- Estás preciosa - Adrián me miraba por el espejo, se acerco y puso su mano en mi hombro - Deseo seas muy feliz - me giré y lo abracé fuerte, amaba a mi hermano.
- Sin lágrimas, arruinas el maquillaje - Eloise, mi querida cuñada, no era ni la sombra de la mujer que llego a casa, ya no vestía holgada y las gafas habían desaparecido para siempre, me gustaba su historia. Adrián se enamoro de su forma de ser, sin rechazarla por su físico, y había sido recompensado con una preciosa mujer.
- Gracias Eloise, me siento feliz que seas mi cuñada - Adrián y ella intercambiaron miradas.
- Mirame como una hermana Nina - se me acerco y me abrazó - Deseo seas muy feliz - acomodó mi cabello - Vamos que ya todos deben estar en la oficina del juez.
- Aún no entiendo porque no hay boda por la iglesia, es lo que mereces por ser una doncella.
Sentí que las mejillas me ardían de vergüenza, hablar de sexo con Adrián me hacía sentir incómoda, hasta el día de hoy no habíamos hablado del tema con Damien, la verdad no había encontrado las palabras para decirle que era virgen y que fuera cuidadoso.
- Vamos, tus otras dos hermanas te esperan impaciente afuera de la oficina - sonreí ante las palabras de Eloise.
- Me hacen sentir bien, que me quieran como si fuera su hermana de verdad - las miradas extrañas que intercambiaban Eloise y Adrián no pasaba por alto.
Salí despacio hacia el auto de Adrián, me sorprendí al ver bajar las escaleras a papá vestido elegantemente.
- Deberías estar reposando papá - nuestro padre nos vio a los dos con la mirada que nos lanzaba cuando éramos niños y sabíamos que estaba molesto.
- ¿Creen que una cama me detendrá para estar en la boda de mi hija? - negó y continuó caminando.
- Deberías quedarte papá - la mirada que nos dedico nos hizo callarnos inmediatamente.
Papá se acerco y me miro por un momento en silencio, sus ojos brillaban, esperaba que mi padre estuviera con nosotros por mucho tiempo.
- Soy el padre mas orgulloso por tenerte como mi hija - se inclinó y besó mi mejilla - Jamás dudes de cuanto te amo - bajo la mirada y tuve la impresión que papá tenía los ojos llorosos, se apartó sin mirarme - Vamos.
Todos salimos obedientes hacia el auto, mi padre subió al auto que nos llevaría a la oficina del juez, mientras Adrián se iba en su auto con Eloise.
- Adrián sospecha que será papá - esbozó una sonrisa, di unas palmadas de felicidad - Operate pronto y regalame la dicha de ver un hijo tuyo.
Bajé la mirada, amaba a los niños pero tenía miedo de morir en la mesa de operaciones.
- Quizás pueda ser madre sin operarme - papá me miró.
- Tu corazón trabajaría el doble para ti y el bebé - tomo mi mano entre las suyas - Nina no límites tu vida - beso mis nudillos y luego se acercó a la ventanilla de su lado y se sumió en un silencio en todo el camino.
Cuando llegamos a la oficina del juez, me di cuenta que estaba muy nerviosa, miraba la puerta y sabía que al cruzarla mi vida cambiaría, me quede de pie sin moverme, no sabia si Damien quería hijos, no podía dárselos quizás no era lo correcto el que nos casaramos, di un paso hacia atrás, iba a girarme para irme, pero miré a papá que su mano se había ido a su pecho, no lo había dicho pero creo el intuyó mi intención. Si papá sufría un infarto sería mi culpa, lo vi sacar su pañuelo y pasárselo por el rostro. Mordí mi labio, mi padre no merecía pasar por esto, quizás Damien comprendía mi situación y no exigía hijos, me enderece y levanté el rostro. Iba a casarme por mi padre, inmediatamente escuché la voz de mi conciencia llamarme mentirosa.
- ¿Estás bien papá? - él me miró y se acercó.
- ¿Entramos? - miré la puerta y luego a papá, yo lo amaba y no me perdonaría si algo le pasaba por mi cobardía.
- Claro que sí papá, a eso he venido, a casarme - mi padre soltó el aire contenido y puso su brazo para que yo enredara el mio. Adrián abrió la puerta y varios pares de ojos se posaron en mi, levanté mi cabeza en alto y avance del brazo de papá hacia mi futuro.
Don José
- Bien, los casó - Lena puso sus brazos en jarra y miraba hacia la mesa de los recién casados que estaban en silencio, Damien tenía la mirada perdida - Pero no se ven nada felices y se supone que este matrimonio era por el bien de Nina, pero a este paso nuestra hermana sufrirá un infarto de tanta amargura.
Frunci el ceño y asentí, Damien cuando dijeron que podía besar a la novia, se inclinó y su beso no fue en los labios, fue cerca de ellos. Estaba cerca para notar ese detalle.
Las tres estaban viendo a la triste pareja, parecían de todo menos felices.
- Este matrimonio fue un total error - apuntó Eloise, hasta yo estaba dudandolo.
- Hablaré con Damien, cuiden a su hermana - puse los ojos en blanco por que las trillizas sin necesidad que se lo pidiera lo estaban haciendo. Caminé con paso decidido hacia Damien.
El me miro y sin decirle palabra se puso de pie y salio hacia mi encuentro.
- Parece un velorio - él desvío la mirada - A este paso mi hija sufrirá un infarto por tanta amargura a su alrededor, ninguna mujer con un esposo con cara de limón, deseara operarse para vivir más, al contrario pedirá que el infarto llegué lo más rápido posible para librarse del hombre.
Damien no respondió por un momento.
- Usted me mintio - me acerqué a Damien y lo miré a los ojos.
- Vuelve a llamarme mentiroso y te rompo el hocico - levanté el puño, yo aun estaba conservado.
Lo miré tomar una copa de la charola del mesero que iba pasando.
- Dime que rayos esta pasando.
Él de un solo trago vacío la copa.
- Es simple querido suegro, a pocas horas de nuestro matrimonio, Nina se estaba besando con su cardiólogo y nadie me lo conto, yo lo vi con estos ojos que los gusanos se han de comer.
- Ojalá te dejen ciego - metí mis manos al bolsillo de pantalón - Nina no acostumbra jugar con nadie, preguntale de una vez que paso ahí - me acerqué y lo miré a los ojos - Se un buen esposo Damien, también descubrí que los Arévalos no hacen sufrir a sus mujeres - frunci el ceño.