Mi Bella Imposible [wahs].

Capítulo: [7]

"Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido"

 

"Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido"

Mario Benedetti


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Releo una y otra vez esa página que representa la cruda realidad, descifrando cada espacio en blanco, adivinando cual podría ser su continuación.

¿Acaso puede existir, tanta verdad en un simple verso?

Y tanta crueldad, en mis actos.

Las letras me llaman e identifican, es una frase que a mi vida acompaña.

Como si estuviera pisara un hilo fino, muy delgado de esos en los que con un paso en falso, pierdes el juego.

El de enamorarte mágicamente.

De un ser no deseado, del que menos imaginas, pero que con la mirada aniquilas.

¿Un juego de palabras?

No lo creo, uno de miradas.

La persona menos esperada, opta por inspeccionarme de pies a cabeza con sus cejas fruncidas, ambas traspasándome. El tal Federico Hernández, afortunado este de tener contacto con el vidrio de la puerta en la sala de profesores, hace un par de horas.

Por suerte, la sanción no llego.

Pues Bella, lo soluciono.

No estoy decepcionada o arrepentida, aún así escondo mi cabeza entre las hojas del mismísimo libró que nos entrego, para conocer a fondo. Me siento volita pero peleonera, ante la mirada del queridísimo Fede el terrible apodo que salió de los labios de Sandra, temprano en el receso.

El Federiquito, esta de suerte.

La tiene, su atención, gestos, hoyuelos y sonrisas en cambio yo soy una sombra.

Una barata y no reconocida.

Jodidamente pierdo pero a la vez disfruto verla de lejos, aun que sea un sueño inalcanzable. Habitualmente espero que el calendario corra rápido, y se aproxime cada semana, estar allí en clase es una adoración, por que río y la tengo cerca, aunque intente alcanzarla y termine sin poder rozarla.

Suele resaltar, técnicas de señales habladas, nada discretas, amenazantes que dispara si le das la iniciativa. Con palabras o sin ellas de todas formas intimida, al empezar las horas de enseñanza.

Hasta esas extrañas advertencias, van cegandome. Todo de la mujer del lienzo, consigue hechizarme débilmente.

Con brusquedad tomo los libros que ocupan lugar en cada pupitre, juntándolos a todos en una larga fila, soportando el gran peso que conlleva cargarlos.

Llevarlos sera un completo desafío, uno que de verdad deseo pasar de largo.

Este mes, me toco ser la encargada del mes, lo que significa que tendré que hacer cada favor, que los docentes necesiten.

¿Agradable?

No, lo creo.

Nadie lo piensa así, da flojera, estrés y dolor de cabeza.

Un total desastre obtendrán, no soy nada organizada, soy torpe no sirvo para ser la cabeza de la clase. 

Nefasto, eso suelto.

Abro la gigante puerta de madera, temiendo que los libros se caigan es muy pesada, esta llena de polvo ya no aguanto,estoy exhausta, recorrer todos los pasillos con mucha carga no es bueno, menos si la biblioteca se encuentra al fondo de todas las salas, siendo esta la última. Pero la más amplia, y mágica que existe en los corredores, un sitio que verdaderamente adoro.

Dejo lo que antes cargaba con la encargada, la cual se encarga de observarme asombrada, por la alegría que demuestro.

Pocas personas tienen la misma emoción que yo tengo al entrar aquí, eso lo explica todo.

Camino a paso rápido por todas las estanterías, revisando cada libro que quizás aún no eh leído, pero que pronto estaré recogiendo.

Estoy en el paraíso, anonadada de tantas paginas con tapa dura que habitan alrededor, en todas partes. Desearía tener un sitio tan entretenido como este en casa, pero lo único que me rodea, son folletos y papeles personales.

Ademas tengo hojas blancas, lapiceros y colores los cuales danzan lo que dicto, cuando quiero desahogarme, es placentero y relajante desde pequeña es un hábito.

También gozo por conocer cosas nuevas, entrar a mundos que quizás, aun no descubro del todo.

Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro.

La curiosidad hace al explorador, después de años la mía ya esta sumamente explotada, no es una queja sino alegra, de tener cierto espíritu aventurero.

Voy sintiendo las texturas de cada lomo, enfocándome en los títulos que sobre salen de la portada, viendo si realmente lo fueron o son, dignos de una lectura.

Lo que el viento se llevo.

Uno de los tantos que quiero inspeccionar, nunca tuve la oportunidad de hallarlo. Lo busque por un largo tiempo, es algo viejo lo que no quiere decir que no valla a llevarlo.

No pienso quedarme con las ansías, de recorrer sus extensas paginas.

—Generosidad y egoísmo.—Informa seriamente apareciendo de la nada.—Uno de mis favoritos.

Esa voz, esos tacos al chocar, ese perfume en el aire indica cercanía. Definitivamente, no creo en las casualidades diarias.

Pero si siento como la alegría pasea, al notar que no soy yo la única que anhelaba encontrarlo.

—¡Usted también es fan!—Volteo alegre por ambas compartir el mismo gusto en la lectura.

—Claro adoro cada parte de ese libró me emociona cada situación.—Explica con fanatismo expulsando pequeños gritos de emoción.

—Adore las escenas de la película y al encontrarlo pensaba llevármelo.—Comento dando saltitos internos de felicidad.—¿Tuvo la oportunidad de verla?




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