Toque el timbre y espere que me abrieran, la verdad me extrañaba que me citará.
La muchacha del servicio me hizo pasar, caminé sin mirar a ningún lado, no era curioso y la verdad no entendía porque estaba yo aquí.
Me abrieron la puerta de la biblioteca y lo vi sentado detrás de su escritorio, él me miro con una sonrisa, frunci el ceño, me hizo señas de que me sentara, negue con la cabeza, metí las manos en mis bolsillos.
Sus ojos me miraron detenidamente, tomó de su bebida con mucha paciencia.
- La verdad no entiendo por que me ha citado - su silencio me estaba molestando - Di no va a hablar, me marcho tengo muchas que hacer.
- Siéntate - lo miré y suspiré creo entre mas rápido me dijera que quería de mi, más rápido me iría, me senté - Eres impaciente Damien.
Enarque una ceja.
- Honestamente no entiendo porque me llamo.
- Quiero hacerte una propuesta -frunci el ceño - ¿No preguntarás que propuesta es?
Me crucé de brazos y negué.
- Sinceramente, no se que me puede proponer que a mi me interese, lamento no poder ayudarle - me puse de pie y me dirigí a la puerta, pero me detuve ante sus palabras.
- Claro que me puedes ayudar Ángel Negro - sentí que mi cuerpo se tenso, me giré y lo mire.
- ¿Dónde escucho ese nombre? - apreté fuerte los puños, me acerque a su escritorio, él no se inmuta.
- Sientate Damien - lo miré furioso - Respira profundo y Sientate.
Me pase la mano por el pelo.
- No te preocupes, en esta ciudad solo tú y yo sabemos ese nombre - levante la mirada - Como te decía te haré una propuesta... - lo interrumpi.
- He pensado que usted es un hombre bueno, pero creo me he equivocado - sus ojos se endurecieron.
- Soy un hombre bueno, mi propuesta sera para ayudarte a ti y a mi - enarque una ceja.
- Digame en que consiste su propuesta y sabremos si es beneficioso para ambos.
- Damien, conozco lo honorable que es tu familia, son hombres de palabra - asentí porque esa enseñanza mi madre la había inculcado en mi desde que era un niño, el lema de los Arévalos, si uno daba su palabra debía cumplirla, ese era nuestro honor - Eso es uno de los motivos por los que te elegí para que me ayudaras.
Tomé la bebida que él me había servido, la tome de un trago.
- Quiero que te cases con mi hija - escupi la bebida del impacto de sus palabras.
- Don José debe estar bromeando - él saco su pañuelo con tanta tranquilidad y se limpió donde lo había mojado.
- Yo no bromeo Damien, mi hija está muriendo - él se quedó callado esperando mi reacción, pero yo era experto en esconder mis emociones - Necesito que Nina tenga una razón para operarse.
- ¿Quiere casar a su hija con el Ángel negro? - odiaba ese nombre, era la marca de mi pasado.
- Creo en ti Damien - lo miré con ironía.
- Mi propia madre no creyó en mi y ahora un desconocido lo hace, disculpe si me río - hice una mueca.
- Si estas en este país y en esta ciudad con tu familia es por que tu madre creyó en ti -negué y apreté los puños.
- Estoy aquí por que mi madre deseaba que entrará en el camino recto - el saber que mamá murió sin creer en mi, me había destruido.
- No discutiremos si tu madre creyó o no en ti, si te digo que creo en ti es que lo hago carajo - suspiré - Quiero que te cases con Nina - negué - Tú te casas con mi hija y yo pongo a tu disposición toda mi gente para que investigue el caso y se pruebe tu inocencia, sé que tu familia no sabe nada y tu padre robo toda la fortuna de tu madre, no tienes los medios para hacer justicia.
Lo miré.
- Yo no puedo enamorarme don José, lo único que me hace despertar día tras día es mi sed de venganza.
El saco una carpeta y de ahí un documento, me lo extendió.
- En mi contrato no sale nada de que te enamores, sólo serán dos años, tú convences a Nina que se opere para que se salve, la ayudas en su recuperación, luego se divorcian y ambos siguen su camino y en ese tiempo te ayudaré para que pruebes tu inocencia.
Miré el papel y luego a Don José.
- No puedo ayudarla en su recuperación Don José.
- Lo harás como su esposo Damien nada más.
Leí nuevamente el contrato, hasta la letra pequeña, mientras Don José estaba recostado en su silla con sus ojos verdes clavados en mi.
- Confío en su palabra Don José, que me ayudará a probar mi inocencia, no he querido decirle la verdad a mi familia, no quiero mancharlos con mi pasado, aún no entiendo porque me eligió precisamente a mi para casarse con su hija, ella parece un Ángel puro - levanté la mirada y sonreí con ironía - Sería como unir al bien con el mal - firme el contrato, ya no había vuelta atrás, yo era un Arévalo y lo único que me quedaba era mi honor y lo honraria.
- Nina ni nadie más debe saber de este contrato, es tu obligación convencerla para que se case contigo - asentí.
- Seguiré manchando mis alas Don José al casarme con ella sin amor.
- Al contrarío Damien Arévalo, llegó el tiempo de tu redención.