Mi Ángel Negro [serie Arévalo #6]

Capítulo 30

Don José

Estaba asombrado ante el relato de Damien, pero me alegraba el saber que el nombre de Damien ya no estaba manchado, ya no era considerado un asesino. La sonrisa que había en él ya era completa, ya no existía ningún matiz de tristeza.

Y así fueron pasando los días y varios meses, hasta llegar al año, mi hija se había recuperado maravillosamente, pero todo debía tomárselo con calma, sólo que Nina era como una niña descubriendo las cosas, solo que en este caso estaba descubriendo la vida y lo hacía al lado de un hombre que la amaba.

La vi correr emocionada hacia la estancia donde estaba Damien.

—Quiero que escuches la nueva composición que hice —ella arrastró a Damien hacia el cuarto de música

—Vamos— lo escuché decir, me recosté en mi silla y los vi salir felices.

—¿Cuándo le dirás? — me encogí de hombros—Dijiste que cuando se operará le dirías, ha pasado un año desde que Nina se operó —cerré los ojos.

—No puedo hacerlo Adrián —él cargaba a su hijo en sus brazos.

—Debe saberlo, no cambiará nada entre ustedes papá.

—Adrián ahora que tienes a tu hijo, debes saber que lo que uno no desea es perder a sus hijos.

—No la perderás papá has sido buen padre, la has apoyado en todo y jamás has hecho diferencia entre ella o yo.

—No insistas Adrián, actúas como si desearás arrancarla de mi lado  —papá bajo el rostro —No puedo perder a Nina, ha sido mi hija por casi veinticinco años.

—Veinticinco años padre dicen mucho, Nina no dejará de amarte para ella siempre serás su padre, te hiciste cargo de ella desde que estaba en el vientre de mamá —me levanté y me acerqué a aquellos rosales que tanto había cuidado —Tu perdonaste a mamá, pero para mi fue difícil aceptar que ella pudo sentir algo por otro hombre, aceptar que mamá te fue infiel y que pensó por un momento en marcharse.

—No la juzgues Adrián, yo empuje a Alice a la infidelidad, lo único bueno de esa historia es Nina, mi preciosa niña.

—La amas como a tu propia hija, no le mientas más.

—No ...soy ...tu hija— Salté y me puse nervioso, mi preciosa Nina tenía los ojos llorosos, Damien se le acercó y la abrazo por los hombros —¿Papá?— pasé mi mano por el pelo.

— Mi amor yo... —callé esto no deberia pasarlo ningún padre, sentía mi corazón acelerado.

—No me mientas papá —la vi a los ojos, deseaba escucharla decirme que todo estaría bien.

Adrián apretó mi hombro en señal de que me apoyaban.

—Nina —deseaba acercarme a ella y abrazarla ella —Yo...

— Quiero la verdad papá —pocas palabras pero que podían acabar con mi alegría, sentía la lengua pesada como de cartón.

Me senté en la silla favorita de Nina y perdí la mirada en el horizonte, siempre me sentí tan valiente, fuerte y no tenerle miedo a nada, pero estaba reducido en un manojo de nervios. Amaba a Nina, ella era mi hija, no la había engendrado con mi semilla pero esa niña era mi hija del corazón.

—Siéntate —no quise mirarla a los ojos, hasta hoy me daba cuenta que era un cobarde en lo que se refería a mi hija —No quiero que jusguez a tu madre hija, con mucho dolor te contaré esta triste historia.

Las siguientes horas fueron duras, cada palabra que le decía a Nina me dolía. Ella no demostró ninguna emoción, estuvo quieta escuchando, sin opinar y sin preguntar, cuando terminé hubo un silencio, me quedé quieto.esperando.

—¿Quién es mi padre?

Suspiré mi pequeña deseaba conocer a su verdadero padre. No sé si mi rostro demostró mi dolor, pero lo único que sé es que Nina se levantó y se acomodó a mis pies para mirarme.

— Yo...te amo y solo tú eres mi padre, quiero saber quien es él donante porque eso es, un donante, para mi sólo tú José Santos eres mi padre.

¿Emoción? Mucha, deje que las lágrimas salieran libres, años de años con miedo de perder a  mi pequeña y ella estaba ahí maduramente diciéndome que yo era su padre.

Sentí sus brazos rodearme consolándome y también afirmando sus palabras,  yo era su padre.

Después de un tiempo de estar a moco tendido, me calme y pude responder su pregunta.

—Es Gastón...Gastón Clark.

Ella no parpadeo y sabía que no lo había asociado con las trillizas.

— Nina, tu eres hermana de las trillizas— ¿asombrada?si, mi hija se había quedado en shock.

 




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