Mi Ángel Negro [serie Arévalo #6]

Capítulo 27

Nina

—Me preocupa lo que encontremos aquí.

Lena estaba absorta en un libro negro.

—¿Lena?— levantó el rostro y me sonrió.

—Disculpa Nina pero encontré el diario del Arévalo más importante de está familia —fruncí el ceño.

— ¿De quién hablas?— Lena puso el separador de hojas en el libro.

—Jared Arévalo, su historia es tan romántica, me encontré todos sus diarios en la biblioteca, nadie los había leído y déjame decirte que lo admiro, él creo el código de honor de los Areválos— se pasó la mano por el cabello —He pensado que Sèbastien debería escribir su historia —me crucé de piernas mientras escuchaba el entusiasmo de Lena —Me encontré una foto de él y su esposa —sacó el móvil y empezó a revisarlo —Mira.

Me mostró aquella foto en blanco y negro de un hombre sumamente guapo, estaba segura que sus ojos eran grises y ¿la mujer? Se veía preciosa y muy feliz.

—Viste extraño— Lena me sonrió.

—Era gitana,ella cambió la historia y nuestros hombres son descendientes de esta gran mujer.

Sonó el teléfono del cuarto, Lena se levantó a contestar, hablo con el de la recepción pero su mirada estaba puesta en mi.

—Déjelo subir — fruncí el ceño, cuando Lena colgó se dirigió a su cama y sacó...¡un arma! que estaba en la gaveta de su mesita de noche.

—No juegues Lena con eso, no sabes usarla —me calle al oir que estaba comprobando si estaba cargada.

—Claro que la sé usar, de hecho los Areválos se han encargado de enseñarnos a usarla, tú y Eloise faltan por aprender.

Negué.

— No quiero tocar eso— Lena guardo en su cintura aquella pequeña arma que estaba segura podría hacer mucho daño, cerró su chaqueta para esconderla — ¿Quién viene?

No respondió porque tocaron la puerta, ella me miró y se acercó, reviso por la mirilla y procedió a abrir la puerta.

Mi sorpresa fue ver entrar a Lucas.

— ¿Lucas?—él miró a Lena y luego a mi —¿qué haces aquí?

—Yo lo mande a traer —me quedé callada al ver entrar a don Víctor con los jóvenes, Damien esta pálido —Bien muchacho, ¿hicistes lo que te pedí?

Lucas asintió y sacó un sobre.

—Es mi familia — su voz tenía un matiz de miedo —No puedo ser un judas.

—Olvida el sentimentalismo —Salomón fue duro, abrió el sobre —Si deseas no vayas.

Lucas paso su mano por su cabello.

—Debo ir— don Víctor asintió.

—Ve a descansar —sacó una llave de una habitación del hotel y se la extendió.

_ ¿Qué pasó con Lana?— don Victor lo miró con dureza.

—Pasará mucho tiempo para que la vuelvas a ver, mató a mi hermana y paso casi cuatro años sin recibir su merecido.

— ¿Donde está? Deseo verla, proporcionarle lo que necesite..._ don Victor calló a Lucas, su voz sonaba amenazante.

—Donde Lana está no recibirá visitas, no tendrá contacto con el exterior.

—Ella... pueden hacerle daño.

—Estará sólo con mujeres y bien cuidada, no temas por esa parte, lo que si te digo que la cárcel en la que estará es mas exigente que la de la misma policía.

—No lo soportará.

—No estamos para mimar a una asesina, mató, robó, no esperes que le acariciémos la cabeza y le demos palmadas felicitándola, si tuvo las agallas para hacer daño, las tendrá para soportar su encierro.

Lucas no dijo nada, salió de la habitación.

—Acuestesen, mañana saldremos fuera de la ciudad.

Damien tomó mi mano y salimos del cuarto.

Damien

Frunci el ceño al ver la gran casa que estaba en el campo, Lucas sacó el juego de llaves, se quedó enfrente de aquella puerta pensando si abría o no, desvío la mirada hacia nosotros y luego de dudar un rato, abrió.

Todos entramos en silencio, la casa era muy bonita.

—No te pases de listo Lucas —Salomón le señaló a Lucas, me sentía perdido, sospechaba que hasta Lucas sabía de lo que se estaba hablando.

—No lo haré, he meditado y no estaré de parte de nadie.

Nos sentamos y el silencio reinó por un momento. Escuchamos pasos y venía con un maletín Salvadora, me levanté emocionado para saludarla, pero la voz autoritaria de tío Víctor me detuvo.

—Siéntate— con mucha confusión en mi ser me sente. Salvadora estaba sorprendida.

—Lucas, hijo no avisaste que llegabas— ella paso su mano por el cabello, su mirada estaba fija en un Lucas silencioso.

—Siéntate— tío Víctor le ordenó.

—Está es la casa de mi hermana, ningún extraño viene a mandar —pasé la lengua por mis labios al ver que tío Víctor sacó otra vez aquella arma, Salvadora se sorprendió

_ ¿Qué haces?

_ Ayudándote a decidir si te sientas o te vas de viaje para no volver —pasé mi mano sobre mi rostro y volví a pensar en nuestro código, a este paso iba a darme un derrame cerebral por tratar de recordar.

Ella se sentó con elegancia, era una mujer hermosa a pesar de la edad.

—Lucas me has decepcionado, traer gente violenta a la casa donde tu madre está enferma.

—¿Realmente está enferma? —ella frunció el ceño ante la pregunta de tío Víctor.

—Claro que lo está —quizo levantarse pero Sèbastien levantó su... arma...que mierda todos armados menos yo.

—Eres una reconocida doctora en Londres ¿Quién dudaría de tus diagnósticos? — todos incluyendo a Lucas miramos a tío Victor — Y si no buscan algo en especial al hacer exámenes sería el crimen perfecto.

Frunci el ceño, lentamente Lucas se puso de pie.

—¿De qué habla don Victor, tía Mary? —miré sorprendido a Lucas.

—¿Mary?— Lucas asintió y ahí me di cuenta que ante mi tenía a una mujer de dos caras, la que me apoyo en la cárcel pero al mismo tiempo era la mujer que le enseñó a Lucas a odiarme desde que era un niño.

—Te lo diré muchacho, mi sobrino aquí presente, se hizo amigo de la enfermera que asiste a tu madre, de esa forma ella accedió a que los del laboratorio le hicieran una cantidad considerable de exámenes a tu madre, buscando cualquier rastro de alguna sustancia en su cuerpo. Honestamente la enfermedad que le diagnóstico tu tía Maria Salvadora no iba con los síntomas de tu madre Susana.




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