Nina
—¿Qué? —papá secó sus ojos y sonrió.
—Si, mi pequeña, las trillizas Clark son tus medias hermanas— sonreí al saber porque el extraño comportamiento de las trillizas y lo protectora que eran, pero deje de sonreír al recordar quien era el padre de ellas y también mi ...padre.
—¿Estás bien Nina?— le sonreí a Adrián, su rostro estaba preocupado.
— Lo estoy— acaricié la mejilla de mi sobrino— Solo recordé quien es el padre de mis hermanas— caminé hacia papá y tomé su mano— Puede que en mis venas corra la sangre de ese hombre pero de aqui —toque mi corazón— Fluye todo el amor que me has dado y recorre todo mi torrente sanguíneo ahogando lo que él me pudo haber heredado —papá se levantó y me abrazó fuerte.
—Tenía miedo de que al saber la verdad me odiaras y sobre todo quisieras buscarlo— negué y tomé el rostro de papá entre mis manos.
—El único padre que reconozco eres tú, nadie más—suspiré— Vaya tengo muchos sobrinos, cuatro hijos de Lena, dos hijos de Elena y un hijo de Eloise.
—Solo faltas tú mi pequeña, espero poder ver un hijo tuyo antes de morir — miré a papá y no pude evitar soltar una carcajada.
— ¿Nina?— sentí los brazos de Damien rodearme, su nariz hacia cosquillas en mi cuello—¿Tienes algo que decirme esposa?
Me giré en sus brazos y lo miré a los ojos.
—Seremos padres Damien— me sorprendí al escuchar llanto en ese corredor, de reojo vi a papá llorar a moco tendido y a Adrián consolandolo y ¿Damien?... él lloraba y tocaba mi vientre, un año esperé que él se sintiera seguro consigo mismo, que el miedo lo abandonará para siempre, su hijo no cargaría con el apodo del Ángel Negro, su nombre había sido limpiado por nuestra familia. Víctor Arévalo había hecho justicia y su mano no descanso hasta que dieron con el mayordomo quién abrió la puerta a Marco para matar a Frederick. Lógicamente estaba en la jaula.
El ego, orgullo, altivez de Lana y Salvadora habían sido quebrados en la jaula, sus nombres no eran mencionados entre nosotros pero sabía que ellas seguían ahí.
— Nina— me estrechó entre sus brazos —Me haces feliz, nunca permitas que sea como el hombre que me engendró...— pusé mis dedos en sus labios.
—Tú no eres como Marco, no eres egoísta, siempre pones a los demás antes que a ti — lo vi cerrar los ojos — No más miedos Damien.
—Tiene razón Nina, serás un buen padre no creas que no te he visto visitar a Edward por las noches— mi esposo se sonrojó pero luego soltó una carcajada— Sigue de doctor cuñado porque como detective no sirves.
Contemplé a mi esposo y Adrián bromear entre ellos, recordaba que Adrián no lo soportaba por los celos que sentía por Eloise pero gracias a Dios todo había quedado en el pasado.
Mi familia había crecido grandemente, Antonieta la esposa de papá, una gran mujer que lo amaba muchísimo, nos trataba como si fuéramos sus hijos y eso sin obviar como mimaba a Edward, me sentía feliz al saber que al fin nuestras vidas habían tomado un mejor rumbo.
—Buenas — sonreí al ver llegar a mis hermanas, ahora entendía porque su manera extraña de actuar conmigo —Los veo felices— apunto Lena.
Me separé de Damien y me acerqué a Lena, mi hermana mayor.
—Voy a ser mamá — la expresión de Lena cambió, su rostro era de preocupación.
—Damien— le habló a mi esposo sin dejar de mirarme —¿Puede tener un bebé con la reciente operación?
Pusé los ojos en blanco, ya había pasado ¡un año! Y ellas actuaban como si había sido ayer, me cuidaban tanto que muchas veces sospeché que si pudieran respirar por mi lo harían, pero ahora sabía la razón: yo era su hermana menor.
— Tranquila hermanita, ya puedo ser mamá, mis válvulas están funcionando a la perfección— Lena me miró titubeante pero le aclaré —Sé que somos hermanas — tomé su mano entre las mías — Gracias por protegerme.
Lena no respondió, me abrazó fuerte y luego continuarán Eloise y Elena. Era increíble como de la noche a la mañana ahora tenía tres hermanas.
La tarde fue muy productiva, ya ellas podían hablar tranquilamente. Cuando nos retiramos a descansar me sentía muy feliz.
—Espero ser el causante de tu alegría— abracé a Damien por su cuello.
—Lo eres mi amor, fuiste la razón por la que decidí operarme y hoy mi vida es otra, podré ser madre— su sonrisa era tierna— Gracias Damien por haber deseado hacerte justicia de lo contrario no hubieras aceptado el trato de papá.
El me besó lentamente, los besos de mi esposo me volvían loca.
—Aunque nos hubiera llevado tiempo siempre te hubiera buscado Nina, me impactaste desde que te conocí, te amo y doy gracias a Dios por haberte puesto en mi camino y agradecido con Don José, gracias a sus tretas hoy puedo tenerte entre mis brazos.
—También te amo Damien Arévalo, mi Ángel Negro.
Sentí sus labios curvarse en una sonrisa cuando me besaba, a Damien ya no le dolía que le llamarán Ángel Negro, él había probado al mundo que si él era un Ángel era uno puro con alas blancas.
Fin