Mi Bella Imposible [wahs].

Capítulo : [5]

No creí encontrármela justo en este sitio, menos que ahora estuviera mirándome tan pacífica de lejos

 

No creí encontrármela justo en este sitio, menos que ahora estuviera mirándome tan pacífica de lejos.

Su silencio, brinda esa tranquilidad mental que no pude conciliar en todo el día, u hallado desde que me presto el paraguas, y aquellos versos salieron disparados tan inconscientemente.

Quiere confundirme, lo dice con la mirada, esa que logra hipnotizarme. Sabiendo el efecto que provoca, no dejó de admirarla, sonreír como una completa enamoradiza.

No lo nota, pero de verdad quiero huir, me siento incómoda, confundida y algo asustada.

¿Cómo es que su comportamiento, puede cambiar tan constantemente?

No puedo quejarme, en eso se parece mucho a esta tonta de aquí, por no musitar un amigable saludo.

Antes que actúe por su cuenta, decido hacerlo yo misma.

Avanzo rápidamente hacia donde esta, sintiendo los pasos inseguros. Haciéndose notable mi pecho al retumbar con fuerza, quiero disculparme lo exijo a gritos, el resto de las mil entrañas obedecen plácidamente.

Percibe cierta presencia ajena, sabiendo de quien se trata actúa  fingiendo suma concentración sobre el teléfono celular, dándose totalmente por distraída.

Eso duele.

Después de mirarme tan fijo, actúa tan extraño a los segundos.

Sorprendida sigo avanzando, ya que de todos modos, pienso dirigirle la palabra.

—Profesora Lorenz.—Exclamo brindándole un saludo de mano.

—Cantero.—Su voz suena dulce acompañada de sonrisas.—¿Que haces por aquí?

—Una amiga me invitó a pasar la tarde...—Comentó sabiendo lo aburrido que fue.—¿Y usted?

—Visitó este sitio a diario.—Observa atenta como juego con las puntas del cuero cabelludo. 

Al parecer se dio cuenta, del estado de nervios que sostengo. Es inevitable, al saber de su presencia no puedo disimular nada bien, no si esta observándome tan expectante. Quedo sin habla, atrapada, parece ser la única que no se considera una carcelera, la que si puede reaccionar.

—¿Entrara ahora?—Menciona prosiguiendo con la plática.

—Si así es.—Hablo mientras observo como le pone seguro a la puerta del auto.

—Entonces entremos juntas.

La invitación termina tomándome por sorpresa. Esa actitud consigue dejarme anonadada, pensé que luego de aquella charla en la mañana no hablaría, mucho menos se comportaría tan paciente, debo preocuparme menos, ya que al parecer no le incomodaron esas sinceras palabras que dispare sin ningún tipo de arrepentimiento, trae en mi un gran alivio acompañado de un resoplo, a toda costa sigo inconforme no descarto la idea de disculparme.

Prosigo suavemente intentado atrapar los segundos, convirtiéndolos en minutos. No quiero que esto acabe, esta conexión tan pacifica, amigable a la vez, escucho atentamente como mis latidos se profundizan, temiendo ser percibidos por la persona que ahora, conquista pensamientos ceñidos en el aire.

Demuestra confusión, al abrir la puerta voltea esperando que baje hacia tierra. Entretenida no logro captar dicha perspectiva, asombrada por los pantallazos, en los que ella con una resplandeciente figura y amabilidad se hacen presentes.

Un extraño calor remplaza al aire friolento que nos rodeaba, al sentir como me sujeta gentilmente todo el entorno se paraliza. Otra vez esos ojos miel se conectan con los míos, esa electricidad vuelve a invadirme, lo sabe sabe que estoy nerviosa, pero sigue manteniendo el contacto.

—Andas en la nubes... Aurora.—Dice franca dejando la formalidad de lado.—Espero sigas divirtiéndote buenas noches.

Acaba de tutearme, sonó tan extraño y lindo de repente.

Se va se esta yendo, después de todo no logre disculparme, no pienso rendirme. Mañana lo intentare a primer hora, no quiero seguir atormentándome por algo que mágicamente tuvo remedio.

—¿Que hace la vieja malhumorada aquí?—Interviene Jazmin con un delantal y charola repleta de platos que entregar.

—Creo que vino a comer.—Respondo admirando de lejos el libro que tiene en las manos.

—O a encontrarse con un hombre.—Secretea dejándome pasmada sin noción alguna.

—¿Es un inventó de tu mente o hablas enserio?—Hablo con un tono tosco esperando que solo sea un vil chisme.

—Escuché que uno de los profesores la pretende.—Responde cortante entregándome la cartera.—Lo que no se es si le sigue el juego.

Si no lo hace pronto lo hará, es adulta y muy bonita, de seguro no desperdiciara la oportunidad de formar una familia, si eso desea.

—Que bien.—La detallo con la mirada por última vez logrando que lo noté.
—Tengo que irme Matilde y Greg se preocuparan nos vemos pronto.

Salgo sin despedirme, apresurada por llegar a casa, corro como nunca antes, evitando las posibles preguntas que esta mente desenfrenada suelta, formula precisamente para desordenar mis sentimientos.

¿Que esta sucediendo?

¿Acaso es una débil etapa de adolescente?

Si así es, el destino me esta jugado chueco.

.

.

.

Froto mis ojos, al sentir los rayos del sol, la brisa de la mañana invade la habitación, en unos pocos segundos.

El ventanal, nunca fue cerrado.

Suspiro desprendiéndome de las sábanas, al darme la vuelta, estuve a punto de arrollar el diario de anotaciones y dibujos plasmados, en donde especialmente se ve dibujada una bella mujer, concentrada en un personificado lienzo.

Ayer al llegar la dibuje tal y como la conocí aquel día. 




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