Mi Ángel Negro [serie Arévalo #6]

Capítulo 4

Nina

Cuando llegué al comedor mi padre estaba ya esperándome para desayunar.

- Buenos días hija - me acerqué y deposité un beso en su mejilla.

- Buenos días papá - él me ayudo a sentarme.

- Así que ya regreso Lucas - lo miré interrogante porque no me pregunto sino que afirmo, hice memoria tratando de recordar si yo le había dicho algo.

- Si papá ya regresó - él me miró y sonrió.

- Le he pedido al joven Damien que el sea tu chófer estos días - me quedé de piedra, teníamos chófer y Damien era alguien ocupado en... no sabia lo que hacía pero debía estar ocupado para llevarme de un lado a otro.

- ¿ Porqué? Tenemos chófer... - mi padre me interrumpió.

- Al estar de luna de miel Adrián, tendré que ir yo al restaurante y usare al chófer y no quiero que tu conduzcas tu auto, sabes bien que deseo tu seguridad.

-¿Pero porqué Damien? Quizás las chic... - frunci el ceño molesta, me daba cuenta que papá ya había tomado una decisión y no importaría lo que yo dijera.

- Él es un caballero y aceptó mi petición, jamás pondría tu seguridad en riesgo - se levantó y me miró a los ojos - Lucas es un buen hombre pero no olvidemos que tu sólo tienes 24 años y el 34 años - miré a papá molesta.

- Tú no eres de prejuicios padre, me sorprenden tus palabras - me padre se inclinó y me miró fijamente.

- No lo soy pero tu eres inocente y él es un hombre de mundo, seguido por las mujeres por ser guapo, rico, fama de buen cardiólogo y tu mi princesa eres una rosa en medio de plantas carnívoras porque así defino a todas esas mujeres que caminan del brazo de Lucas.

- Damien tampoco es un santo - papá enarcó una ceja.

- No, no lo es pero los genes de los Arévalos al parecer cuando se enamoran es para siempre y se vuelven leones protegiendo a su mujer, eso quiero para ti Nina, no que seas una más en la larga lista de un Don Juan - miré a papá molesta, esa era la opinión que tenían de Lucas pero él no era así, en los años de tratarme como su paciente, me había convertido en su amiga aunque nuestra amistad era mas por celular que otra cosa, me daba cuenta que Lucas era solitario, no estaba enamorada de él ahora pero si hubo una época cuando lo conocí que mis ojos se posaron en él pero para Lucas sólo era una chiquilla nada más. Y quizás me consideraba una cobarde por negarme a operarme pero él no lo decía. Lo que paso en la boda de Adrián me sorprendió porque Lucas aparentemente nos siguio y eso molesto a Damien.

- La asistente de Lucas llamo para informar que él ya había vuelto y tu cita es hoy por la tarde - tomo un mechón de mi cabello entre sus dedos - Lo veo muy desesperado por atenderte - no respondi - Como no podre acompañarte lo hará el joven Damien - soltó mi cabello y avanzó pero se detuvo - Ultimamente no me he sentido bien Nina- me sorprendí y me giré hacia él- Desearía verte casada muchacha con alguien ... de tu edad - papá no me dejaría en paz por lo que veía, desde hace unos meses atrás había empezado a insinuar que Lucas era un hombre de mundo para mi, desde que un día el había perdido su móvil le preste el mio para que llamará a su número y así encontrarlo más rápido pero mi mala suerte que entró un mensaje de Lucas, enviándome una foto de él navegando. Desde ese día mi padre se había vuelto insoportable con los celos.

- Padre tienes muchos años por delante - el me miró con tristeza.

- Creo mi pequeña que no son muchos, iré al restaurante, Damien estará aquí media hora antes de la cita con Lucas, no te preocupes el entrará contigo al consultorio.

- Padre, no soy una niña para que entre a la consulta.

- Para mi lo eres, no le niegues eso a este pobre viejo - suspiré y asentí, si algo había aprendido de José Santos que él siempre se salía con la suya.

Terminé mi desayuno y me fui a dibujar en mi cuaderno, amaba el dibujo y desde la noche que Damien robó mi primer beso, en mi cuaderno en varias páginas estaba plasmado el mismo dibujo: una pareja besándose en la playa debajo de un cielo lleno de estrellas.

En la tarde cuando la muchacha me anuncio que el joven Arévalo me esperaba, sentí que los nervios me embargaban, Damien Arévalo era un misterio para mi, pero de esos misterios que encantan y te envuelven.

Me miré en el espejo y revise que todo estuviera en su lugar, mi cabello bien cepillado que brillaba, mis labios con brillo, y ¿mi rostro? Pues nada podía hacer estaba teñido de rubor, menos mal no me maquillaba porque hubiera parecido un tomate con vestido veraniego, solo saber que él estaba en la sala a unos cuantos pasos de mi cuarto me habían sonrojado.

Salí despacio del cuarto y él estaba de espalda viendo por la ventana los rosales de papá, frunci el ceño, Damien vestía todo de negro, su camiseta, sus vaqueros y sus botas todo era negro, cuando se giró y clavó esos ojos grises en mi sentí que ahora estaba más roja que un tomate, mi mente viajó a la noche del beso.

- Nina - sus ojos me recorrieron y sonrió, suspiré porque me daba cuenta que le gusto como iba vestida -Sin palabras cada vez que te veo, superas la ultima vez que te vi, eres preciosa - y yo ahí, derritiendome como chocolate ante sus palabras, Damien Arévalo cada vez que me veía, me miraba más guapa según sus palabras.

Se acerco y como en una vieja película tomó mi mano y la besó, ahora yo era un charco derretido, este hombre era la tentación en vivo.

- ¿Dónde iremos? - lo miré a los ojos, pensaba que papá le había dicho.

- Cita con mi cardiólogo - él entrecerró los ojos.

- Ajá, el cardiólogo acosador - sin esperar respuesta tomo mi mano y me guió hacia afuera, suspiré esperaba que hoy fuera distinto a la noche en que se conocio Damien con Lucas.

 




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