Mi Bella Imposible [wahs].

Capítulo : [6]

—No comprendo             

—No comprendo.—Observa el bolígrafo y vuelve a acorralarme.—¿Por que te disculpas?

—Es un tonto hábito.

Mis entrañas danzan, de aquí allá, ante esa mirada de desacuerdo.

—No es tonto es hermoso.—Aclara sonriente corrigiendo una prueba escrita.—Si te refieres a la pequeña charla que tuvimos ayer en la mañana despreocúpate fue un acto muy noble.

Siento como si, estuviera viajando.

En un completo descontrol de emociones, y saltitos que tiendo a dar, acompañados por la latente electricidad que recorre todo mi cuerpo.

De la misma emoción me aplaudo, agrandando mis labios, de par en par.

—Dulce.—Exclamo feliz.

—Así es Aurora.—Abre la libreta para colocar la nota suspirando al verme.—Nunca creí que una alumna que apenas conozco fuera capaz de modificar mis creencias con un sabio consejo.

—¿No le molesto?—Pregunto sin terminar de creerlo suplicando por que no sea una broma.

Mueve la cabeza, indicándome un no.

Al tiempo doy un respiro sonoro, descartando toda esa ola de estrés que tenia acumulada, balbuceando un perfecto logro escucharlo justo lo que no quería.

Ese sudor, se hace presente.

Quiero huir, estoy pegada al suelo.

Mucho suspenso, es aterrador.

—Me conmovió.—Guarda demostrado un pequeño nerviosismo.—Tanto que tome tus palabras como una guía.

—¿Una guía?

—Demostraste sinceridad lo que quiere decir que me encargare de seguir esa atención.—Al hablar come de a una las palabras actua como una chica torpe en plena pubertad.

Simula implorar que el timbre suene, para que tanta tensión que la rodea desaparezca, ruego por guardar este agradable clímax.

La profesora seria, estricta y anticuada de esta secundaria, también carga sentimientos.

Estos son cambiantes, duros al igual que el plomo.

Pero bellos, si se lo propone.

—Gracias.—Al demostrarse confusa las mariposas invaden a esta alumna de estomago dócil.—Por seguir el consejo... por usted tomarse el tiempo de escuchar a una desconocida.

De reojo la observo esperando una reacción, ese brillo que posee junto con esos ojos me enternece por completo, a la vez percibo como ambos cachetes se tornan de un rojo vino.

¿Acaso se ah sonrojado?

Seguro, lo estoy imaginando.

Nunca seria posible. No dice nada, al parecer observa.

Con manos temblorosas dejo el paraguas ajeno encima de la mesita, tiro de la mochila acomodándola en ambos hombros, dispuesta a retirarme, con una leve sonrisa emocionada de un primer logro cumplido.

Al presionar la manija resbalo quedando roja de vergüenza, la ventana que acompaña a esta queda en la cara de la persona que ocupa el otro lado. Suelto toda la emoción en risas que tengo acumuladas, y Lorenz al ver la escena se contagia de locura.

Esta tentada.

Parece una completa jovencita, al terminar una buena broma. Mientras yo "festejó" la que presencia el acto aplaude.

Es como si nunca hubiera realizado una travesura, puede que no, dentro del salón no se describe como alguien retadora o bromista.

Me encanta, esa expresión de tentación.

Intenta adoptar una postura madura, sin risitas. Lo cual fuerza a adquirir, pero no lo realiza y eso da ternura.

Sus dotes son fascinantes, es como una caja de sorpresas.

Nunca sabrás, que giro dará.

Después de un rato, ambas conseguimos tranquilizarnos. Al ver el rostro de enfado que demuestra el adulto, que fue accidentalmente bromeado.

Presiento que bajare las calificaciones, no quiero ser expulsada, fue un error, un percance. 

Miro a Sandra, quien indica sumisa que abra la puerta, al tiempo calcula visualmente cual persona es la víctima, obedezco asustada.

La puerta se abre.

Definitivamente, optó por que este totalmente cerrada.

Si se dice que los días lluviosos son amargos, acabo de conocer a la naturaleza en persona.

—¡Federico! ¿como esta? imagino que bien...—Muestra una sonrisa forzada al ver el pequeño rayón en la frente del docente.—Cantero puedes retirarte tus dudas sobre la tarea serán respondidas en clase.—Miente guiñándome un ojo.

—Por supuesto profesora.—La persona externa a nosotras me mira impotente y rabioso con ganas de convertirme en polvo.

Camino rápido hacia el salón de clases, queriendo aniquilar mi existencia. Esperó no tenga un problema por defenderme.

¿Por que no dejo que el profesor sacará toda su furia?

¿Por que me ayudo, sin pensarlo dos veces?



.

La primer clase finalizo.

Se veía autoritaria, angelical a la vez, radiaba felicidad, de verdad esta llevando en marcha el plan de cambiar para bien.

Parece como si una persona, iluminara sus días.

Bromeaba sobre momentos graciosos. Por primera vez todos le siguieron el juego, sonreía mucho, veo que se esta tomado muy a pecho, toda la valentía que tome ayer en la mañana.

Esa sonriente Sandra es la verdadera, no la anticuada.

La que me gusta.

—Reacciona mujer.—Jazmín chasquea sus dedos muy cerca.

—¿Que decías?—Pronuncio esta vez interesada manipulando la terrible papilla que la cocinera preparo para hoy.

Pienso vivir, no me conviene probarla debí traer la lonchera, por llegar temprano la olvide, arriba de la mesada.

Raro, no olvidarme de algo.

Definitivamente no sería yo, si eso no pasará.

—Estas muy distraída últimamente... ¿en que tanto piensas?

—Yo en nada.—Hago una mueca falsa.—Ideas tuyas de seguro es eso.




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