poco.
—No pasa nada…
—Oye, no se si tu podrás ayudarme, pero me gustaría saber algo de mis hijos…
—Si no recuerdo mal, se fueron a vuestra antigua manada, para seguir con sus vidas, pero tu mujer no se encuentra muy bien según me dijo Leen.— me explica tomando un sorbo de café
—¿Teresa sabe sobre ellos?— le pregunto frunciendo el ceño.
—Si, ella se ha preocupado de que no les faltara nada. Y se preocupa mucho por la salud de tu mujer.
—Se llama Celia, no es mi mujer ya— digo incómodo.—¿Sabes algo del bebé?
—La están cuidando, pero Celia no se quiere hacer cargo de ella— dice justo cuando suena una alarma.
—Ya está la pizza señor, ¿desea algo de tarta?— pregunta la chica que me acerca un plato donde está la pizza.
—Si, por favor. A Tess le encanta— digo sonriendo agradecido, haciendo reír a la chica.
—Claro, señor— dice antes de darme un trozo que le tiende una de sus compañeras.
—Gracias...— las digo antes de girarme hacia Ivar— Será mejor que suba, debe estar hambrienta— digo divertido haciendo reír a Ivar.
Subo las escaleras y cuando llego a la puerta, la abro con el codo ya que tengo ambas manos ocupadas.
—Ya estoy aquí— digo con una sonrisa, pero me encuentro a Tess acurrucada entre las sábanas durmiendo plácidamente.
Sonrío y dejo los dos platos sobre la cómoda para ir a sentarme con ella no sin antes quitarme la ropa excepto los boxer ya que me queda todo muy ajustado. Cuando me siento junto a ella no tarda en acurrucarse a mi lado y poner una de sus manos en mi muslo haciéndome tragar grueso.
La aparo con cuidado sus rizos dorados que tanto me gustan de la cara y ver la cara de ángel que tiene mientras duerme, me saca una sonrisa. Suelto un suspiro, y miro al techo.
Tengo que ir a aclarar las cosas con Celia, y tengo que buscar una casa para que Tess y yo podamos vivir… No quiero la caridad de Ivar, no me cae mal, pero no quiero aprovecharme. Tengo que hablar con Tess de lo que quiere hacer, no sé si querrá ser alfa o vivir apartada, o ser una loba de cualquier manada…
Y de todas formas, quiera lo que quiera, tengo que encontrar una casa, ya que dentro de cinco meses nacerá el bebé. Tal vez podría construirla yo con ayuda de algunos lobos…
—Axel...— balbucea frunciendo el ceño, tiene una pesadilla.
—Estoy aquí...— susurro intentando no despertarla, pero su respiración se vuelve más rápida y su agarre en mi cintura se hace más fuerte.—Tess— la llamo, pero comienza a llorar y a dar patadas
—¡Para!— grita antes de despertarse, alejándose de mí con lágrimas en los ojos.
—Tess, tess, soy yo— preocupado me intento acercar a ella pero se aleja llevándose la sábana con ella para taparse.
—Necesito ir al baño— dice tartamudeando antes de encerrarse en el baño en un abrir y cerrar de ojos.
—Tess, era una pesadilla— digo frente a la puerta del baño, pero no recibo respuesta— Tess, dejame entrar— la pido, pero no contesta asi que llevó la mano al pomo— Tess abre la puerta—insisto nervioso.
—¡Déjame un momento, maldita sea!— dice nerviosa sin abrir la puerta, antes de rebuscar algo en el armario del baño.
Narra Tess
—Maldita sea dónde está...—murmuro intentando encontrar la libreta donde apunto mis visiones.
—Tess, dejame entrar— dice preocupado Axel, no le contesto porque encuentro la libreta, así que comienzo a apuntar las cosas que he podido ver en la visión.